Debate televisado entre Rafael Caldera y Arturo Uslar Pietri, candidatos en las elecciones presidenciales de 1963
Radio Caracas Televisión. 22 de octubre de 1963
El martes 22 de octubre de 1963, los venezolanos tuvieron la ocasión de ver y oír, por televisión y radio, un debate de casi tres horas de duración entre el candidato presidencial socialcristiano, Rafael Caldera, y el candidato presidencial de un grupo independiente y de organizaciones políticas menores, Arturo Uslar Pietri.
Se estima que alrededor de millón y medio de venezolanos –quizás más– escucharon directamente las tesis y argumentos de ambos políticos, lo cual hace suponer que un porcentaje bastante apreciable del electorado pudo juzgar, sin intermediarios, el resultado del debate.
Carlos Rangel (Moderador):
Muy buenas noches, amigos televidentes de Radio Caracas Televisión. Es para Radio Caracas y para mí un gran honor y una gran satisfacción presentar esta noche un evento especial y de un interés y de una importancia sin precedentes. Se trata del debate entre los doctores Arturo Uslar Pietri, candidato independiente a la presidencia de la República, apoyado por grupos independientes y por organizaciones políticas, por un lado, y Rafael Caldera, candidato presidencial del Partido Social Cristiano COPEI.
Este debate constará de cinco puntos, convenidos de antemano:
El primero: ¿es éste el gobierno que le convenía a Venezuela en estos años?
El segundo: responsabilidad de COPEI en los aciertos y desaciertos del presente gobierno.
El tercero: el problema de la violencia y la posición de los contrincantes frente al comunismo.
El cuarto: candidatura de partido frente a candidatura independiente; y
El quinto: programa de gobierno.
El debate se regirá por las siguientes reglas: Cada uno de los contrincantes tendrá un cuarto de hora para exponer su punto de vista sobre cada uno de los puntos, pero un cuarto de hora dividido en tres partes: siete minutos para una exposición inicial, cinco minutos para una réplica y tres minutos para una conclusión. Yo tengo aquí un cronómetro y tengo también un timbre con el cual indicaré a cada uno de los oradores cuando le falte un minuto para terminársele el tiempo de que dispone en cada oportunidad.
Con una moneda voy ahora a sortear el orden de las intervenciones. Voy a preguntarle al doctor Caldera si desea cara o sello.
Rafael Caldera (al doctor Uslar):
Usted doctor.
Arturo Uslar Pietri:
¡Sello!
Carlos Rangel (lanza la moneda al aire y la recoge en la mano):
¡Es cara!, por lo tanto comienza el doctor Caldera con una exposición de siete minutos sobre el tema, ¿es éste el gobierno que le convenía a Venezuela en los últimos años?
Rafael Caldera:
Cuando me invitaron a participar en este programa, acepté con mucho gusto, por considerar de interés para el país la clarificación de muchas cuestiones que inciden en el actual debate electoral y que influirán sin duda en los resultados del primero de diciembre. Se me propusieron cuatro puntos, a los cuales yo hice solamente dos modificaciones: pedí se agregara el último punto, el relativo a la discusión de cuestiones programáticas de los candidatos, y pedí se agregara al punto sobre la violencia –creo que es el tercero– la fijación de posiciones frente al comunismo.
Paso a referirme al primer punto y, con la advertencia que acabo de hacer, entenderá el público televidente que más que contestar directamente la pregunta, me voy a proponer las cuestiones de qué significa esta pregunta: ¿es éste el gobierno que le convenía a Venezuela en estos años? Yo pienso que es el gobierno que ha tenido porque lo quiso así una mayoría de los venezolanos en el acto electoral del 7 de diciembre de 1958. Ahora, si se me pregunta si yo hubiera deseado que los resultados electorales fueran en el 58 cuales fueron, mi contestación es categóricamente ¡no! Yo tuve mi posición, mi partido presentó su propia fórmula, y tuve la lealtad de decirle al electorado que no creía conveniente la elección del señor Betancourt. Combatí a su partido desde el punto de vista electoral, así como combatí también la elección de otro candidato, el entonces Contralmirante Larrazábal y al partido que lo respaldaba, o uno de los partidos que lo respaldaban, el Partido Unión Republicana Democrática.
Ahora bien, si se me pregunta si éste es el gobierno que más convenía, hablando o entendiendo de sistema de gobierno democrático, pues entonces digo claramente que ¡sí! El país ha luchado y sufrido por conquistar un sistema de gobierno democrático. Yo creo en la democracia, en eso que los comunistas en son de desprecio llaman «la democracia formal»; creo que el sufragio, las elecciones, las votaciones, el funcionamiento de los poderes públicos, tienen una gran importancia, y creo que son, como lo dice el preámbulo de la Constitución, el instrumento adecuado para lograr otros bienes como la justicia social, el bienestar y el progreso de los pueblos. Yo creo, pues, que el sistema de gobierno adoptado sí era el que más le convenía a Venezuela como sistema de vida permanente.
Si la pregunta hace referencia al hecho de la coalición, también debo remontarme a los antecedentes que se fijan en el año de la provisionalidad, en el año de 1958: la verdad es que el país estaba convaleciente de un proceso dictatorial de diez años, el escepticismo no dejaba de existir en el subconsciente de muchos venezolanos. De la idea de que la libertad no fuera a prevalecer, en los venezolanos que desde diversos sectores ejercíamos funciones de dirección de la opinión pública y de la vida del país, surgió la preocupación, primero, de que pudiera mantenerse y ser estable el sistema político democrático, y segundo, el de que pudiera iniciarse en una forma franca y definida un proceso de reforma social. Para lograr estos dos objetivos se consideró necesaria la unidad del país.
Los partidos políticos importantes llegaron a esta conclusión y solamente se hizo la excepción –y en ello tomé yo una parte de cierta importancia– del Partido Comunista de Venezuela, por considerar que su filosofía política, por una parte, y los compromisos internacionales que tiene, por otra, eran incompatibles con los compromisos que los otros tres partidos tenían que formalizar para poder estabilizar un sistema de gobierno democrático de acuerdo con los ideales fijados en el movimiento que condujo al 23 de enero de 1958.
Fue pues ésta, la idea del llamado «Pacto de Puntofijo». El «Pacto de Puntofijo», que ha sido considerado injustamente como un reparto de prebendas burocráticas, fue un compromiso de responsabilidad solidaria que las tres grandes organizaciones políticas, que iban a obtener en las elecciones el noventa y cuatro por ciento del total de los sufragios válidos emitidos, contraían de mantener, durante este período, mediante una acción conjunta, el sistema de gobierno, el gobierno mismo que resultara de las elecciones, hasta el punto de que los tres partidos nos comprometimos a sumar, desde el punto de vista ideal, los votos que los tres partidos obtuvieran y atribuírselos al gobierno que saldría de las urnas. Consideraríamos como si el gobierno salido de las urnas hubiera obtenido la totalidad de votos que se lograra por las tres grandes organizaciones políticas signatarias, en la jornada del 7 de diciembre. Nosotros, los copeyanos, hemos cumplido ese compromiso.
Por este motivo hemos sido objeto de muchos ataques, y entiendo que el Senador Uslar Pietri, que en el curso de la campaña electoral nos ha atacado mucho, precisamente por esta circunstancia, insinuaría el corte de la pregunta para formular sus acusaciones a este respecto. De manera que estoy gustosamente dispuesto a escucharlas y a responderlas lo mejor que pueda.
Carlos Rangel:
Tiene ahora el Senador Uslar Pietri, el candidato Uslar Pietri, siete minutos para hacer su primera exposición.
Arturo Uslar Pietri:
Muy buenas noches, señores. He venido a este debate a cumplir con un deber cívico como es el de llevar ante el electorado venezolano, que sin duda está pendiente de esta hora, puntos de vista que creo útiles y convenientes para esclarecer la conveniencia nacional y la posición de cada uno, en esta grave, en esta decisiva ocasión que presentan las próximas elecciones.
Cuando yo salí a la arena política como candidato presidencial independiente, pensé que tarde o temprano debería yo enfrentarme en algún debate público con el representante del Gobierno. Lo que nunca pensé es que este papel le fuera a incumbir al doctor Caldera. Pensé que era más lógico que le incumbiera al doctor Leoni, a pesar de que el doctor Caldera forma parte, como él mismo lo acaba de decir, de la coalición gubernamental. Pero, dada la posición que ha asumido COPEI últimamente, en la que no se sabe ciertamente si está en el gobierno o está en la oposición, no me parecía que el doctor Caldera iba a asumir la posición de defensa del Gobierno, y que por lo tanto ese papel le incumbiría al doctor Leoni. Sin embargo, tengo pues mucho placer, en venir esta noche a sostener el debate con el doctor Caldera.
Dice el doctor Caldera en su exposición, que él no hubiera deseado el resultado electoral que ocurrió el 58 y que tampoco creía conveniente la elección de Betancourt. Yo puedo decirle que estoy totalmente de acuerdo con él en estos puntos, porque yo tampoco he creído conveniente la elección de Betancourt. La elección de Betancourt, como tuve ocasión de decírselo a él personalmente en una conversación que tuvimos, a raíz de su elección, en diciembre del 58, la consideraba yo la más peligrosa y la más inconveniente. En primer lugar, era llevar al poder a un partido político muy sectario, muy pugnaz, con una tradición exclusivista grande, con unos apetitos de predominio evidentes, y que por lo demás tenía resistencia, resquemores, y un ambiente de hostilidad en muchos sectores de la vida venezolana.
En aquel momento Venezuela acababa de salir de una dictadura y estábamos todos los venezolanos empeñados en estabilizar unas instituciones democráticas. De modo que convenía, evidentemente, que lo que viniera al gobierno, una vez que se estabilizara la democracia, el gobierno constitucional, fuera un régimen de apaciguamiento, de entendimiento, de conciliación, que no representara una secta pugnaz ni exclusivista, sino que sirviera más bien como de juez imparcial, de aglutinador, de mediador, de coordinador de las distintas fuerzas, y le asegurara al país un período de convalecencia política.
El hecho de triunfar el candidato de un partido político, y de un partido político muy agresivo, muy sectario, muy militante, como Acción Democrática, hacía sin duda muy difícil que esto se pudiera obtener, y los resultados están a la vista.
El «Pacto de Puntofijo» no pudo funcionar y no podía funcionar. A poco de andar, Unión Republicana Democrática se retiró de la coalición y en los últimos tiempos es evidente que COPEI sigue participando en la coalición, pero con infinitas reservas, hasta el extremo de que en declaraciones públicas últimas del doctor Caldera y de muchos dirigentes importantes de COPEI, se ha dicho abiertamente que COPEI no asume responsabilidades por la obra del gobierno, de modo que en realidad la coalición ha terminado por ser una cosa vacía, sin contenido y sin definición.
Se cometió también allí otro error que fue el llamado «Pacto de Puntofijo». El «Pacto de Puntofijo» fue un error, porque no tenía una definición programática, sino muy vaga y muy genérica, y consistió en un reparto de las dependencias gubernamentales, lo cual trajo como consecuencia la descoordinación del Gobierno, el desmembramiento del Gobierno, en un momento en que Venezuela necesitaba precisamente lo contrario: un Gobierno muy coordinado, muy integrado, muy unificado en sus directrices y en sus objetivos. Lo que vino a tener fue lo contrario, fue un Gobierno parcelado, desmembrado, sin unidad de acción, que vino a contribuir grandemente a las deficiencias, a los errores y a las grandes faltas que esta Administración ha tenido y que son evidentes.
Esta situación hace pensar que lo lógico era que, en 1958, como tantas veces se dijo, los partidos políticos hubieran llegado a un acuerdo para llevar a la presidencia a un independiente. En ese momento, un independiente hubiese podido hacer un papel de mucho más equilibrio, de mucha más estabilidad para la democracia y para la evolución del país, que un hombre de partido, y sobre todo que un hombre de partido del carácter del señor Rómulo Betancourt, que ha sido siempre un hombre pugnaz, arbitrario, apasionado, impetuoso, autoritario, que era precisamente lo contrario de lo que en aquel momento se necesitaba en aquella difícil etapa de transición.
De modo que yo sí creo que este no era el Gobierno que le convenía a Venezuela. No el sistema, estoy de acuerdo con el doctor Caldera que el sistema democrático es el que le conviene al país, pero no convenía este tipo de gobierno presidido por un partido sectario, por el dirigente de un partido sectario, cuyo resultado fue el que hemos visto, que la coalición no pudo funcionar, que la coalición terminó en dividirse, en crearse una situación de pugnacidad, de desencadenarse una serie de desaciertos y errores atribuibles en gran parte al mal funcionamiento de la maquinaria gubernamental.
Quiero decir que en esto ocurrió también una cosa muy curiosa: COPEI fue un partido que se fundó con la gente que estaba contra Acción Democrática, con la gente que tenía un sentimiento contra Acción Democrática, y por una especie de juego de escamoteo ha resultado que los votantes de COPEI, que votaron en el 58 por Rafael Caldera, porque no querían votar por Rómulo Betancourt, han resultado votando por Rómulo Betancourt, porque COPEI se ha convertido en el soporte de Acción Democrática en el gobierno y en el sostén de Acción Democrática en el gobierno. De modo que hubo una transferencia contra la voluntad del votante, de una decisión que era evidente: se votaba por Rafael Caldera, porque no se quería votar por Rómulo Betancourt, y se terminó finalmente votando, a través de Rafael Caldera, por Rómulo Betancourt.
Carlos Rangel:
Han terminado los primeros siete minutos de ambos contrincantes y le toca al doctor Caldera intervenir en cinco minutos.
Rafael Caldera:
Voy a hacer algunas puntualizaciones acerca de lo que acaba de exponer el Senador Uslar. En primer lugar, yo no he venido aquí como representante del gobierno y él lo sabe muy bien. Estoy invitado como candidato presidencial, por cierto, a mi modo de ver como el candidato presidencial de mayor opción para derrotar al candidato del partido que obtuvo mayoría en las elecciones pasadas. De manera que no vengo a defender al Gobierno, pero tampoco vengo, desde luego, en plan de mezquinar lo que pueda haber de justo o de bueno en el gobierno, ni de eludir responsabilidades que tenga, a las cuales no me voy a referir ahora, porque hay un punto especial, entiendo que propuesto por el Senador Uslar, relativo a las responsabilidades de COPEI en el gobierno, punto cuya discusión he aceptado y me interesa.
Desde luego, tampoco voy a discutir aquí la cuestión de la candidatura independiente, porque hay otro punto del debate que se refiere a candidatura independiente o candidatura de partidos; pero sí necesito hacer algunas consideraciones que me parecen de importancia.
