Caracas, 13 de diciembre de 1993

Dr. Rafael Caldera.

Presidente Electo de Venezuela.

Caracas.

Apreciado y respetado Dr. Caldera:

Los últimos años y meses, en particular, fueron muy difíciles para el país por las razones por todos conocidas y seguramente por algunas adicionales que no son propiedad  del público. Las asonadas que se produjeron y las numerosas otras que fueron vaticinadas, y que felizmente no se realizaron, crearon un entorno de incertidumbre no visto por mí en el último cuarto de siglo. La sociedad venezolana se tornaba en irreconocible. El odio, que nunca formó parte de la cultura del país, empezó a hacerse presente en diferentes sectores. Estaba claro que la sociedad se estaba dirigiendo hacia un futuro incierto con posibles resultados negativos para las generaciones de relevo. El país necesitaba un capitán que conociera los mares, que pudiera negociar las turbulencias, que pudiera apuntar las velas en las coordenadas apropiadas para evitar un posible naufragio. Que tuviera una visión clara del norte hacia donde debe dirigirse una sociedad moderna pero justa, de avanzada pero anclada en los valores espirituales de los ancestros.

El 5 del mes en curso se esclareció el panorama con su elección a la primera magistratura del país. Los numerosos problemas que tendrá que enfrentar la nación siguen presentes, pero se está dando por terminado el pesimismo y la penumbra tendrá que dar paso al optimismo. Un miembro de un gobierno anterior se expresó diciendo que Venezuela está condenada al éxito. Pero diversos actores y factores hacían últimamente todo lo posible por impedir el glorioso destino del país, cuya riqueza principal está sobre el suelo de la patria y lo constituye su gente afable y cordial, sincera y optimista por un glorioso futuro posible.

Le espera un quinquenio de retos y desafíos que sólo un líder de su talla nacional e internacional podría enfrentar exitosamente. La tarea es difícil, pero usted personalmente la buscó como una manifestación de su amor incondicional por la patria y como una expresión de su apego al servicio por la gente. Su campaña fue cuesta arriba desde el principio, sin partido y sin equipo electoral. Pero una vez en la cima de la aceptación, gracias a su incansable esfuerzo y perseverancia, ninguna organización política, aún con recursos económicos sin límites, pudo exilarlo de ese espacio que legítimamente había obtenido.

Porque a fin de cuentas, tal como usted se expresara en una elección anterior, el pueblo no se equivoca y elige a la persona que considera la más idónea para el momento histórico. Y estamos viviendo un momento histórico singular debido a la crisis de valores y las deficiencias económicas. Pero esos momentos pueden ser estelares. Son ocasiones cuando un líder excepcional puede efectuar cambios de gran profundidad y significación para el futuro desarrollo de la sociedad. La crisis es un problema y un desafío, pero al mismo tiempo es una oportunidad. Al igual que un gran número de venezolanos que lo eligieron, estoy seguro que usted responderá con acierto al reto histórico, y bajo su justo y sagaz liderazgo se devolverá la confianza y la esperanza, se ensancharán los horizontes, y podremos soñar nuevamente acerca de una sociedad más equitativa y bondadosa.

Mi ferviente oración al único Dios de toda la humanidad porque le continúe brindando claridad de pensamiento e iluminando el sendero por el cual usted ha transitado en el pasado aportando abundantes e importantes frutos para la sociedad.

Usted ya forma parte de la historia venezolana y continental. En estos años y días estará escribiendo un capítulo adicional, que no será un apéndice, sino una corona a una brillante trayectoria de servicio y liderazgo a la patria.

Afectuosamente,

Pynchas Brener.

P.D. Un feliz y realizador año nuevo para usted, Doña Alicia y toda su bella familia.