Recorte de El Universal del 3 de mayo de 1936 donde aparece publicado este artículo de Rafael Caldera.

Legítima defensa (Actualidad estudiantil)

El incidente acaecido en días pasados en una Asamblea de la Federación de Estudiantes de Venezuela, comentada ya en varios periódicos capitalinos por los interesados, contribuyó a que surgieran en el seno de esa agrupación, con caracteres nítidos, dos tendencias contradictorias sostenidas por amplios sectores del estudiantado. El estudiante Rafael Caldera R., representante  de una de esas tendencias, se refiere en el artículo que publicamos de seguidas a su actuación en el seno de la F.E.V., mesurada y serenamente, excluyendo los apasionamientos mezquinos que comprometen a veces el decoro y la dignidad, como cuadra a quien sostiene, con amplia honradez, como él mismo lo dice, sus convicciones y su línea de conducta.

Antes de poner punto final a esta introducción que define nuestra imparcial actitud con respecto al problema estudiantil, cumplimos en consignar nuestro más ferviente deseo que se resuelva de manera satisfactoria la escisión actual surgida entre los miembros de la Federación de Estudiantes de Venezuela.

(Nota del periódico)

Ayer en «Unidad Nacional» Manuel Rodríguez Cárdenas, en un artículo sin duda bien intencionado, se lamenta de la lucha interna que ha surgido en la Federación de Estudiantes de Venezuela. «Casos como esos, dice él, están sucediendo con alarmante continuidad en San Felipe, en Coro, en Trujillo, en Barcelona; están sucediendo aquí mismo, en Caracas, donde muchos espíritus encamisolados manejan como títeres a cierto sector juvenil para desligarlo del compromiso unificador que nos impone la patria. Por eso la juventud debe ponerse en guardia, unificándose mejor para debelar esas maquinaciones que la llevan, lenta pero seguramente, al fracaso rotundo; representado hoy, como siempre, por los minúsculos intereses de unos cuantos inconscientes».

Por estar yo entre quienes dentro de la Federación de Estudiantes se han calificado como «grupo de oposición», muy a mi pesar me veo obligado a romper silencio voluntario que entre el público ha guardado acerca de los asuntos internos de la Federación. Desde hace cuatro meses he venido, como otros, oponiéndome, no sistemáticamente, sino razonadamente, en todos aquellos casos en que mi opinión honrada, expuesta sin ambages ni vacilaciones, era contraria a la que se sostenía desde la Presidencia. Me creo, por tanto, en el deber de recoger las alusiones hechas sobre «la oposición», alusiones que ahora, por haber invadido las columnas de la prensa diaria, no pueden, desgraciadamente, ser desvirtuadas sino desde un diario. Paso por tanto a hacerlo, pero sin querer convertir mi escrito en contra-ataque público ni en injuria hacia ninguno de mis compañeros, sea cual fuera la posición que adopte.

Cuatro veces voluntaria y esforzadamente callado, soportando dentro de la Federación toda clase de ataques, sin dejar traslucir en nada para el público la difícil situación interna, y aún asumiendo franca solidaridad para actos que repugnaban intrínsecamente con mi ideología, me autorizan para decir ahora, al romper el silencio, que si lo hago es con todo el dolor de los males íntimos y sólo por un elemental imperativo de defensa legítima de nuestras individualidades.

No es como tú dices, Manuel Rodríguez Cárdenas, un grupo de títeres el que representa el sector juvenil que ha luchado lealmente dentro de la Federación con el actual Consejo. Si no hubiera sido por tu larga permanencia en el Yaracuy, y porque en tu breve estada en Caracas no has podido, tal vez, sacrificar tu tiempo asistiendo regularmente a la Federación, sabrías que si alguien se ha opuesto en las Asambleas a mociones emanadas o no del Consejo Central, lo ha hecho basándose en argumentos, en argumentos sólidos que en última instancia no han sido acallados con otros argumentos, sino con silbidos y gritos. Seguramente te han informado mal. Títeres e inconscientes no razonan. Títeres e inconscientes no tienen la solvencia moral necesaria para enfrentarse decididamente, honradamente, a una mayoría hostil, como a veces lo han hecho quienes forman ese «sector juvenil» a que pareces referirte, y expresar su opinión leal de estudiante y patriotas.

Tampoco son, como tú afirmas, espíritus encamisolados los que manejan a esos «títeres». Si te hubieras detenido un poco a analizar a quienes constituyen este calumniado sector juvenil – (el cual, entre paréntesis, se ha formado sólo al calor de las luchas del medio estudiantil, y no responde, por tanto, a ninguna agrupación formada previamente que se haya lanzado a conquistar nuestra Federación) -, habrías encontrado entre ellos a estudiantes de todas las ideologías, de todas las regiones, de todas las carreras: desde el católico ferviente hasta el materialista declarado, desde el oriental hasta el andino, desde el estudiante universitario de todas las Escuelas que existen en la Universidad, hasta el que corona sus estudios de Bachillerato.

No creas, Manuel Rodríguez Cárdenas, – (y si así te dijeron lo hicieron equivocadamente) -, que por el hecho de que yo, como otros de los «opositores»,  hayamos mantenido en nuestra vida estudiantil, con la palabra y el ejemplo, ante la hostilidad de unos y la indiferencia de otros, una constante profesión de fe católica, este sector estudiantil en que estamos incluidos sufre la dirección de espíritus encamisolados. Somos, repito, estudiantes de todas las ideologías, de todas las carreras y de todos los lugares de la República: nuestro lazo de unión, sin embargo, no puede ser más sólido, puesto que es la aspiración de oponernos a toda idea que, según nuestro criterio, pueda tender a hacer de la Federación un instrumento en contra de la Patria. Por este propósito, cordialmente honrado, ¿se nos podrá calificar de inconscientes?

Nosotros nos conocemos bien, Rodríguez Cárdenas. Tú sabes la franqueza y la lealtad que siempre han inspirado mis actos. Tú sabes que a pesar del abismo ideológico que en el asunto religioso nos separa, hemos llevado siempre las mejores relaciones de amistad, sin gazmoñerías ni turbulencias en cuanto a ese abismo ideológico-religioso. También saben mis compañeros, que aquella misma lealtad me ha inspirado a tenderles la mano a quienes de ellos piensan de modo completamente opuesto a mi pensar, muchos de los cuales son mis mejores amigos. Igual verdad puedo afirmar categóricamente de algunos estudiantes que creen en la misma religión en que creo yo. Mal puede atribuirse, por tanto, a manera de espíritus encamisolados, si por camisola se entiende sotana, lo que nos ha llevado a definir una actitud dentro de la Federación. Bien saben todos los estudiantes la paciencia con que hemos soportado el que se injurien sistemáticamente nuestros sentimientos religiosos, porque somos radicalmente opuestos a que una lucha religiosa pueda destrozar a Venezuela.

Soy como tú, Rodríguez Cárdenas, amante de la unión entre los estudiantes. El mismo silencio con que he soportado tantos sinsabores lo comprueba. Solo que tú, seguramente mal enterado, quizás no hayas enfocado especialmente tu atención hacia el hecho de que: la única manera de que haya unión efectiva en el estudiantado, es respetándose las opiniones individuales de sus miembros, y apreciando a cada uno, y solicitando su colaboración efecto, sin tomarse en cuenta mezquindades absurdas.

Rafael Caldera R.