No solamente no voté por Betancourt ni por su partido, y es evidente, sino que hice campaña contra ellos; en cambio, el senador Uslar Pietri se postuló a Senador con la tarjeta amarilla, en una compañía que en algunos aspectos no me parece muy garantizadora de esa paz, de esa serenidad y de ese entendimiento que el senador Uslar considera que hubiera sido lo ideal. Yo le pregunto al senador Uslar, ahora concretamente, ¿cree él que hubiera sido mejor para el país que hubiese triunfado la tarjeta con la cual optó al Senado de la República en las elecciones pasadas? ¿Cree que un gobierno de URD hubiera sido mejor que el gobierno que hemos tenido –si quiere decirlo así el senador Uslar pudiera aceptarle–, que hemos padecido en algunos aspectos los venezolanos en este quinquenio? A este respecto, tengo algunas dudas muy profundas sobre lo que hubiera significado esa fórmula que el senador Uslar auspició. Yo, ni voté por la blanca, ni le hice campaña a la blanca. Me limité a aceptar un hecho, advirtiéndolo al electorado en un documento que, por cierto, lo suscribió también el candidato presidencial que apoyó el senador Uslar, porque después de firmado el llamado «Pacto de Puntofijo» el 31 de octubre, el 6 de diciembre, víspera de las elecciones, se firmó un documento programático, suscrito por el señor Betancourt, por el entonces Contralmirante Larrazábal y por mí, en el cual se decía: «el candidato que resulte electo por la voluntad popular, gozará del respaldo de los otros candidatos y de los partidos que suscriben aquel pacto».
Esto se suscribió en un acto muy solemne en el Hemiciclo del Senado de la República; se trasmitió a todo el país en un acto televisado y radiodifundido por todas las estaciones de Venezuela, de manera que los electores sabían del compromiso que, el candidato presidencial que respaldó el senador Uslar, yo, como candidato presidencial de COPEI, y el que resultó electo, Rómulo Betancourt, teníamos de respaldar al candidato presidencial que resultara electo.
Por lo demás, la gente que votó por mí no votó por votar contra Betancourt, porque los que pensaban de esa manera se fueron a votar por Larrazábal, porque consideraron que un hombre que acababa de tener el gobierno, y que se consideraba como el candidato del gobierno, quizás tenía más posibilidades de derrotar a Betancourt en aquel momento que yo.
En cuanto a lo del «Pacto de Puntofijo» y el apoyo que le he dado al Gobierno electo, le quiero decir que lo que se me ataca hoy de una manera más pugnaz es precisamente lo que se está pidiendo del próximo presidente de la República: un hombre que sea capaz de poner sobre odios y rencores los intereses del país. Yo lo he demostrado en estos cinco años. Yo tenía resentimientos; tengo profundas diferencias frente a Acción Democrática, y demostré y lo demostró mi Partido, que podíamos poner por encima de los intereses del partido el interés nacional. Ojalá que prevalezca la idea de que el próximo presidente de la República sea un hombre que obre de esa manera, que no obre por rencores ni por odios, sino que subordine sus sentimientos personales a un alto interés nacional.
Carlos Rangel:
Le toca ahora al doctor Uslar replicar en cinco minutos.
Arturo Uslar Pietri:
El doctor Caldera alude a que yo apoyé la candidatura de Larrazábal y a que yo fui al Congreso con URD. La verdad es la siguiente, y el doctor Caldera debe conocerla: yo fui en una condición de absoluta independencia. Y quiero decir aquí lo que muchas veces he dicho públicamente, que le debo agradecimiento a URD, en primer lugar porque aceptó el que yo fuera en absolutas condiciones de independencia, y en segundo lugar porque respetó de una manera total y absoluta mi independencia en el Congreso, hasta el extremo de que no se ejerció ni la más leve presión sobre mí, nunca, en ningún punto, y toda decisión que yo tomé en el Congreso la tomé con las más amplia libertad. De modo que yo acepté que URD me postulara como candidato independiente, pero yo no me comprometí a apoyar, ni la política de URD ni la política de gobierno que hubiera resultado de un triunfo de URD. Eso quedaba a mi libre arbitrio.
He podido apoyarla si hubiera sido buena; he podido no apoyarla si hubiera sido mala. Como no triunfó, esto queda en el terreno de la hipótesis, y por tanto no podemos saber cuál hubiera sido mi actitud ante hechos que no se produjeron. Pero es indudable que yo no estaba comprometido a apoyar, ni al partido URD, ni mucho menos al gobierno que hubiera triunfado, de triunfar la tarjeta amarilla en esas elecciones. De modo que mi situación fue totalmente de independencia.
En cuanto a que si yo creo que Jóvito, que URD, hubiera hecho un gobierno mejor que el de Acción Democrática, habría que decir que en primer lugar había una diferencia y era que el candidato no era un jefe de partido, el candidato era un militar que había presidido la Junta de Gobierno Provisional y por lo tanto estaba en una condición de independencia en que podía ser lo más libre para actuar, y el papel de URD era el de un partido que lo apoyaba. Creo igualmente que el doctor Villalba, por su carácter, por su actitud, siempre ha sido un hombre más liberal, de mente más abierta, más tolerante, más comprensivo de lo que ha sido el señor Betancourt toda su vida. Es evidente el contraste de los dos caracteres de estos dos hombres.
Dice el doctor Caldera finalmente que él ha aceptado un hecho. Yo creo que los hechos evidentemente no necesitan que nosotros los aceptemos o no los aceptemos, son; pero nosotros podemos no resignarnos a los hechos y la historia en gran parte se ha hecho a base de los hombres que no se han resignado a los hechos, es decir, que le han dicho a los hechos que hay que modificarlos, hay que cambiarlos, no estoy de acuerdo con ellos y no me veo obligado a aceptarlos, porque si no la historia hubiese sido una especie de gravitación mecánica, y la historia en gran parte ha sido hecha por los hombres que individualmente se han alzado contra las circunstancias, se han opuesto a las circunstancias y han tratado de cambiarlas y lo han logrado muchas veces.
De modo que el doctor Caldera no estaba obligado, ni su partido, a aceptar pasivamente el hecho del triunfo de Acción Democrática y el «Pacto de Puntofijo», porque una cosa es apoyar un sistema político, apoyar la democracia –cosa que me parece muy plausible y que sería yo la última persona que le criticara, no creo yo que nadie le vaya a enrostrar al doctor Caldera que ande conspirando o que esté favoreciendo un golpe de estado– y otra cosa es apoyar una política. La cosa es enteramente distinta. Yo tampoco conspiro, ni he conspirado, ni conspiraría nunca, pero de allí a que yo apoye la política que ha desarrollado Betancourt, hay un abismo.
De modo que yo creo que se debe sostener el régimen constitucional en Venezuela, que debe perdurar el régimen constitucional en Venezuela, pero nadie me puede pedir que apoye la política de Betancourt, porque no estoy de acuerdo con ella; y si el precio de sostener el régimen constitucional en Venezuela es avalar, apoyar, aceptar y dar por buena la política de Betancourt, yo creo que es un precio muy alto y muy caro que nadie está obligado a pagar. De modo que yo pienso, perfectamente, que COPEI ha podido, con todo el respeto al régimen constitucional, mantener su punto de vista, porque yo insisto en que gran parte de la militancia de COPEI salió de un sentimiento de reacción contra Acción Democrática el año de 1946 y, por lo tanto, mucho copeyano se siente incómodo y se debe sentir incómodo de encontrarse a estas alturas apoyando la política de Betancourt. Ese es el punto que yo quería poner en claro.
Carlos Rangel:
Para concluir el primer punto del debate, habrá dos intervenciones de tres minutos cada una, de las cuales la primera corresponde al doctor Caldera.
Rafael Caldera:
Voy a tratar de sintetizar las observaciones de la forma siguiente: primero, absoluta independencia con que aceptó el doctor Uslar la postulación en las planchas. Yo entiendo que eso quiere decir que después de salir electo no tenía un compromiso de actuar según una línea política, pero eso no puede significar, doctor Uslar, que cuando usted aceptó su inclusión en una plancha, usted le negara su respaldo moral a esa plancha, y que si usted tenía electores que creían en usted, esos electores no iban a votar por la tarjeta que correspondía a su elección.
Cuando un ciudadano independiente se postula como independiente en una plancha, no queda obligado a seguir la línea del partido que lo postula, pero sí está pidiéndole al electorado que le dé sus votos a la plancha en que aparece su nombre. De manera que yo no me estoy refiriendo al hecho de que usted después quedara obligado a seguir la línea que le señalara el doctor Villalba, sino a que usted le pidió a los electores que pudieran creer entonces en su palabra y en su influencia política, sin duda considerable, que votaran por la tarjeta amarilla.
No creo que el triunfo de la tarjeta amarilla hubiera significado una hipótesis mejor para el país, y para esto señalo una circunstancia también que usted pasó por alto en su intervención anterior. Dijo: «cuando URD se retiró del gobierno por discrepancias…». URD se retiró del gobierno, hizo crisis el problema –lo recordará usted–, cuando el gobierno de Venezuela se alineó frente al gobierno de Fidel Castro en San José de Costa Rica. De manera que ahí hubo una definición de política en la cual evidentemente cualquier venezolano que haya experimentado la situación posterior que ha vivido el país y que juzgue los problemas de América Latina, tendrá que haberle dado la razón al gobierno de Venezuela. El partido URD no quiso hacer causa común con las otras repúblicas del continente en la condenación de la dictadura de Fidel Castro en Cuba y fue por esa circunstancia por la que URD se retiró del gobierno. Supongo que nadie me hubiera pedido a mí que me hubiera retirado, como URD, para hacer causa común con Fidel Castro frente al gobierno de Venezuela.
Por lo demás, lo de resignarnos a los hechos y aceptar pasivamente es una interpretación no adecuada del Pacto suscrito. El Pacto suscrito por los tres partidos dice de una manera muy categórica antes de las elecciones, lo siguiente: «Si bien el ejercicio del poder por un partido es consecuencia legítima de una mayoría electoral, la suerte de la democracia venezolana y la estabilidad del estado de derecho entre nosotros, imponen convertir la unidad popular defensiva en gobierno unitario, cuando menos por tanto tiempo como perduren los factores que amenazan el ensayo republicano iniciado el 23 de enero». El gobierno de unidad nacional, propuesto por cierto por el doctor Villalba, es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una oposición sistemática que debilitaría el movimiento democrático. No fue una aceptación pasiva de los hechos, fue el cumplimiento de una obligación que habíamos contraído solemnemente ante el país.
Carlos Rangel:
Le toca ahora al doctor Uslar concluir el primer punto del debate.
Arturo Uslar Pietri:
Tengo que repetirle nuevamente al doctor Caldera que mi posición fue de absoluta independencia, que yo no asumí ninguna obligación de respaldar la línea política de URD y por lo tanto mi figuración en esa plancha, si bien significaba el hecho que estaba de acuerdo en figurar en ella y no tenía inconveniente en figurar en ella, no significaba que yo iba a apoyar la línea política de URD.
En cuanto a las razones que URD tuvo para retirarse de la coalición, no soy yo quien las puede defender aquí porque no tuve arte ni parte en esas decisiones, por la misma razón de mi absoluta independencia. Esas razones las puede defender URD y supongo que tendrá manera de hacerlo, pero no es a mí a quien corresponde, porque en realidad yo no he tenido nada que ver, ni con el «Pacto de Puntofijo», ni con el retiro de URD, ni con la permanencia de COPEI en el gobierno. Yo he sido independiente absolutamente completo en el Congreso, y por lo tanto puedo responder de lo que yo he hecho, de lo que yo he actuado, de lo que yo he dicho; ahora, de lo que ha hecho el partido URD muy poco puedo decir u opinar, porque no tengo ni injerencia ni autoridad para hacerlo.
Dice el doctor Caldera que ellos no podían retirarse por el motivo aparente que él invoca, que fue la situación con la posición frente al régimen cubano. Perfectamente, yo no dudo que el doctor Caldera tenga sus motivos para no estar de acuerdo en este punto, pero yo creo que sí ha habido otras causas y otros motivos, que analizaremos después cuando haya tiempo, en los cuales COPEI asumió una responsabilidad al respaldar este gobierno en sus aciertos y en sus desaciertos, que fueron muchos, en sus grandes errores, en desatar una tremenda crisis económica en Venezuela, en toda una política de atropello en la cual indudablemente COPEI tiene una parte innegable de responsabilidad, y la tiene, no como yo que soy independiente en el Congreso y que no asumo responsabilidad ninguna por partidos a los cuales no pertenezco y cuya dirección no tengo, sino como un hombre que preside con mucha autoridad un partido político, y ese partido político ha estado estrechamente ligado a toda la acción del gobierno de Betancourt. Y, como dijo el doctor Caldera, lo ha dicho muchas veces, es el principal soporte de ese gobierno, porque el doctor Caldera ha dicho muchas veces que COPEI no se ha retirado de la coalición porque probablemente hubiera fracasado el gobierno y hubiera debilitado peligrosamente al gobierno. Quien tiene fuerza para sostener un gobierno tiene fuerza para dirigirlo y tiene por lo tanto una responsabilidad muy grande en permanecer, si es que la línea política de ese gobierno no está de acuerdo con su orientación o con sus principios.
Carlos Rangel:
El segundo punto del programa, según dije al principio, es la responsabilidad del partido COPEI en los aciertos y desaciertos del actual gobierno. Para este punto se invertirá el orden de la intervención, es decir, que será el doctor Arturo Uslar Pietri quien haga la primera exposición de siete minutos.
Arturo Uslar Pietri:
Yo creo que la inmensa mayoría de los venezolanos está de acuerdo en que este gobierno ha cometido muy graves errores y tiene grandes fallas y la prueba más evidente es que no solamente la oposición anda diciendo que hay necesidad de un cambio en Venezuela, sino que los candidatos de la propia coalición, tanto el doctor Leoni como el doctor Caldera, van diciendo constantemente que ellos ofrecen un cambio.
Nadie ofrece un cambio de una cosa buena. Las cosas buenas se conservan muchísimo tiempo. Cuando alguien ofrece que hay que cambiar una cosa es porque esa cosa no es satisfactoria y es necesario adaptarla. A nadie se le ocurre derribar o componer una casa que es una buena casa. Se compone o se derriba o se modifica una casa, cuando no sirve para la familia que la habita, cuando tiene defectos, cuando es inadecuada. De modo que ésta es la confesión, incluso de los candidatos de la coalición, de que este gobierno está lejos de ser satisfactorio para Venezuela.
Las fallas de este gobierno son muchas. Son políticas, son administrativas, son económicas. Ya tendremos ocasión de examinarlas en otro capítulo de este debate, pero podemos decir, por ejemplo, que este gobierno ha desatado una crisis económica en Venezuela, y esto lo digo con toda firmeza. La responsabilidad de este gobierno en la crisis económica que el país vive es inmensa. Son hechos negativos del gobierno, errores del gobierno, los que desataron esta crisis económica. Si alguna cosa podemos decir nosotros con orgullo, ese orgullo de las cosas hechas en el país, es que esta crisis está hecha en Venezuela. No es el reflejo de una crisis mundial, es una crisis fabricada por nosotros.
En la crisis política, igualmente, en gran parte, ha tenido una responsabilidad este gobierno. Ha tenido una responsabilidad por su tono arrogante, por su falta de contacto, por su falta de comprensión, por su deseo abierto de predominio político, por la posición ventajista que ha asumido en muchos casos y más últimamente, de modo que es evidente que tiene una responsabilidad.
Y desde el punto de vista social, no solamente no ha sido capaz de resolver los grandes problemas sociales de Venezuela, sino que los ha agudizado. Porque el desempleo ha crecido verticalmente, el cinturón de ranchos que rodea a Caracas y a las grandes ciudades de Venezuela se ha multiplicado de un modo escandaloso, como nunca se había visto.
Los desaciertos están a la vista y el país, en lugar de evolucionar hacia la prosperidad, hacia el bienestar, hacia la tranquilidad, ha evolucionado a la inversa, ha ido hacia la ruina, hacia la desinversión, hacia la violencia. Todos son resultados negativos.
La responsabilidad de COPEI es evidente y es grande, por una razón obvia: porque no hay dos gobiernos, hay un gobierno y ese gobierno es el gobierno nacional. Ese gobierno lo preside un presidente de la República, y el presidente de la República, fuera de dos atribuciones muy pequeñas que son la de nombrar Ministros y la de comandar el Ejército, todas las demás atribuciones las ejecuta por medio de sus Ministros, que son sus órganos, e incluso a través del Consejo de Ministros, como la de reglamentar las leyes, la de decretar, la de acordar créditos, la de tomar medidas de emergencia, de modo que la Constitución dice que el presidente de la República ejercerá en Consejo de Ministros las atribuciones señaladas en los ordinales 6, 7, 8, 9, 10, 11, 13, 14 y 15, y luego otros actos a través del Ministro correspondiente. Cada ministro que se sienta en el Gabinete es, por lo tanto, un copartícipe y un responsable solidario de los hechos del gobierno. El último de los ministros tiene plena responsabilidad por todos los actos del gobierno, mucho más de un partido político que tiene tres Ministerios, que ha permanecido en la coalición todo el tiempo y que tiene varias gobernaciones de Estado y varios Institutos Autónomos.
La Constitución lo dice expresamente en el artículo 196: «Los Ministros son responsables de sus actos, de conformidad con esta Constitución y las Leyes, aún en el caso de que obren por orden expresa del Presidente. De las decisiones del Consejo de Ministros serán solidariamente responsables los Ministros que hubieran concurrido, salvo aquellos que hayan hecho constar su voto adverso o negativo».
De modo que en todos los casos en que los Ministros de COPEI no han hecho constar su voto adverso o negativo, y hasta el momento que yo sepa no se ha publicado nunca esa circunstancia, significa que los ministros copeyanos y el partido socialcristiano COPEI, son solidarios plenamente, tan solidarios como Acción Democrática, de los actos de este gobierno. Por lo tanto, no es divisible esa responsabilidad, no puede COPEI pretender que él es responsable de ciertas cosas, de las que han hecho los ministros copeyanos directamente, y no las que han hecho los demás ministros, porque el gobierno es indivisible, es uno solo, y la solidaridad, como dice la Constitución, es plena, a menos que se salve por el voto negativo o por el voto salvado o por el camino más expedito que hay que es, cuando uno no está de acuerdo con una cosa, no seguir en ella, y siempre está abierto el camino muy digno de la renuncia y de retirarse del gobierno.
De modo que es perfectamente inaceptable el que COPEI diga, como lo dice hoy en día, que él no tiene responsabilidad sino muy parcial en los actos del gobierno; que él se lava las manos como Pilatos de todo el desastre que este gobierno ha hecho. Yo creo que COPEI no ha tenido la voluntad de hacer mal, no le estoy imputando esto, pero que tiene la responsabilidad plenaria, completa, igual a la de Acción Democrática, es evidente.
Y por lo tanto resulta muy difícil entender o explicar cómo un partido que ha estado todo el tiempo en el gobierno, compartiendo solidaria y plenamente la responsabilidad según la Constitución, y que sigue en el gobierno, porque no se ha retirado del gobierno, salga hoy a la calle a presentarse como una alternativa, a presentarse como una solución, a presentarse casi como un partido de oposición, diciendo como lo han dicho los copeyanos que la pelea es entre Leoni y Caldera. Leoni y Caldera no son los contrincantes: son los representantes de la sociedad gubernamental, de los dos núcleos que unidos han gobernado a Venezuela solidariamente y tienen la responsabilidad plena de los aciertos, que no son muchos, y de los errores, que son muy grandes.
Carlos Rangel:
Tiene ahora el doctor Caldera, según los términos del debate, siete minutos para su exposición.
Rafael Caldera:
Está empeñado el doctor Uslar Pietri en señalarme a mí como el defensor del gobierno o como el que elude la responsabilidad. No acepto ninguno de los dos papeles. No vengo hoy en plan de defender al gobierno, pero tampoco en plan de eludir la responsabilidad que me incumbe. El papel de Pilatos no lo asumo, pero desgraciadamente en la política venezolana el papel de Judas sí que estuvo representado en la organización y desorganización del gobierno, y ese papel yo no lo quise ni lo quiero representar.
El Dr. Uslar hace un juego hábil al leer la Constitución y después interpretarla. La Constitución dice que de los actos del Consejo de Ministros son responsables todos los ministros, a menos que salven su voto. Correcto, de todos los actos del Consejo de Ministros son responsables los ministros copeyanos, salvo en aquellas circunstancias, que son algunas, en que han salvado sus votos, y el partido los acompaña en esa responsabilidad. La Constitución no dice que de todos los actos del Presidente sean responsables solidariamente todos los ministros, porque eso sería una monstruosidad.
Cuando se hablaba el año 58 de escoger un candidato independiente, de unidad, llegó un momento en que yo veía que la idea de muchos era hacer de ese Presidente un muñeco. Y más de una vez observé que la primera necesidad del país era la de que hubiera un Presidente que gobernara, y yo creo que el Presidente debe gobernar. Cuando se propuso una quinaria, un gobierno colegiado, me opuse, y no triunfó la tesis por la oposición nuestra.
El Presidente ha gobernado y nosotros lo hemos dejado gobernar. Hemos participado en el gobierno, hemos influido en muchas de sus decisiones; aceptamos la responsabilidad en muchos aspectos, y en este sentido estamos dispuestos a aclarar concretamente los hechos a que se refiera el Dr. Uslar Pietri, pero yo quiero hacer dos observaciones que me parecen importantes.
El Dr. Uslar dice que el gobierno es responsable «de la crisis económica desatada en el país y de la crisis política provocada por la arrogancia y por la intransigencia del gobierno». Me parece que el Dr. Uslar está olvidando dos factores de mucha consideración: primero, la dictadura derrocada el 23 de enero; segundo, el comunismo y su desviación hacia los hechos terroristas.
Primero, considerar que la crisis económica aparecida en 1959 y 1960 fue provocada por el gobierno que comenzó el 13 de febrero, es una injusticia. Las bases de la crisis económica, la arquitectura de la crisis económica, si pudiéramos decir así, las montó la dictadura, y yo oí a mucha gente de la que hoy apoya la candidatura del Dr. Uslar Pietri, decirme, en tiempos de la dictadura, que el rumbo que llevaban las cosas hacía inevitable una catástrofe. La situación económica comenzaba a ser grave y eso fue un factor que nos ayudó al derrocamiento de la dictadura. El gobierno provisional salvó la situación a base de dinero y de postergar los problemas para que los resolviera el gobierno constitucional. Era su función. El gobierno provisional entendió que su papel era servir de puente para que llegara el gobierno constitucional.
Nosotros, los copeyanos, en un documento que fue publicado en la prensa y que tengo por acá incluso, hicimos críticas a la política económica del gobierno y logramos finalmente una revisión de conceptos. Ahora, nosotros no entendemos lo que sostiene el Dr. Uslar, que sea lo mismo. «Cambio de política pide COPEI», éste es un periódico (muestra a la cámara) del día 14 de julio de 1960. Ya para entonces habíamos hecho muchas observaciones de carácter interno, porque nos parecía un error adoptar una política anti-inflacionista en momentos en que se había iniciado un proceso de depresión.
Pero, sostener un gobierno no es dirigirlo. En eso no estamos de acuerdo. Nosotros tenemos, contrajimos el compromiso, de sostener este gobierno, pero no por ello adquirimos el derecho de dirigirlo. El pueblo sabe perfectamente –y he recorrido las tres cuartas partes del país, no yendo solamente a poblaciones grandes a estar un momento, sino a las poblaciones más pequeñas, a los caseríos, he bajado a las quebradas, he subido los montes, he entrado a los ranchos– , el pueblo sabe que un gobierno presidido por mí sería distinto al gobierno que ha tenido el país durante estos cinco años.
Pero yo quiero hacer sobre todo la siguiente observación: imputarle la crisis política a arrogancia del gobierno; decir que estamos en una situación difícil porque el señor Betancourt es malcriado o porque trató duro a los comunistas, porque les dijo cosas pesadas o porque fue intransigente, es un argumento que yo no puedo aceptar. Yo vi en las propias calles de Caracas, en los momentos en que se posesionaba el Presidente electo por la mayoría popular, disturbios que ya se fomentaban; yo observé las manifestaciones absolutamente injustificadas que por medio de la violencia irrumpían todos los días quemando vehículos, rompiendo vidrieras, provocando desórdenes, en una forma sistemáticamente organizada. Yo no creo justo decir que los comunistas son unos buenos muchachos que, como Betancourt no los entendió, o los trató con cierta «malacrianza», entonces han provocado esto que se llama la crisis política. En el fondo, las discrepancias que en el seno del gobierno surgieron con URD se debieron a que sistemáticamente URD se inclinó del lado de los comunistas, cada vez que existió una crisis con el gobierno.
Nosotros entendemos que nuestro deber con el país y con el gobierno era sostener la estabilidad del régimen. No estamos en una democracia cualquiera, en que nos podemos dar el lujo de salir afuera a ver qué pasa; era el primer gobierno que tenía el chance de terminar su período constitucional, y esa obligación la contrajimos con el país y la hemos cumplido. No hemos pretendido que hayamos sido los únicos factores. Un factor de gran importancia ha sido la responsabilidad profesional de las Fuerzas Armadas; otro ha sido la conciencia cívica del pueblo, que la he visto más clara que nunca. Ahora, en este proceso electoral también ha habido participación en los hechos positivos del Presidente y de los que lo han acompañado, pero creo que un factor de mucha importancia, cuya desaparición le hubiera restado posibilidades de vida al sistema democrático, porque no se trataba de que cayera o no un gobierno sino de que sobreviviera o no un sistema, lo ha tenido la posición copeyana, de la cual me siento muy orgulloso.
Carlos Rangel:
Cinco minutos, doctor Uslar.
Arturo Uslar Pietri:
Dijo el Dr. Caldera que de todos los actos no son responsables los ministros: son responsables de todos los actos importantes del gobierno legalmente, pero moralmente son responsables absolutamente de todos los actos del gobierno, porque ningún hombre está obligado a permanecer ni un minuto dentro de una situación con la cual no esté de acuerdo. Eso es moralmente insostenible. Legalmente es posible que por medio de una argucia legal o jurídica llegue uno a decir: «mi responsabilidad legal llega a este término» pero, ¿y la responsabilidad moral no se está avalando dentro de un gobierno dentro del cual se está?
El público puede distinguir en qué se está de acuerdo y en qué no se está de acuerdo, de modo que la responsabilidad es plena, legal, solidariamente plena en todas las decisiones importantes y moralmente, absolutamente plena e indivisible. COPEI ha podido, si no estaba de acuerdo con el gobierno, hacer una de dos cosas: o emplear su influencia, que debía ser grande, puesto que como el mismo Dr. Caldera lo dice, la posición de COPEI dentro del gobierno era por sostener la estabilidad del gobierno, y quiere decir que su ausencia podía amenazar la estabilidad, emplear esa autoridad para que no se cometieran errores políticos, para que no se siguiera una línea con la cual COPEI no estaba de acuerdo o retirarse del gobierno. Pero al permanecer estaba aceptando una de dos cosas: o bien seguir apoyando algo con lo que no estaba de acuerdo o bien quedarse cómodamente dentro del gobierno, en lugar de retirarse en un momento dado con consecuencias mejores para el país, porque posiblemente, ante la amenaza del retiro de COPEI, hubieran podido enmendarse muchos errores administrativos y políticos que no se enmendaron y siguieron adelante.
Dice el Dr. Caldera que han dejado gobernar al Presidente y yo creo que ese es un error. No hay que dejar gobernar al Presidente a su real capricho y entender, porque nadie está obligado a enajenar su voluntad ni su responsabilidad. De modo que si COPEI no estaba de acuerdo con un acto del presidente de la República debía manifestar su desacuerdo y decirle: «Señor presidente, con todo el debido respeto, yo no estoy de acuerdo con esto que usted está diciendo o usted está haciendo; de modo que si usted continúa por esa línea, usted tiene todo el derecho de hacerlo, pero no tiene derecho a obligarme a mí a que lo acompañe. Yo me marcho». Y eso es inobjetable, y esa es una posición absolutamente digna y que hubiera traído como consecuencia probablemente la enmienda de muchos errores, o se hubieran evitado otros que se cometieron.
En cuanto a la crisis económica, desgraciadamente los cinco minutos que tengo son como pretender meter un barco dentro de una botella, pero trataré de decir esto: la crisis económica en Venezuela la desató un error fundamental de política. Este gobierno, el año de 1959, como yo lo denuncié públicamente en el Senado, se empeñó en practicar una política deflacionaria en un momento en que el país necesitaba todo lo contrario. Necesitaba un control de cambios y una inyección de medios de pago, y el gobierno mantuvo la libertad de cambio para que se fueran de Venezuela cinco o seis mil millones de bolívares, y una política deflacionaria que arruinó al país. De modo que allí está la causa. Yo no digo que no hubiera otras causas que venían de antes, pero la causa determinante fue la política económica que el gobierno adoptó y sostuvo con una tenacidad increíble, porque yo asistí a reuniones en que el Dr. Caldera estaba presente y debe acordarse de alguna de ellas en que le dije al señor presidente de la República, a los ministros: «vamos al desastre, vamos a una crisis económica espantosa». Y el señor contestaba que yo era pesimista o que yo era alarmista. Desgraciadamente yo tuve razón. Hubiera querido equivocarme, porque se le hubieran ahorrado al país muchos sufrimientos, mucha hambre y muchas dificultades como son las que tenemos.
Dice el Dr. Caldera que había pedido un cambio de política COPEI. ¿Por qué si pidió el cambio de política no lo impuso? ¿Acaso COPEI es una gente que anda por la calle? Que pida un cambio de política yo y que no me hagan caso está muy bien, yo no formo parte del gobierno, el señor Betancourt no tiene por qué tomar en cuenta mis opiniones, puede perfectamente ignorarlas, pero que la opinión del Dr. Caldera no la puede ignorar el señor presidente Betancourt es evidente. De modo que si COPEI quería un cambio de política ha debido imponer ese cambio de política o ha debido retirarse de la coalición, y hubiera sido mucho más preferible para él.
De modo que yo quedo, para resumir, en que sostener la estabilidad es una cosa muy plausible –yo la sostengo también y la sostengo en la calle, yo no estoy conspirando ni he conspirado nunca– pero apoyar una política con la que no se está de acuerdo no es sostener la estabilidad, es vivir en una contradicción insalvable y absolutamente inexplicable para la mayoría de las personas.
Carlos Rangel:
Cinco minutos para responder, Dr. Caldera.
Rafael Caldera:
Bueno, el Dr. Uslar dice que al participar en un gobierno somos moralmente responsables de todos los actos del gobierno. Si se tratara realmente de que se imputaran al gobierno crímenes, entonces el planteamiento sería serio. Yo le pediría al Dr. Uslar concretar los crímenes que se hayan cometido. En materia económica repito, es un error lamentable, porque puede tergiversar la conciencia del país, dar la impresión de que la economía del país era boyante cuando la dejó la dictadura y de que el gobierno constitucional la hundió en un caos. Nosotros hicimos nuestro planteamiento contra la política deflacionaria y logramos rectificación, que consideramos fue tardía, pero nosotros no fuimos a imponer política en el seno del gobierno, sino a garantizar ciertas líneas de las cuales la fundamental ha sido el sostenimiento, la estabilidad democrática, que es la que nos permite estar aquí al Dr. Uslar y a mí discutiendo sobre un problema electoral, porque si el gobierno hubiera caído, pues entonces no sé qué actividad tendría el Dr. Uslar, pero yo sabría exactamente que no estaría aquí, ni mucho menos participando en esta cuestión.
De manera, pues, que no es un error dejar gobernar al señor presidente. Yo no estoy de acuerdo con eso. El país es presidencialista y el presidente tiene que gobernar. Yo no dije «a su leal saber y entender», sino dentro de las decisiones del Gabinete y dentro de las discusiones de las fuerzas políticas, en las cuales nosotros no teníamos ni tenemos una mayoría. Yo puedo señalar un ejemplo: el presidente Medina se inclinó por la candidatura del doctor Angel Biaggni, y el Dr. Uslar consideró esa candidatura un error trágico. Era figura dominante en su partido y figura dominante en el gobierno. ¿Se le puede imputar al Dr. Uslar responsabilidad por el trágico error de haber postulado la candidatura del doctor Angel Biaggini en 1945, que condujo a los acontecimientos que después ocurrieron?
Por otra parte, al hablarse de la responsabilidad de COPEI en el gobierno, se olvida también de la gran parte positiva que ha tenido COPEI en su participación en el gobierno. ¿En quién se hubiera podido apoyar el Presidente, después de las crisis sufridas por su partido, para hacer frente a la arremetida comunista, si COPEI no hubiera participado en el gobierno? Hubiera tenido que capitular con las fuerzas políticas que sostenían que debía haber un entendimiento con los comunistas. Por otra parte, ¿el gobierno ha respetado o no ha respetado una serie de instituciones fundamentales para el país y que era necesario asegurar, para asegurar la estabilidad democrática?
Por lo demás, cuando nosotros hemos participado en el gobierno hemos realizado una labor. El Ministerio de Agricultura y Cría ha cumplido una labor positiva en beneficio del país, a pesar de no tener el control del Instituto Agrario Nacional y del Banco Agrícola y Pecuario, no solamente porque fuera una distribución de cargos del gobierno, sino porque los partidos políticos en el Congreso se pusieron de acuerdo para quitarle al Ministerio de Agricultura y Cría todo control sobre el IAN, porque ya el Ministerio de Agricultura y Cría estaba en manos de un copeyano y probablemente la rivalidad política pensaba que dejar todo el control de la reforma agraria en manos de un dirigente copeyano podría darnos un acceso aún mayor a las clases populares.
El Ministerio de Fomento ha realizado una labor positiva en materia de industrialización, y yo quisiera que concretamente me dijera el Dr. Uslar Pietri si esta labor de industrialización le merece o no le merece consideración y respeto, si se ha realizado o no un servicio positivo al país en materia de industrialización; y quisiera también que el Dr. Uslar Pietri me dijera si se han rectificado o no en la política oficial –seguramente en una forma un poco tardía, lamentablemente tardía– pero si se han rectificado errores de política económica que dominaron durante la primera etapa del gobierno constitucional, y si en esa rectificación tiene o no tiene alguna influencia la presencia de COPEI en el gobierno.
Es bastante fácil, desde esa posición independiente decir «yo no estoy comprometido con nadie, yo no tengo nexos con nadie, yo no me siento obligado con nadie, yo veo esto me gusta y esto no me gusta». Las conversaciones esas de Miraflores…, la memoria sin duda me está fallando en este momento…, pero esa posición de San Jorge venciendo al dragón en presencia, allá, en aquellas reuniones que describe el Senador Uslar Pietri, sinceramente no las recuerdo. Sé que él ha tenido una posición discrepante con el régimen, y es correcto, pero él quizás no esté al tanto de las numerosas manifestaciones que nosotros hicimos para la rectificación de la política económica del gobierno.
Carlos Rangel:
Tiene ahora el Dr. Uslar tres minutos para la última réplica en relación a este punto.
Arturo Uslar Pietri:
Dice el Dr. Caldera que la responsabilidad moral no es como yo la describo porque indudablemente no tuvieron ellos una participación directa en esas decisiones, pero mientras más el Dr. Caldera describe la independencia con la cual ha actuado COPEI y la importancia y el peso que COPEI ha tenido en las decisiones del gobierno, mucho más claro se ve que su propio peso y su propia importancia le dan una responsabilidad plena, porque si él hubiera negado su apoyo a esas medidas, esas medidas no se hubieran podido tomar.
El Dr. Caldera me dice que cuando se designó a Biaggini candidato presidencial, él cree que yo no tengo responsabilidad en eso, porque evidentemente yo podía estar de acuerdo con otra forma de candidatura, e incluso hasta se habló de la posibilidad de una candidatura mía. Yo le quiero decir al Dr. Caldera que yo tengo una responsabilidad en la designación de Biaggini, porque cuando se designó a Biaggini yo formaba parte de ese gobierno y si yo no hubiese estado de acuerdo, yo he debido retirarme y apartarme del gobierno de Medina y decir «no estoy de acuerdo y considero esto un disparate muy grave». El hecho de no apartarme me hace a mí plenamente responsable de esa candidatura, que por lo demás no considero fuera tan disparate como se dice, ni mucho menos.
Acaba de decir también el Dr. Caldera que los ministros copeyanos de Agricultura no han tenido ninguna responsabilidad en la gestión del Banco Agrícola y del IAN. Yo le quiero decir que desgraciadamente no es así, que en el desastre del Banco Agrícola, que es enorme –y aquí tengo cifras que después le presentaré si él quiere– y en el desastre de la reforma agraria, el Ministro de Agricultura copeyano tiene una responsabilidad que le da la ley. La Ley del Banco Agrícola y Pecuario, en su artículo 79, dice lo siguiente (lee): «El Banco presentará al Ministerio de Agricultura y Cría, en el primer trimestre de cada año, un informe contentivo de todas las operaciones realizadas en el año civil inmediatamente anterior y un resumen de lo que proyecta realizar en el año siguiente. Una copia de ambos documentos será remitida a la Contraloría. También presentará al citado Ministro, mensualmente, el balance de sus operaciones, sin perjuicio de la publicación que él hubiera hecho en algún diario o lugar de su oficina. El Ministro de Agricultura y Cría inspeccionará anualmente las operaciones del Banco y cuantas veces lo crea conveniente enviará la persona o personas que al efecto designe para que practique el examen y verificación de los libros de contabilidad, etc.». Y en cuanto a la Ley de Reforma Agraria, el artículo 206, dice (lee): «El Ministerio de Agricultura y Cría y la Contraloría de la Nación inspeccionarán cuantas veces lo consideren necesario, pero por lo menos dos veces al año, las operaciones del Instituto Agrario Nacional y su estado financiero». De modo que la responsabilidad del Ministro de Agricultura es plena en la gestión del Banco Agrícola y Pecuario y en la gestión del IAN, cualquiera que sea la persona que estuviera al frente de ella, de modo que COPEI no puede eludir esa responsabilidad por la desastrosa administración del Banco Agrícola y la desastrosa administración del IAN.
Carlos Rangel:
Tiene tres minutos, Dr. Caldera, para la última réplica suya en relación con el segundo punto del debate.
Rafael Caldera:
En primer lugar, el Dr. Uslar bien sabe la diferencia que hay entre «inspeccionar» y «dirigir», y si recuerda los debates en materia de Ley de Reforma Agraria, tendrá conciencia de que se daba un derecho de apelación de las decisiones del Instituto Agrario Nacional ante el Ministerio de Agricultura y Cría y el Congreso le quitó ese derecho al Ministerio de Agricultura y Cría. Hoy por hoy, según la Ley de Reforma Agraria, el IAN es el Instituto más autónomo del país, tan autónomo que hasta dicta su propio reglamento, atribución que me parece inconstitucional –porque la Constitución da al Poder Ejecutivo el derecho de reglamentar las leyes– y da al presidente del IAN, ni siquiera al Directorio, la plena atribución de designar todo el personal dependiente, sustrayéndoselo a los otros directores. Esto fue hecho deliberadamente, con el apoyo de todos los demás partidos que estaban allí, algunos de los cuales se quejan ahora de la conducta del IAN, porque temieron darle demasiada injerencia o demasiada importancia al Ministerio de Agricultura y Cría en la ejecución de la Reforma Agraria.
En cuanto al caso del Dr. Biaggini, yo le voy a señalar que esa es justamente la diferencia: el Dr. Biaggini fue postulado y el Dr. Uslar aceptó el hecho, mientras que el Dr. Leoni ha sido postulado por Acción Democrática y yo estoy combatiendo esa candidatura, por la sencilla razón de que no contraje compromisos con el actual gobierno que vayan más allá del período constitucional, porque no contraje compromisos de carácter político y porque no es ahora sino durante todo el tiempo que sistemáticamente hemos delimitado cuáles han sido nuestras responsabilidades en el actual gobierno.
Ahora, yo voy a hacer un pequeño argumento que me parece debe ser claro y elocuente en relación a todas esas imputaciones que el Dr. Uslar Pietri le hace a COPEI de solidaridad y responsabilidad en este gobierno, que nos presenta como lo más monstruoso y horrendo. ¿Por qué entonces el Dr. Uslar, hace como un año, me invitó a su casa a formar un frente con URD y con AD-Oposición para apoyar la candidatura de un independiente, presumiblemente el mismo Dr. Uslar? ¿Por qué me dijo entonces que COPEI era la balanza de la situación política del país? Si éramos un apéndice de Acción Democrática, pues no tenía ningún objeto semejante proposición. De manera que yo creo que ese hecho, que espero el Dr. Uslar no habrá olvidado, es una indicación clara de que en la conciencia del Dr. Uslar, hasta ese momento, COPEI era una cosa muy distinta y su posición política en el país muy diferente de la de Acción Democrática. Parece que este planteamiento es suficiente.
Sólo lamento que el Dr. Uslar no me hubiera contestado la pregunta concreta que le hice sobre qué opina de la labor del Ministerio de Fomento en el proceso de industrialización del país.
Carlos Rangel:
Pasamos ahora al tercer punto del debate; punto en el cual tendrá el Dr. Caldera la palabra de primero, invirtiendo de nuevo el orden de las intervenciones. Se trata del problema de la violencia y de la posición frente al comunismo.
Tiene usted siete minutos, Dr. Caldera, para hacer su exposición.
Rafael Caldera:
En los últimos tiempos, en Venezuela, el tema de la violencia es, sin duda, de los que más inquietan y preocupan la vida del país. Se ha desatado en Venezuela un proceso de violencia sistemática, organizada, cuya responsabilidad ha sido asumida y demostrada en infinidad de hechos en una forma bastante palpable, a tal punto de que son muy pocos los sectores que no saben de dónde emana esa violencia y cómo se realiza.
Frente a ese problema ha habido una especie de posición, no quisiera decir aquí de Pilatos, pero sí como de observador más o menos tranquilo que dice: «no vamos a averiguar de dónde salió la violencia. Ha habido violencia de lado y lado. Vamos a ver cómo cesa este proceso de violencia». De acuerdo con este planteamiento, al lector desprevenido que se encuentra con un documento político, al observador imparcial, le da la impresión de que aquí hay simplemente un forcejeo entre un bando y otro que tuvieran una rudeza: el otro le contestó otra rudeza, éste le dijo una malacrianza, el otro le dijo algo y eso provocó un estado de pugnacidad en el país. Yo no puedo estar de acuerdo con esta interpretación, y debo comenzar por recordar que mi partido ha condenado siempre cualquier exceso que se haya cometido por parte de cualquier autoridad; que cuando se denunciaron hechos de tortura ante la Cámara de Diputados, siendo yo todavía presidente, encomendé con una manifestación especial de encarecimiento a un hombre muy honesto, muy honorable y de una sembrada tradición cívica, el doctor Pablo Ruggieri Parra, desgraciadamente fallecido en temprana hora, que hiciera él mismo, como Fiscal General de la Nación, la averiguación de los hechos, porque consideraba que debía estar en el interés del gobierno el reprimir cualquier hecho de esa naturaleza, cuyas consecuencias son inmensamente más dañinas para el gobierno de lo que pudieran ser los males que se trataran de evitar con ello.
He estado continuamente preocupado por cualquier hecho de exceso. He estado reclamando para que se construyan o se habiliten con la mayor rapidez edificios adecuados para los detenidos de diversa índole y sobre todo me he interesado –y se lo he planteado al señor presidente de la República personalmente en varias ocasiones– porque se adopte un sistema especial con estos jóvenes que están todavía en edad no suficientemente madura y que fueron llevados al terreno de la delincuencia a través de la infiltración de ciertas ideas políticas, para que esos jóvenes sean recuperados en toda la proporción en que sean recuperables para el país.
Pero, hecha esta salvedad, debo decir que considero sumamente grave el que no se diga con claridad y con entera responsabilidad que los hechos de violencia que ocurren están manejados, dirigidos, fomentados y sostenidos por organizaciones políticas que tienen una estructura totalitaria y que han decidido andar el camino de la insurrección. Esas organizaciones de carácter totalitario representan para el país en este momento el más grave peligro: gozan de una serie de ventajas, tienen armas, tienen dinero, tienen muchas conexiones, tienen numerosas infiltraciones en los más variados organismos y tienen, desde luego, una poderosa maquinaria internacional que los respalda y que actualmente tienen su base de operaciones en la cercana y hermana isla de Cuba.
Yo creo que en este momento es de suma gravedad para el país que sus dirigentes democráticos, ya estén en el gobierno o ya en la oposición, no hayan adoptado una actitud terminante, tajante, categórica, para decir: «esto no, contra esto vamos, aún cuando no estemos dentro del gobierno», porque cada vez que los terroristas comenten un hecho lamentable hay algunas palabras de condenación pero seguidas inmediatamente de la excusa de que eso lo hacen porque el gobierno los coloca en esa situación.
Frente a la violencia, el país enfrenta en este momento dos peligros muy graves: uno, el de que se diga que para reprimirla hay que establecer una dictadura. Esto es lo que ha ocurrido en algunos países del área del Caribe, con la tesis de que los mecanismos democráticos son insuficientes e incapaces para asegurar el orden público y la paz social. Esto significaría no lograr nada o lograrlo de una manera muy fugaz y preparar una tragedia aún mayor. Pero considero de suma gravedad el otro: la tesis de que la manera para acabar la violencia es pactando con los comunistas; llamarlos y decirles: «a ustedes, muchachos, les vamos a arreglar su cosa. ¿Qué es lo que quieren, que les rehabilitemos su partido? se los vamos a rehabilitar, les vamos a organizar todas sus cuestiones, de manera, pues, de que ustedes actúen…» y lo que haríamos sería darles a ellos más facilidades para una arremetida superior.
Yo quisiera que el Dr. Uslar, a ese respecto, contestara a una clara formulación que le hizo el Partido Socialcristiano COPEI. Como el Dr. Uslar fue de los directores del Partido Democrático Venezolano, que en 1944 celebró hasta un pacto electoral con el Partido Comunista de Venezuela, yo creo que tiene mucho mayor interés en el presente momento, que por la posición que ocupa y por el mismo hecho de su candidatura, el Dr. Uslar haga a este respecto un categórico pronunciamiento.
Carlos Rangel:
Tiene el Dr. Uslar Pietri siete minutos para hacer su primera exposición en torno a este punto.
Arturo Uslar Pietri:
El Dr. Rafael Caldera me invita, casi, a que repita de memoria una declaración que él me dicta con respecto a mi posición frente al comunismo. No necesito yo repetir la lección que él me dicta. Yo he dicho siempre que no soy comunista, no he sido nunca comunista, no soy marxista, no he sido nunca marxista, no tengo pactos ni compromisos con el Partido Comunista y no tendré pactos ni compromisos con el Partido Comunista.
En cuanto a la violencia, la he condenado enfáticamente, la considero contraria al interés nacional, estoy contra ella, me he levantado contra ella en la Cámara, he propuesto la creación de un comité para buscarle una solución a esta grave situación que amenaza al país. Ahora, yo sí creo que si en la violencia tiene una responsabilidad muy grande el extremismo, también tienen responsabilidad otros sectores. Yo no creo que el gobierno esté limpio de toda culpabilidad en materia de violencia. En estos mismos días se acaba de anunciar un hecho horrendo de cuerpos policiales que irrumpieron en el Puesto de Socorro, echaron a punta de revólver a enfermeras y médicos que en el lugar estaban asistiendo a un herido, y lo dejaron morir. Yo creo que si eso no es un acto salvaje, absolutamente salvaje y repudiable, y un acto de violencia extrema, yo no sé cómo llamarlo.
En cuanto a mi posición frente al comunismo, a que el Dr. Caldera igualmente me invita, ya yo he dicho cuál es mi posición. Ahora, me llama la atención que el Dr. Caldera me invite a pronunciarme en esa manera tajante, cuando él ha tenido una posición muy flexible contra el comunismo. No sé si tendré tiempo de ver algunas cosas aquí que traje que ilustran esa posición:
Cuando el Dr. Caldera presentó su penúltima candidatura presidencial, el año de 1958, dijo en su discurso (lee): «yo tengo una posición, una actitud decididamente anti-comunista. Considero, sin embargo, que el interés actual de Venezuela aconseja dar al Partido Comunista, no de boca sino en la realidad efectiva, el ejercicio de las libertades democráticas y que, como tales, los ciudadanos venezolanos que profesan esa doctrina o actúan en ese partido tienen derecho al mismo respaldo, las mismas consideraciones, la misma seguridad de su hogar que tienen derecho todos los venezolanos. No creo en el anti-comunismo de los tiranos, porque sé que las ideas se combaten con ideas, y yo no creo las mías inferiores a las suyas».
Y más adelante, incluso, hizo un gesto de invitar el voto comunista a favor suyo, cuando dijo (lee): «No he tenido pues –lo puedo decir aquí con entera sinceridad, que creo que esa es la forma de los actos de quien aspira que se le tenga confianza–, no he buscado coaliciones con el Partido Comunista, ni estoy dispuesto a comerciar con los votos de los ciudadanos a los que respeto, pero de los que profundamente disiento. Llego a pensar que hay comunistas que quizás vean más garantizada la democracia –que es al fin y al cabo para todos–, en el voto que pueda llevar al poder a un gobierno capaz de salvar la vida de las instituciones venezolanas, que a un gobierno que le sea más simpático y que le dé mayores muestras de ternuras; pero yo le he dicho a esos elementos que no lo fortalezcan para asaltar la libertad, que es libertad para todos los venezolanos». De modo que aquí había una invitación evidente para que los comunistas votaran por el Dr. Caldera en el año 58.
Tengo aquí otras declaraciones directas del Dr. Caldera en distintos tiempos sobre el mismo tema. Aquí tengo unas declaraciones del Dr. Caldera, dadas al periódico «La Esfera», publicadas en el periódico el 18 de septiembre del 60, en que hablaba del reajuste de la coalición y decía (lee): «Nosotros estamos perfectamente definidos frente a esta cuestión por una razón de programa, por una razón». En fin, «hemos recurrido, eso sí, con toda responsabilidad, a sabiendas de que nos íbamos a echar encima las vociferaciones de sectores que no entienden el interés nacional sino que quieren darse a otras posiciones una posición no macartista, anticomunistas como son: admitimos el reconocimiento del Partido Comunista, su existencia legal y su derecho a expresar dentro de las formas constitucionales y legales, pero que entendemos indispensable su separación en la posición de gobierno».
Luego, más tarde, en 1963, como decía el Dr. Caldera «sería inelegante decir ahora nos vamos», y en esa declaración decía (lee): «Nosotros, aunque creemos que el verdadero derecho a la legalidad no lo tienen sino los que defienden la continuidad del sistema democrático, en caso de triunfar, preferiremos que el PCV y el MIR y sus derivados actúen públicamente dentro de la ley». Luego, en declaraciones posteriores, por ejemplo aquí en esta declaración publicada en el Semanario de COPEI, el 27 de agosto de este año, el Dr. Caldera decía y repetía (lee): «Sin embargo, hemos manifestado nuestra preferencia porque el comunismo actúe abiertamente para que se le conozca y se le combata, para hacer más difíciles sus infiltraciones en el movimiento democrático y sus afinidades ideológicas tácticas que lo hacen más vulnerable a su maniobra, y para que no especulen en diversos sectores de la juventud del pueblo el papel de víctimas hipócritamente impunes».
Luego, aún más recientemente, en este mismo año, el 21 de julio del 63, en el Semanario de COPEI, el Dr. Caldera decía (lee): «COPEI ha demostrado y sigue demostrando que es una organización capaz, democrática y responsable. Los mismos comunistas lo saben, no lo pueden negar, porque nuestra actitud firme lo ha demostrado. Cuando se ha tratado de decirle al presidente de la República que por Decreto saque a los comunistas y extremistas del Congreso, COPEI ha tenido suficiente entereza de oponerse, porque son los instrumentos legales los que deben utilizarse para combatir las ideas». Y en una época anterior, en un programa que presentó el Dr. Caldera, decía, hablando del Partido Acción Democrática, decía esto textualmente (lee): «Pero no somos anticomunistas por odio y no somos anticomunistas cerriles, que consideran como la única forma posible del anticomunismo insultar y atacar y aliarse con todo aquello que vaya en alguna forma a combatir la doctrina comunista. Nosotros creemos que mucho daño le ha hecho a la genuina reflexión de la humanidad contra la doctrina comunista el pregonado anticomunismo de grupos que no tienen autoridad para hablar, porque no respetan el derecho sustancial del derecho de la persona humana». Y allí mismo decía, refiriéndose a Acción Democrática en otra exposición publicada en el año 60, decía el Dr. Caldera (lee): «que está gobernando un partido que fue fundado por hombres que venían de las filas del marxismo, o sea Acción Democrática. Yo puedo decir aquí para satisfacción nuestra que la Iglesia Católica está gozando en Venezuela de mayor respeto que el que tuviera nunca bajo la palabra mentirosa del tirano». De modo que, bajo un régimen marxista, el Dr. Caldera no ha tenido inconveniente en colaborar y encuentra que la Iglesia Católica estaba más protegida.
Hay, por último, un slogan que no creo yo que el Dr. Caldera ha autorizado, que está usando COPEI, que a mí me ha llamado mucho la atención, que ni siquiera el partido comunista se ha atrevido a usar, que es el de «los obreros al poder». Eso significa la sociedad sin clases; eso significa el gobierno del Soviet. Yo no puedo comprender cómo el partido COPEI, Partido Socialcristiano, que es un partido que se dice anticomunista, adopte un slogan que ni siquiera el Partido Comunista se ha atrevido a usar y proclame públicamente en cartelones «los obreros al poder».
Carlos Rangel:
Tiene ahora el Dr. Caldera cinco minutos.
Rafael Caldera:
El Dr. Uslar Pietri tiene una habilidad extraordinaria para darle a las cosas el sentido que le quiere atribuir. «Obreros al poder» es un slogan que yo he autorizado. Creo que el ascenso de la clase obrera al gobierno de la sociedad es un hecho que debe venir y que nosotros tenemos el deber de auspiciar, profundamente arraigados en nuestra doctrina social cristiana. Cuando decimos «obreros al poder» no quiere decir los obreros solos, que es la interpretación que le da el Dr. Uslar, sino que nosotros llevemos dirigentes obreros de verdad –no algunos que se buscan a veces para algunos programas televisados para que llenen el tapete y aparezcan como diciendo que este señor tiene una fuerza obrera–, dirigentes obreros que realmente representen los intereses de una clase obrera sobre la cual reposa fundamentalmente la sociedad. De modo que si él quería que yo me retractara de esa frase, pues lo voy a desilusionar completamente.
Ahora, eso es así como decir que yo estoy colaborando con un régimen marxista. Las palabras que leyó dicen «por un partido dirigido por hombres que se formaron en el marxismo», pero lo estoy diciendo para que se vea que no están actuando como marxistas –no me meto en el fuero de su conciencia pero no están actuando como marxistas– y una prueba de eso es el respeto total que le han dado a la Iglesia Católica, a la religión, a la enseñanza privada en Venezuela, en lo que quizás tenga alguna participación o alguna intervención la presencia de COPEI en el gobierno.
Las citas que leyó de mí son citas que yo he repetido muchas veces. He sostenido que el Partido Comunista no tiene derecho a la legalidad pero que es preferible que actúe libremente. Yo eso lo he dicho muchas veces y jamás he pretendido desvirtuar mi posición anticomunista. De una manera muy clara, porque lo indica además el programa de mi partido, de manera meditada, categórica, entre los principios fundamentales de COPEI se dice (lee): «COPEI combate el comunismo como sistema contrario a la paz social y a la justicia, atentatorio a la soberanía y seguridad nacionales y enemigo de la democracia y de la civilización cristiana». Ahora, el Dr. Uslar dijo «no soy comunista, no tengo pactos con los comunistas», pero no lo oí una sola vez que dijera «soy anticomunista». Yo en todas esas declaraciones que leyó el Dr. Uslar dije «soy anticomunista» y estoy dispuesto a luchar contra el comunismo en el campo ideológico con ideas que creo mejores a las suyas y en el campo social auspiciando un plan profundo de reforma social, y cuando los comunistas abandonan el acatamiento de la legalidad democrática, pues por los métodos coactivos que el Estado tiene para defender la sociedad contra los aparatos de fuerza en acción.
Decía el Dr. Uslar: «si los comunistas tienen alguna culpa, tienen culpa, pero también el gobierno no está limpio de culpa», y cita el doloroso incidente del Puesto de Socorro, que es realmente una cosa grave. El Dr. Uslar no le puede imputar al gobierno el hecho de que unos agentes de policía, viendo ultimado salvajemente, alevosamente, a un compañero, hayan incurrido en el censurable hecho de reaccionar contra aquello, en presencia del homicida, a tratar de impedir el que se le cure. Este no es un hecho que yo creo se le pueda legítimamente imputar al gobierno. Tengo conocimiento de que cuando el gobierno fue advertido, inmediatamente puso en marcha todo su mecanismo para impedir que aquella acción se realizara, pero es precisamente lo grave atribuirle al gobierno, como para suavizar las culpas de los comunistas, la responsabilidad por cualquier exceso en cualquier actividad de cualquier autoridad subalterna.
El Dr. Uslar sabe que cuando él auspició la legalización del Partido Comunista en Venezuela yo lo combatí como Diputado, desde mi posición. El Dr. Uslar es diez años mayor que yo, pertenece a una generación muy anterior; yo estaba iniciándome como Diputado y como Diputado en el Congreso hice mi oposición. Pero yo quisiera, y categóricamente le pregunto al Dr. Uslar, que me explique, para que le oigan los televidentes, ¿cuál fue la coalición electoral celebrada por el partido que él dirigía con el Partido Comunista de Venezuela bajo el nombre de UPV en el año de 1944?
Carlos Rangel:
Tiene ahora el Dr. Uslar cinco minutos para replicar.
Arturo Uslar Pietri:
Con mucho gusto, Dr. Caldera, yo no tengo nada que ocultar en eso y creo que, como decía Cervantes, «es manía inflar perros». En una elección municipal que hubo aquí en Caracas –y debo repetir a usted, yo no intervine en ese pacto, pero creo que tengo responsabilidad plena porque formaba parte de ese gobierno y no pretendo que tengo responsabilidad en lo que hago y no en lo que no hago personalmente– , en una elección municipal que ocurrió en Caracas, el Partido Unión Municipal –creo que se llamaba Unión Municipal o algo así– era un partido en que había evidentemente militantes comunistas. Ese partido tenía fuerza en tres parroquias de Caracas, donde tradicionalmente habían ganado, que eran El Valle, no me acuerdo si San Agustín del Sur y otra. Bueno, entonces esa gente se acercó al PDV y le dijo: «Nosotros no queremos atacar al PDV, no queremos entrar en pugna con el PDV, de tal manera que nosotros no vamos a ponernos contra él en ninguna forma: lo único que le pedimos es que ustedes no presenten candidatos en esas tres parroquias». A eso se redujo el horrendo, el espantoso pacto, la venta de Venezuela al Partido Comunista, perpetrada por ese monstruo que se llamaba el PDV.
Yo no creo que cometí ningún crimen de ninguna especie, absolutamente de ninguna especie. En cuanto a lo que usted me pide que yo me declare «anti», le voy a decir lo siguiente, Dr. Caldera, yo no soy comunista, estoy frente al comunismo y no creo en la doctrina comunista, la he combatido en muchas formas; he tenido debates públicos con militantes comunistas sobre puntos doctrinarios. Ahora, yo, por naturaleza, no soy anti, no soy anti-musulmán, ni soy anti-judío, ni soy anti-nada, porque un hombre humano soy y creo que el ser que tiene una ideología distinta a la mía tiene derecho a la vida como yo, mientras esa ideología no se convierta en atropello y amenaza para los demás.
De manera que eso de salir con una lanza de San Jorge, a preguntar dónde hay un comunista para exterminarlo, eso no lo haré yo nunca, no lo he hecho nunca, y no me obligará a hacerlo nadie nunca. Ahora, enfrentar al comunismo para impedir que triunfe, porque creo que su triunfo sería negativo y así lo digo en mi programa de gobierno, porque creo que hay soluciones mejores a los problemas sociales, más justas, menos costosas en el devenir humano, eso sí lo dije, lo he dicho, pero ponerme en esa posición tan sencilla de lo que yo he llamado varias veces «el energúmeno inútil», que es tan dañino como el tonto útil, a eso no voy a llegar.
No voy a llegar, sencillamente por cuestiones de principios, de convicción y de naturaleza: yo no soy un energúmeno, ni me voy a convertir en un energúmeno, y no lo puedo hacer nunca porque lo haría mal. No me sale. Ahora, combatir al comunismo en el terreno ideológico, exactamente es lo que estoy haciendo, enfrentándome con soluciones mejores que las que ellos tienen. Ahora, perseguir, tener la manía persecutoria, la inquisición de quemar a la luz, eso no lo voy a hacer, eso no lo voy a hacer, porque para los que cometen delitos y crímenes están los tribunales de justicia, para eso están las leyes, para que se encarguen de ellos, para que se les juzgue y para que se les condene.
Pero, el hombre que tiene una ideología, que la predica y la mantiene en una democracia, si es que lo hace en terreno democrático, ese hombre tiene derecho, es decir, yo tengo derecho a combatirlo, a combatírselo por los mismos medios y a ofrecer la solución que yo crea mejor, que creo menos costosa en sacrificios y en vidas. De modo que no tengo inconveniente en decir eso y lo he dicho públicamente. Ahora, COPEI tiene el prurito de pensar que yo no me atrevo a decir estas cosas, que yo estoy coqueteando. Yo no estoy coqueteando nunca, yo, mi manera de pensar la he dicho toda la vida, y no estoy coqueteando. De una manera diáfana y muy clara: no estoy buscando votos, ni siquiera en esa forma en que usted los buscó en ese discurso en el Nuevo Circo, en el que decía que podían votar por usted, ni siquiera eso. No he hecho nunca ningún entendimiento, ningún pacto, como ustedes, de ninguna especie.
Y lo que hizo el gobierno de Medina al legalizar el Partido Comunista es lo que usted propone: que se le dé vida legal, porque es mejor, dice usted, de modo que mal pudo usted criticar al gobierno de Medina de haber realizado en 1945 ideas que usted ha preconizado posteriormente. No hay contradicción en eso, al contrario, hay coincidencia. En cuanto a las relaciones con la Unión Soviética, esas no las establecí yo, esas las estableció el gobierno de Venezuela por presión abierta, insistente y clara, del gobierno de los Estados Unidos de América.
Carlos Rangel:
Tiene tres minutos, Dr. Caldera.
Rafael Caldera:
Lamento tener que hacer unas explicaciones que van a desmentir en una forma muy grave al Dr. Uslar Pietri: en primer lugar, él dice que no es anti-nada, pero hay unos momentos en que se proclama anti-fascista, cosa que me parece muy buena, muy lógica, pero yo creo que así como uno se pude declarar anti-fascista, también se puede declarar anti-comunista, en actuaciones por las mismas razones por las cuales puede declararse anti-fascista. En segundo lugar, ha dicho algo muy grave, que las relaciones con la Unión Soviética las estableció el gobierno por presiones de los Estados Unidos, en un gobierno en el que usted tomaba parte, Dr. Uslar. Está diciendo un hecho verdaderamente grave, el de tomar una decisión de esta naturaleza sin independencia, por presiones del gobierno de los Estados Unidos. Y el decreto que crea la Embajada en la URSS dice (lee): «Considerando que el gobierno de la República ha convenido con el gobierno de las Repúblicas Socialistas en establecer relaciones diplomáticas y consulares con el fin de estrechar los lazos de amistad que deben unir a ambos estados, y deseando dar a aquella gran nación un testimonio de su aprecio por los heroicos sacrificios que hace en beneficio de los ideales y principios que sustenta el pueblo venezolano en el seno de las Naciones Unidas».
Eso lo hizo el gobierno del que usted formaba parte, en el que, como usted dice, es solidario de todos sus actos. Pero aquí hay algo más. Yo tengo aquí el periódico y hay un comunicado del Directorio del Partido Democrático Venezolano, en que dice (lee): «Finalmente, el Directorio Seccional del Partido Democrático Venezolano excita a sus copartidarios a dar apoyo a los candidatos que el Partido Unión Popular Venezolana someterá a la consideración del electorado del Distrito Federal, en las parroquias San Agustín, Candelaria, El Valle y San José». Cuatro parroquias. ¿Sabe usted quiénes eran los candidatos? ¿Los recuerda? El doctor Eduardo Gallegos Mancera, el señor Rodolfo Quintero, el doctor Carlos Augusto León y el señor Rafael Heredia, quien después se permeabilizó a otras ideas.
Y usted dice, «yo no tenía responsabilidad en el partido». Usted no era del Directorio Seccional, pero sí del Directorio Nacional, y hay un discurso suyo, publicado en el diario «El Tiempo», que se refiere a su partido, en que usted explica y defiende ese pacto, aparte de que hay unas declaraciones y un artículo del doctor Alirio Ugarte Pelayo, quien era miembro del Directorio Nacional, en el que dice (lee): «En cuatro parroquias, nuestro partido se abstendrá de lanzar candidatos, y nuestros militantes, en la medida de sus fuerzas y de su espíritu disciplinario, respaldarán los candidatos ya lanzados por Unión Popular Venezolana». Y agrega (lee): «Lealmente, honradamente, entusiastamente, nuestro partido responderá a los compromisos contraídos con los candidatos independientes a lanzarse y con el Partido Unión Popular Venezolana». De manera que su explicación, estimado Dr. Uslar, está desmentida totalmente por documentos que yo creo que usted no va a desconocer.
Carlos Rangel:
Tiene tres minutos, Dr. Uslar, para la última réplica sobre este punto.
Arturo Uslar Pietri:
No veo yo en qué estar desmentido, Dr. Caldera, porque yo he dicho que no tuve participación, pero que no eludo responsabilidades. Que se llegó a no presentar candidatos en cuatro parroquias, sí, es verdad. Yo no me acordaba, póngale usted cuatro, y no los presentamos. De modo que ese es el tremendo crimen que se cometió el año del 44; se cometió ese espantoso crimen. Si este es un crimen espantoso yo asumo la responsabilidad de ese crimen. Que eso me convierte a mí en un comunista, lo dudo mucho, Dr. Caldera; que eso me hace un compañero de ruta, un socio de los comunistas, lo dudo muchísimo, porque toda mi conducta ha sido muy clara.
Ahora, en cuanto a las relaciones con la Unión Soviética, yo he dicho la palabra presión: le voy a decir que el gobierno más orgulloso que ha tenido Venezuela y más digno frente a los Estados Unidos, y dijo al Congreso americano palabras que hoy en día el presidente de Venezuela no se atrevería a repetir, dijo: «yo estoy aquí, no con las manos extendidas para pedir favores, sino para ofrecer ayuda; con lo pequeño que somos, venimos a ofrecer ayuda, no venimos a pedir favores». Ahora, que en ese momento, de alianza en la guerra, en que los Estados Unidos eran aliados de Rusia, emprendieron una serie de gestiones amistosas –que es lo que yo he llamado presión– con los gobiernos latinoamericanos para que reanudaran, para que establecieran la mayoría de ellos, que no las tenían, relaciones con la Unión Soviética, y fue esa gestión de los Estados Unidos, insistente, a que se debió que Venezuela estableciera relaciones con la Unión Soviética.
De modo que no fue una maquinación del gobierno de Medina, ni una manifestación de nuestro entusiasmo. Ahora, yo creo que eso ni me tacha a mí, ni me disminuye a mí, ni transforma mi manera de ser, que sigue siendo exactamente la misma manera de pensar que tenía. Ni tengo pactos, ni celebro pactos, ni tengo compromisos, ni celebro compromisos, pero nadie me va a convertir en «Macartista». Eso no lo va a poder hacer nadie, porque eso está en mi naturaleza. Yo lamento defraudarlo en ese punto, no poder complacerlo en ese punto.
Carlos Rangel:
Pasamos ahora al cuarto punto del programa, que dice «candidatura de partido frente a candidatura independiente», y la primera intervención de siete minutos le toca al Dr. Arturo Uslar Pietri.
Arturo Uslar Pietri:
En este momento, estamos los venezolanos abocados, como todos lo sabemos, a un proceso electoral difícil y complejo. Uno de los más difíciles, de los más complejos, de los más llenos de posibilidades positivas o negativas, al cual el país llega lleno de preocupaciones, en una situación económica mala, una situación política dividida, en medio de la violencia, y desgraciadamente con las fuerzas políticas completamente en crisis. Esto lo demuestra el mismo hecho de la proliferación de candidaturas presidenciales, que es una señal de ese mismo malestar.
Es evidente, en este momento en que la situación del país refleja un estado de inquietud y de inestabilidad, de desorganización, de crisis, para decirlo en una palabra, la necesidad que uno siente en todo el país, y que evidentemente comparte la inmensa mayoría de los venezolanos, de buscar la salida, una salida eminentemente constitucional y democrática. Esa salida que los venezolanos ven, sueñan y desean, es la de que viniera un gobierno que tendiera puentes en lugar de abrir fosas, un gobierno que buscara el común terreno en que la inmensa mayoría de los venezolanos pudiéramos acercarnos, que disminuyera las tensiones, que trazara un plan sencillo y claro de realizaciones y logros para adelantar un poco y tratar de salir adelante entre dificultades, y por lo tanto un gobierno que conciliara, un gobierno de concordia. Esa frase, pues, que tanto se ha usado y que sale un poco de ese estado de conciencia: un candidato de entendimiento nacional.
Bueno, ¿quién es ese candidato de entendimiento, que entiende la gente por esa palabra, candidato? Lo que entienden por esa palabra es esto: es un hombre que no contribuya a seguirnos dividiendo, es un hombre que pueda acercar a los grupos políticos, que pueda llamar a los distintos grupos y hablarles en un tono un poco desprendido, hablarles en un tono un poco imparcial, y decirles: «Bueno, señores, aquí está Venezuela, aquí está nuestro país, está lleno de problemas, pero está lleno de posibilidades. Vamos a hacer una tregua, vamos a hacer un acuerdo, vamos a ponernos juntos a trabajar la mayoría de nosotros en estos cinco años en adelantar al país con la colaboración de la mayoría de todos los que puedan adelantar, sin que venga a entronizarse un grupo político sectario y sin que nadie sienta que está trabajando en beneficio de otro, sino simplemente que estamos trabajando todos en beneficio del bien común, o bien general del país».
Es evidente que ese papel no lo puede desempeñar sino muy difícilmente un hombre de partido, y esto por una razón muy evidente, Dr. Caldera, que usted como hombre de partido la debe reconocer muy bien, y es que usted podría apoyar un candidato independiente en un momento dado. No habría una dificultad invencible para ello. Incluso ustedes varias veces estuvieron –a lo que se sabe y se trasluce– varias veces dentro de la coalición gubernamental tratando de llegar a la tesis de que entre Acción Democrática Gobierno y COPEI se llegara a la solución de un candidato independiente que pudieran apoyar ambos, y tuvo conversaciones que fracasaron por muchas razones.
Pues bien, eso demuestra que ustedes mismos pensaban en ese momento que ni COPEI podría apoyar un candidato de Acción Democrática, ni Acción Democrática podía apoyar un candidato de COPEI, porque Acción Democrática y COPEI pensarían que no iban a hacer el mal negocio de sumar su fuerza política ni su voto para entronizar a un partido político en el beneficio del gobierno, pero que en cambio un independiente, por su misma situación y su misma posición, no tenía esa impedimenta, ese obstáculo de poderse aprovechar de esa posición privilegiada para establecer, pues, un privilegio partidista en beneficio de su propio efecto. Esto hace ver claramente que esa posibilidad es mayor con un candidato independiente.
Desgraciadamente no fue posible llegar a esa transacción. Del lado del Gobierno fracasaron esas gestiones que se estuvieron haciendo durante un tiempo y terminó la coalición finalmente por tener dos candidatos de partidos: la candidatura del Dr. Leoni, por Acción Democrática Gobierno, y la candidatura del Dr. Caldera por COPEI, a reserva de que si uno de ellos triunfa, puedan reanudar la coalición.
Ahora, del lado de la oposición ha ocurrido exactamente lo mismo. Se estuvo tratando y jugando y acariciando la idea de una candidatura independiente de entendimiento, porque –era obvio– una candidatura de partido no podía lograr que los otros partidos fueran a sumarle sus fuerzas o era más difícil que lo lograra. Eso tampoco funcionó. No funcionó porque empezaron a lanzarse las candidaturas de partidos, y ya lanzada una candidatura de partido a muchos partidos se les hacía muy difícil salir a apoyar y a sostener esa candidatura de partido en beneficio de un partido ajeno. Desgraciadamente no se logró esto, y esta es una de las causas de que nos encontremos en esta difícil encrucijada, y esta es una de las causas por la cual mi candidatura ha sido lanzada.
Mucha gente me pregunta a mí, ¿por qué lanzó usted su candidatura tan tarde? ¿Por qué usted no preparó esto con más tiempo?, y yo les he dicho, señores, por una simple razón, porque esta candidatura mía no es el fruto de una maniobra, de una planificación, de un proyecto, de una premeditación, sino el fruto de una necesidad; ha sido la angustia del país, de ver que no se le ofrecía esa salida independiente, la que llevó a mucha gente a volverse hacia mí, con razón o sin ella, pensando que yo podía desempeñar ese papel y podía aglutinar muchas fuerzas que creían que esa solución era justa, y eso me obligó a mí en un momento dado a tomar esa determinación.
Por eso no se tomó antes, porque no era el fruto de una premeditación, sino una imposición de la necesidad, y yo sigo creyendo que en este momento, para la conveniencia de Venezuela, lo lógico, lo salvador, lo conveniente, es una candidatura independiente o dos candidaturas independientes, que llegaran a poder aglutinar un vasto frente y que le ofrecieran al país las posibilidades de un período de convalecencia política, de recuperación, de pacificación, que el país necesita vitalmente, como una condición –casi– de sobrevivencia.
Carlos Rangel:
Tiene siete minutos, Dr. Caldera.
Rafael Caldera:
Permítame que para empezar haga una pequeña aclaratoria: yo fui opositor, usted lo sabe, del gobierno del General Medina, que comenzó en 1941. En 1944 intervine en una forma activa en la Cámara en oposición a varios aspectos de la reforma constitucional, una de ellas la legalización del comunismo, otra de ellas la eliminación sin sustitución alguna en la cláusula confiscatoria, y otra, pues yo era partidario de que se le diera el voto pleno a la mujer y se le dio únicamente para las elecciones municipales.
Pero, después de la muerte del General Medina, ha habido en Venezuela un gran consenso de respeto y consideración por su memoria, de ponerlo fuera del debate público. Yo me ufano de haber sido uno de esos que después de la muerte del General Medina jamás ha intervenido. Cuando se le ha mencionado en algún acto, ha sido mi intervención para hacer algún elogio o algún reconocimiento personal de su figura. Cuando hablé de la presión para el reconocimiento de las relaciones, para el establecimiento de las relaciones con la Unión Soviética, en realidad no fui yo quien trajo la frase al debate, fue usted quien la dijo, y eso naturalmente me obligó a hacer la aclaratoria que formulé. No quiero pues referirme en más nada a esta situación y paso a la cuestión de la candidatura independiente.
Yo considero que ser independiente no es una tacha. Un hombre tiene derecho a ser independiente por muchas razones. Tampoco es una cualidad. No creo que un hombre de partido, por ser hombre de partido, sea menos meritorio que un ciudadano políticamente independiente. En principio, dentro de la vida política, creo que a los hombres de partido corresponde el ejercicio de la democracia, aunque a veces se desarrolla una especie de cosa en el país en que los hombres de partido parecemos como leprosos. Hay un señor que tiene un Colegio y dice «yo quiero un director, pero que no sea miembro de partido». Otro tiene un negocio y dice «yo quiero un gerente, pero que no sea miembro de partido». Es decir, van excluyendo a los hombres de partido de las responsabilidades directivas de toda la vida social y después, en lo único que les queda, que es la política, dicen «bueno, aquí tenemos que escoger un político, pero que no sea hombre de partido», es decir, que no les dejan ya ni siquiera su campo específico.
Sin embargo, entiendo que un candidato independiente que fuere el resultado del entendimiento de varios partidos, como usted lo dice, sería un fenómeno explicable: un partido y otro, tres partidos, no pudieron ponerse de acuerdo en un candidato porque no querían apoyar el nombre de otro partido, entonces postulan un independiente. Pero un independiente que se lance negando casi el derecho de los partidos y presentándose como una solución única es algo que yo realmente no entiendo, y en su caso mucho menos, Dr. Uslar, y perdone que yo también haga uso de los archivos (no sé si la cámara alcanzará esto). Este es el diario «El Tiempo» del día 19 de septiembre de 1944, está el retrato juvenil del Dr. Uslar Pietri y un gran título que dice «Ya nos duele el partido en la carne», tal proclamó el doctor Uslar Pietri en un discurso político que pronunciaba anoche en el PDV».
Hay folletos por ahí donde usted dice «como militante disciplinado de mi partido», es decir, usted, un hombre de partido, a quien le dolía su partido «en la carne»; pero es que hay algo más, usted fue un hombre de gobierno que desde el gobierno sintió la necesidad de fundar un partido, y usted sabe, lo que a mí me parece muy interesante, porque no fue un hecho accidental de que un hombre joven estuvo en un partido, se salió y no volvió a estar nunca, sino que fue un gobernante con la máxima responsabilidad de dirección política, creo, dentro de aquel sistema, que considera que para poder gobernar hay que fundar un partido y entonces se funda desde arriba, con los mecanismos complejos, incluso con la infortunada circunstancia de llamarse primero «PPG» –creo que a usted mismo le molestaba mucho esa denominación– «Partidarios de la Política del Gobierno», por eso logró la metamorfosis para hacerlo «PDV», y entonces había aquello del «ala luminosa» y del «ala opaca», como para decir «no queremos cargar con el peso de estos que están en el partido con la misma estructura que ha surgido hoy».
Pero, lo que más me interesa son dos cosas: primero, esto. Usted como gobernante era independiente y fundó un partido desde el gobierno, y ahora está postulado por un partido chiquitico, porque hoy salió en el periódico que lo postula el MRP. Ese es el primer hecho. Segundo hecho, que me preocupa tremendamente. La peor crítica que usted mismo me hace, usted que se llama candidato de entendimiento nacional, es que yo he tenido, si usted quiere llamarlo, la tontería –otros dirían la generosidad, otros dirían la lealtad, otros el patriotismo, otros la imbecilidad, de acuerdo con el ánimo que se vea– de haber dado mi concurso para que gobernara un hombre de otro partido con su partido, es decir, que yo, hombre de partido, he dado muestras de que durante cinco años he subordinado intereses, conveniencias, de mi partido o lo que pudiera verse como tal, a un interés nacional; he demostrado que podía cumplir el compromiso, respetando algo en que yo no intervine pero que fue la voluntad del pueblo. En la democracia el pueblo manda, el pueblo le dio la mayoría a Betancourt y a Acción Democrática y yo he respetado y respaldado la voluntad del pueblo.
Ahora, esta circunstancia es precisamente la que se me ataca, y se me ataca por un hombre que dice «yo me he lanzado porque se necesita un hombre que no tenga pasiones y que llame a todos los partidos». Bueno, justamente, me están atacando a mí el que no haya tenido pasiones o que no haya subordinado esas pasiones ante un interés de la República. Esto es algo que realmente me parece de gravedad, tanto más cuanto que los agentes de su candidatura escriben y dicen, para impedir que muchas personas anti-adecas voten por mí, «tengan cuidado, porque Caldera, si sale presidente, va a llamar a los adecos a colaborar en su gobierno», es decir, eso lo están señalando sus agentes como el hecho más grave que se me puede imputar, y al mismo tiempo usted dice «se necesita un independiente, porque llega sin pasiones a llamar a todos los partidos». Yo quisiera que usted me explicara esa situación, porque la encuentro poco lógica, poco congruente. Yo, hombre de partido, me siento capaz de negociar, de entenderme, de llamar a los hombres útiles y buenos que se comprometen a un partido, donde quiera que ellos estén, y creo que mi candidatura, siendo hombre de partido, lo garantiza. En cambio usted, candidato independiente, me tacha como una falta gravísima el haber sido en esto capaz de demostrar mi capacidad de entender los intereses nacionales por encima de los intereses del partido.
Carlos Rangel:
Cinco minutos, Dr. Uslar.
Arturo Uslar Pietri:
Dr. Caldera: yo fundé el PDV y fui militante del PDV, y fui un hombre de partido, pero no soy actualmente un hombre de partido, y no lo soy desde hace 18 años. Dr. Caldera: desde que el gobierno primero de Acción Democrática, del que usted era Procurador, de una plumada disolvió ese partido, de una manera ilegal le cerró el periódico y le confiscó el derecho del mismo, desde ese momento yo cesé de ser un hombre de partido y no pertenezco a ningún partido, de manera que soy un independiente. Eso no lo puede negar nadie. Se pueden registrar los archivos de todos los partidos y verá que no pertenezco a ninguno; por lo tanto, actúo individualmente. De modo que no hay contradicción: fui un hombre de partido y no lo soy ahora, es decir, que no tengo nada contra los partidos y que no tengo nada contra los hombres de partido, porque creo que no hay posibilidad de que funcione una democracia sin partidos. Sería absurdo que yo pretendiera que existiera una democracia en Venezuela y en ninguna parte del mundo sin partidos políticos. Sería como fabricar automóviles sin ruedas. No puede ser. Ahora, yo no soy un hombre de partido y por eso digo que, en este momento, puedo desempeñar el papel de un hombre independiente, porque soy independiente, y eso nadie lo puede negar. De modo que eso no lo cambia ningún hecho, ni siquiera el hecho de que algún partido político me apoye, porque esos partidos políticos me apoyan a mí como un independiente. Si el COPEI, de acuerdo con Acción Democrática, hubiera logrado ese hecho, no le habría quitado la condición de independiente a ese independiente. Es evidente que hubiera ido como un independiente.
Ahora, usted me dice que a pesar de ser un hombre de partido, usted se ha mantenido en la coalición. Lógicamente, yo creo que ha sido un error suyo y creo que ha sido un error perjudicial para su partido, pero incluso en esa reunión que tuvimos en mi casa, si usted recuerda, creo que yo le dije eso, doctor: «yo creo, Dr. Caldera, que ustedes están cometiendo un error grave en permanecer en la coalición en la forma en que están; respeto su criterio, pero ese es el mío». Ahora, en cuanto a que usted, siendo un hombre de partido, se metiera en la coalición, hay sin embargo una salvedad: ¿por qué no apoyó usted al Dr. Leoni? Usted no apoya al Dr. Leoni y hubiera estado de acuerdo en apoyar a un independiente por la simple razón de que el Dr. Leoni es un hombre de partido y usted no va a transferirle la fuerza que pueda tener COPEI al Dr. Leoni para entronizarlo en el poder o para aceptarlo, porque usted, si no se consiguió al independiente a quien usted podía apoyar, usted va por su cuenta a las elecciones con su propia fuerza a obtener el resultado que pueda usted obtener.
Dice usted que alguna gente militante, simpatizante de mi candidatura, le ataca a usted, de que si usted va al poder es volver a la coalición. Pues le están acusando de un hecho, del hecho de la coalición que existe, y si es de suponer que lo que ha existido hasta hoy ha de seguir existiendo mañana, no es ninguna infamia ni ninguna calumnia lo que se está diciendo. Le quiero decir que yo nunca he aprobado que se le ataque a usted ni a ningún dirigente político personalmente. Lamento decirle que del lado de COPEI sí se me ataca a mí de mil maneras: se me llama ateo, se me llama enemigo de la Iglesia, han llegado a decir que soy divorciado, hasta bígamo parece que por ahí han dicho que soy, e incluso en discursos, usted me ha llamado «paracaidista». Bueno, es profesión heroica la de paracaidista. No estoy yo en edad de empezar esa carrera a estas alturas y no he sido nunca paracaidista. Soy un hombre que cree estar cumpliendo un deber y lo cumple de la mejor manera que puede. Lo mismo que en realidad se me ponen remoquetes y se me llama Uslar «Pierde», que creo que es un calificativo que sus hijos no deben agradecer mucho, porque llevan también ese apellido.
De modo, pues, que en realidad es de COPEI de quien han venido ese tipo de ataques que realmente me parece que no se justifica, porque creo que no haría ningún papel, que para combatirme a mí no hay que bajar y decirme calumnias, diciendo que soy enemigo de la Iglesia o ateo. Y en cuanto a que algunas gentes de las que están conmigo le acusen de ese hecho de que va a continuar la coalición, no le están acusando de una cosa que carezca de base, le están acusando de lo que está ocurriendo y que se supone que siga ocurriendo. Ahora, si alguno de ellos lo ha hecho personalmente en otra forma, yo no lo autorizo porque considero que eso no debe ser y por mi parte no solamente no lo autorizo sino que lo combato.
Carlos Rangel:
Tiene tres minutos, Dr. Caldera, para su última intervención sobre este asunto.
Rafael Caldera:
Dr. Uslar: yo no era Procurador cuando fue disuelto el PDV por decreto, porque fui Procurador el 27 de octubre y creo que la disolución del PDV fue anterior. Ahora, ¿por qué no renació ese Partido? Porque Acción Democrática fue disuelta por decreto y el Partido Comunista ha sido disuelto por decreto y han renacido. ¿Será acaso que va a renacer ahora, como quizás lo deseen los psiquiatras y una serie de pedevistas que están auspiciando su candidatura? Permítame hacerle esa pregunta. Si es que como esa planta nació en invernadero, esperan construir otra vez el invernadero para que renazca.
Ahora, hay una cosa muy curiosa. Cuando ese pacto con los comunistas, los comunistas les invitaron a ustedes y a Acción Democrática a un Frente Popular para luchar contra la reacción y el PDV contestó, y usted lo menciona en su discurso, que Acción Democrática había hecho muy mal en no aceptar la invitación, de manera que usted proponía que se aceptara la invitación de los comunistas para que se firmara ese pacto tripartito, en que por cierto mi partido Acción Nacional no estaba, quizás porque era muy chiquito, aunque era un poquito más grande que los partidos que respaldan su candidatura.
Pero, esto de los Comités Independientes no apoyados por partidos, eso es muy peligroso Dr. Uslar, porque en partidos ya organizados, con una maquinaria, con una ideología, con una estructura, se infiltran elementos ajenos con fines perversos. Ahora, imagínese usted, se forma un Comité Independiente y se abre la puerta para que entre todo el mundo. Pasa lo que dice en la prensa que pasó en estos días: que allanaron una célula mirista y no sé en qué parte encontraron gran material de su candidatura. Lógicamente, si yo fuera comunista o mirista hoy ¿dónde me metería? en un comité independiente donde me abren la puerta, porque en un partido tendría que pasar por el filtro de partido. Hasta URD ahorita está tratando, no ya de establecer el filtro, sino de depurar.
En cuanto a esa cuestión de los ataques, yo le quiero decir a usted una cosa: nadie en COPEI lo ha llamado ateo, ni adúltero, ni bígamo, ni enemigo de la Iglesia. La lucha religiosa la ha tratado de poner la gente de su candidatura. Tan es así que nosotros estamos luchando contra Acción Democrática, contra URD, contra el ARS, que son partidos con los cuales hemos combatido muy duro y no hay polémica religiosa a este respecto. ¿Por qué entonces únicamente en relación a su candidatura aparece? Ahora, si usted dice que a mí no me atacan, ¿usted no ha leído los artículos de la gente que lo secunda en relación a mí? Quizás no haya tenido tiempo.
He llamado a su candidatura «paracaidista», a usted no, porque es una candidatura que viene de arriba, que no sale de abajo, y que incluso no se sabe de dónde viene. Se presenta un señor con tres amigos y dice «yo soy candidato», muy honorable, muy conocido, pero la gente dice ¿de dónde viene esta candidatura? Por eso he llamado a su candidatura «paracaidista».
Por lo demás, yo considero natural que haya asperezas, que usted me diga una serie de cosas en su discurso, que pierda esa serenidad y me ataque. Eso no importa. Ahora, termino haciéndole una pregunta, Dr. Uslar, ¿con quién va a gobernar usted en el supuesto caso –creo que no tiene usted muchas esperanzas y habló de que por eso presentó tan tarde la candidatura–, pero en el supuesto caso de que ganara, ¿con quién va a gobernar usted?
Carlos Rangel:
La última réplica sobre este punto le toca al Dr. Uslar y quedan tres minutos.
Arturo Uslar Pietri:
Tengo que replicar en tres minutos muchas cosas, pero trataré de ser telegráfico. ¿Por qué no renació el PDV? Por una razón muy obvia, usted verá: porque el PDV no estaba preparado para la clandestinidad. Los hombres que gobernábamos Venezuela en esa época pensábamos que en Venezuela no habría golpe de Estado más nunca, que en Venezuela continuaría una evolución democrática normal, y que nadie tendría que pensar en montar un aparato clandestino. Eso no nos pasaba por la cabeza. En cambio a la gente de Acción Democrática sí les pasaba, y con razón, porque ellos estuvieron conspirando, llegaron al poder por una conspiración y por lo tanto estuvieron todo el tiempo pensando en qué podrían hacerle a ellos lo que ellos le hicieron a otros. Eso no pasó con nosotros, que pensamos en términos de legalidad política.
Usted me pregunta sobre la lucha religiosa. Yo respeto mucho a la Iglesia, Dr. Caldera y nunca he querido mezclarla en la lucha política. Desgraciadamente militantes de COPEI sí han tratado de hacerles ver a los católicos que no pueden votar por mí sino por ustedes, y lo han hecho en reuniones de muchos tipos a los que han asistido personas vinculadas a COPEI. Se han distribuido hojas mimeografiadas, en las cuales se nos acusa de muchas cosas que no son ciertas. De modo que en realidad no soy yo tampoco, y en ningún momento he sacado la lucha religiosa ni he querido mezclarla, aunque sea la obligación de hacerle frente a ataques de ese tipo, bastante graves y bastante insidiosos y bastante peligrosos, porque yo creo que la religión no tiene que ganar, porque en la batalla es arrastrada a la arena política y deberíamos, todo lo contrario, tratar de mantenerla fuera de ese debate.
Usted me pregunta, ¿de dónde vino mi candidatura? Mi candidatura, Dr. Caldera, no viene de una nube, no es, como diría el presidente Betancourt, una candidatura «neocelibata», es una candidatura que viene de una necesidad nacional. Si usted quiere vaya usted y pregúntele a los copeyanos que han estado en las reuniones públicas que yo he tenido en todo el país, en el Táchira, en Mérida, en Trujillo, en la plaza Baralt de Maracaibo, antenoche en Maturín, donde yo le preguntaba a la gente, «levante el brazo alguien que haya sido traído aquí en autobús», y había diez mil personas. De modo que nace de eso, del deseo que hay en el país de una solución de tipo independiente que trate de crearle al país una tregua y un camino de salida a esta gran crisis en que el país se encuentra. De ahí viene mi candidatura, y los que la sostienen son esas gentes, son esos hombres que salen de sus casas y me aplauden y me apoyan, y que vienen de muchos partidos políticos, porque consideran que en este momento la solución para Venezuela, la salvadora, la pacificadora, la que puede enrumbarnos y sacarnos de este foso es la solución de una candidatura independiente. Por esto está mi candidatura en la calle, y desde allí viene, y no de ninguna nube, de donde, por lo demás, no he sido yo nunca habitante.
Carlos Rangel:
El Dr. Caldera tiene una réplica sobre este punto, y puesto que equivocadamente le quité dos minutos de su réplica anterior, si quiere tomárselos ahora, bien puede.
Rafael Caldera:
Voy a aprovechar estos dos minutos con mucha rapidez.
Primero: religión. Me consta que hubo campaña de tipo religiosa, no sé, no creo que realizada por el Dr. Uslar, pero realizada por uslaristas, que es lo que ha motivado estas aclaratorias. Por mi parte, deseo vivamente que el tema no sea motivo de controversia, y me ufano de que una de las ventajas o uno de los frutos de la actitud de COPEI en estos cinco años ha sido precisamente el que se haya descartado la polémica religiosa del panorama político.
Segundo: el PDV no estaba preparado para la clandestinidad. Pero yo no le he exigido la lucha clandestina, sino por qué, después que se volvió en varias ocasiones al uso de los derechos cívicos, el PDV no pudo o no se restableció. Luego, respecto a la candidatura independiente planteo lo siguiente: el peligro, precisamente, de estas candidaturas, es eso de que vienen huérfanos de los otros partidos, o de otras corrientes, o de otros sistemas, y se puede convertir todo esto en un orfelinato político, sin darse cuenta de que al aceptar todo esto y al dirigir sus baterías contra la única candidatura que reposa sobre fuerzas que pueden derrotar al candidato de Acción Democrática, vienen a ser «amigos invisibles» de Acción Democrática.
Quiero señalar, sin embargo, una vez más, que hice una pregunta concreta, Dr. Uslar, y no me fue respondida: ¿con quién gobernará el Dr. Uslar en caso de ser Presidente? Que no me diga «con todos los buenos», porque, claro, «con todos los buenos», sino concretamente dónde va a encontrar esos buenos, dónde los va a buscar. Le oí decir que en los grupos políticos más afines. ¿Será acaso con URD? Esta pregunta me parece que sería de mucho interés para el electorado, que desde luego desea saber cómo se van a desarrollar las cosas después de que él tome su decisión el día primero de diciembre.
Carlos Rangel:
El último punto del debate trata de programas de gobierno. Habiendo terminado el Dr. Caldera el punto número 4, le corresponde iniciar el punto número 5 y tendrá, como en veces anteriores, siete minutos para su primera exposición.
Arturo Uslar Pietri (interrumpe):
Perdóneme, usted ha cambiado el orden caprichosamente, inventó un punto para el Dr. Caldera, completamente sacado de su manga.
Carlos Rangel:
No, Dr. Uslar, me equivoqué yo al indicarle al Dr. Caldera que su segundo turno en el cuarto punto era el último. En realidad, a usted le corresponde terminar el último punto del programa, o sea, por tercera vez.
Ya puede comenzar, Dr. Caldera, en siete minutos.
Rafael Caldera:
Bueno, cuando se me invitó a este debate y se planteó el temario, yo observé que no había ningún punto relativo al programa de gobierno de los candidatos presidenciales. Esto me pareció una falla que debía remediarse, y aún cuando un turno en éstos supone un tiempo relativamente reducido, yo creo que al país le interesaría escuchar de los candidatos una explicación acerca de diversos puntos de sus programas políticos.
Nosotros, por ejemplo, sostenemos en materia agraria la tesis de una reforma agraria integral. Creemos que la Ley de Reforma Agraria es muy buena. Creemos que la iniciación de la reforma agraria es un hecho histórico, que en el país ha ocurrido un hecho de dimensiones extraordinarias al quebrantarse la fuerza que pudiera tener el latifundismo como fuerza social o política y, sobre todo, al despertarse y arraigar en los campesinos la conciencia del derecho de la tierra. Conciencia que he encontrado la tienen muy viva, en el recorrido que he hecho en todo el país.
Ahora, esta reforma agraria consideramos que ha tenido imperfecciones graves en su ejecución. Nosotros creemos que es necesario ir al otorgamiento, ir a los títulos de propiedad, de los títulos de propiedad de las parcelas adjudicadas a los campesinos; que cada campesino debe tener su escritura de propiedad, al mismo tiempo que debe recibir los elementos complementarios: el crédito oportuno, el camino, la semilla y la asistencia técnica, para que obtenga frutos. Como el señor Ramón Quijada, persona a quien por lo demás agradezco que me ha tratado siempre con mucho respeto y consideración, y que ha hecho los mayores elogios que se han hecho en este país a la labor realizada por los ministros copeyanos: Lorenzo Fernández en la industrialización y Víctor Giménez Landínez en la reforma agraria, no es partidario, parece no serlo, de la pequeña propiedad de la tierra. No me refiero al minifundio, ni sobre todo a que se ubiquen los campesinos en nuevas tierras, ya cultivadas. Escuché varios debates en el Congreso –que supongo el Dr. Uslar escucharía también– en que criticaba como colonización todo lo que fuera ocupar tierras nuevas y no repartir las tierras ya establecidas. Me parece que sería muy interesante que el Dr. Uslar precisara lo relativo, pues, a su programa agrario; en relación a lo que pueda haber de conformidad o lo que pueda haber de revisión de los conceptos vigorosamente sostenidos por uno de los más caracterizados impulsores de su candidatura, el señor Ramón Quijada, en todo el término de este período constitucional.
Tenemos luego el programa de industrialización. Yo le pregunté antes al Dr. Uslar y me quedé sin escuchar respuesta para esta pregunta: ¿qué piensa de la industrialización iniciada en el país? Yo lo considero algo positivo y creo que estamos para entrar en la segunda etapa de la producción de bienes intermedios y de actividades intermedias. Ya hemos logrado mucho en la substitución de importaciones, pero he escuchado críticas que no sé si van envueltas dentro de su programa, como con el deseo de revisar o retirar la protección que el gobierno le ha dado a numerosas industrias en esta etapa, en la que por cierto el Ministerio de Fomento le ha correspondido a un ministro copeyano. Yo desde luego, lo primero que he dicho y sostengo, es que el programa de industrialización no podía estar completo en este quinquenio porque ha sido la primera etapa, hasta cierto punto experimental, y que es necesario en el nuevo período precisarla concretamente, tratando de fomentar las actividades más cónsonas para absorber mano de obra y para fortalecer la economía nacional. Yo quisiera, pues, escuchar el criterio del Dr. Uslar sobre el programa de industrialización.
También en materia petrolera. Una vez me correspondió el alto honor de contestar al Dr. Uslar su discurso de recepción en la Academia de Ciencias Políticas y Sociales. El hizo su discurso acerca del tema del «Petróleo en Venezuela» y recordaba la frase que algunos atribuían a Alberto Adriani, pero que el Dr. Uslar ha reivindicado para sí, y creo que le corresponde, de «sembrar el petróleo». Y yo, en mi contestación le planteé que algo más que sembrar el petróleo se necesitaba «dominar el petróleo». Tengo la impresión de que para el Dr. Uslar el petróleo fuera como una riqueza adventicia que casi no nos pertenece, sino que es obra de la casualidad, y que lo que debemos hacer es aprovechar lo que podamos obtener de esa riqueza para crear otras fuentes más propias y más permanentes de vida económica.
Yo pienso que el petróleo es un elemento integrado muy íntimamente en la economía venezolana y que tenemos que incorporar activamente a los venezolanos al dominio de las fuentes petroleras en una forma bastante activa. Sé que la compañías petroleras no consideran mi candidatura como la más simpática, pero realmente creo que no siempre coinciden los intereses de las empresas con los intereses del país y que, a este respecto, sin estar animado frente a ellas de ningún sentimiento hostil y ningún deseo de perjuicio, hay que subrayar y mantener la idea muy necesaria de que el país tiene que defender intereses a veces en discrepancia con los intereses de las compañías petroleras. Por ejemplo, la defensa de los precios tiene un enfoque distinto para empresas que tienen fuentes de producción en diversos continentes, que para el país que las tiene exclusivamente en Venezuela.
Pero, por otra parte, yo quisiera –porque creo que se han hecho ataques y algunos en una forma bastante ruda contra mi programa– mi oferta de desarrollar un plan de vivienda para la construcción de cien mil viviendas al año y de subsidio nacional, y me parece que a los televidentes les agradaría escuchar, pues, un debate con las observaciones que el Dr. Uslar tenga que hacer a esos programas y que han motivado que dijera en alguna parte que eso es «demagogia barata». Bueno, yo diría en todo caso «demagogia cara» –no es tan barata– pero yo no creo que es demagogia, yo creo que es algo fundamental para la revitalización de la economía del país y la única solución inmediata y positiva que se ha ofrecido para aliviar el problema del desempleo, porque es la única industria que está en este momento en capacidad, sin una nueva inversión, de absorber mano de obra adicional. Estos son, pues, algunos de los puntos que yo creo que deberíamos debatir esta noche.
Arturo Uslar Pietri:
Yo no era partidario, Dr. Caldera, de que metiéramos el tema de los programas, precisamente por eso que usted acaba de experimentar, porque es un tema sumamente vasto discutir un programa de gobierno, y prácticamente imposible que en siete minutos pueda yo analizar el programa de COPEI, defender el mío y discutir las discrepancias que hay entre ellos. Pero, en fin, se ha hecho así y vamos a tratar de hacer esta hazaña de brevedad telegráfica.
Yo quiero decir lo siguiente: no voy a explicar mi programa en este momento, que está publicado y que la gente lo habría leído, a los que les interese, que tiene como base un concepto que es el de «la Venezuela posible». Hay una Venezuela posible. Podemos hacerla entre todos los venezolanos mediante el uso y aprovechamiento justo de las posibilidades materiales de Venezuela y de los recursos humanos de Venezuela. Esa es la tesis central de mi planteamiento, y el programa mío se compone, pues, de tres actividades frontales que son una política de justicia, una política de desarrollo y una política de soberanía. Fundamentalmente la política de desarrollo, que consiste en el aprovechamiento de todas las oportunidades, de todos los recursos de Venezuela, para hacer rápidamente un país desarrollado.
Ahora voy rápidamente a contestar las observaciones de usted sobre mi posición en algunos puntos. En materia de reforma agraria, mi posición es muy clara. En el programa, doctor, yo he dicho estas cosas, por ejemplo: en primer lugar respeto, y algo más que respeto, estimulo a la empresa agrícola moderna que está establecida en el campo y que está dando rendimientos satisfactorios. A eso no solamente hay que alabarlo, hay que protegerlo, hay que estimularlo, porque es una de las bases de la riqueza y de la alimentación venezolana. En cuanto a la propia reforma agraria, consiste sobre todo en esto: en primer lugar en que desaparezca el latifundio, que no es beneficioso para nadie; para el mismo dueño del latifundio es una agricultura extensiva de muy baja productividad, que le produce muy poco. Y el campesino que vive en el latifundio lo mantiene en condiciones miserables porque no puede obtener otra, puesto que la productividad es sumamente baja y es un pobre conuquero, ese que trabaja temporalmente. De modo que hay que buscar que ese campesino se transforme, no en el propietario de un conuco, porque no haríamos nada con cambiar al conuquero no propietario en conuquero propietario, sino que se transforme en un granjero, en el propietario de una explotación agrícola pequeña, pero una explotación moderna. Una explotación que no consista simplemente en darle un pedazo de tierra y abandonarlo, sino en darle la tierra, brindarle la dirección técnica, en darle la preparación para que sepa explotarle, en ponerlo en condiciones de elevar su productividad y en darle asistencia financiera y técnica para que él pueda transformarse en un hombre capaz de vivir en condiciones mejores, de producir en condiciones mejores, de educar a su familia y de convertirse en un elemento de progreso y no en un rémora del progreso nacional.
Evidentemente que para hacer esto hay que tener en cuenta varias cosas: primero, dónde están los problemas planteados. En los lugares en que existen problemas agrícolas agudos, problemas de presión campesina aguda y hay tierras de propiedad privada que no están desempeñando una función social satisfactoria, lo lógico y natural es que se adquieran esas tierras por su debido precio y entonces se haga esa distribución para que los granjeros disfruten de ellas, donde hayan tierras de la Nación, que se hagan tierras de la Nación y donde hayan tierras colonizadas, que se hagan tierras colonizadas. Este es el planteamiento. Hacerlo con plan, hacerlo con prioridad, no esta especie de disparate que se está haciendo actualmente en Venezuela, en que se está combatiendo el problema en cincuenta partes simultáneamente con duplicación de costos extraordinarios, donde no sabe todavía, Dr. Caldera, cuánto cuesta la hectárea finalmente entregada y repartida. No lo sabe el Instituto Agrario, porque yo se lo preguntaba al señor Piñerúa Ordaz un día en la Comisión de Finanzas del Congreso y no me supo contestar. Le pregunté cuál es el plan, en cuáles estados están ustedes en este momento atacando el problema y me dijo, «bueno, eso depende dónde se presente el problema»; y le dije: «bueno, entonces esto no es una reforma agraria sino una reforma de bomberos rurales que andan corriendo a donde se presente un conflicto». Y este es el criterio que tiene Ramón Quijada, que está absolutamente de acuerdo con este planteamiento.
En cuanto a la industrialización, Dr. Caldera, yo quiero decirle a usted lo siguiente: yo considero que se han hecho cosas positivas en la industrialización en Venezuela, pero considero que se han cometido errores graves, porque la industrialización ha carecido de definiciones, de objetivos, de prioridades y de planes, y ha consistido en repartir el gobierno protecciones arancelarias para toda clase de industrias que ofrezcan reemplazar una importación por una producción nacional, aún cuando siguen importando la materia prima. Esto puede tener como consecuencia una sátira, es decir, que Venezuela empiece a producir de todo a precios muy altos, penalizando al consumidor venezolano, encareciéndole el costo de la vida y aislando a Venezuela del comercio internacional. Lo natural es que nosotros desarrollemos las industrias para las cuales tenemos posibilidades reales de tener una producción sana e integrarlas en todas las etapas del plan, y no simplemente que nos pongamos a fabricar de todo de lo que se quiera con protección arancelaria encarecedora, a base de importación de materias primas, para hacer la transformación final en Venezuela. De modo que aquí habría que rectificar, en el sentido de establecer un plan ordenado, unas prioridades y unas etapas y unas directrices. ¿Cuáles son las industrias que el país va a desarrollar y cuáles son las que el país no tiene interés en desarrollar en esa etapa, porque no tendrían significado, porque no van a crear empleos, y porque van a crear empleos en una proporción muy pequeña y al costo de un encarecimiento de la vida? En cuanto a las protecciones acordadas, nadie que no sea un insensato puede levantarlas, Dr. Caldera, porque si en este momento, aunque algunas sean objetables, ya se han creado intereses en torno a ellas, sería simplemente dañar intereses que se han establecido bajo la buena fe de que tenían una protección. De modo que cualquier alteración de esa protección existente, nadie que no sea un irresponsable la puede tocar sino muy cuidadosamente y muy sobre seguro.
En cuanto al petróleo, Dr. Caldera, usted insinúa allí que las compañías ven con simpatía mi candidatura. Yo no sé si la ven con simpatía. Yo nunca he tenido nada que ver con las compañías petroleras, no defiendo intereses de compañías petroleras. No me interesan para nada las compañías petroleras, la prosperidad de ellas como compañías me importan un bledo. Me importa Venezuela y el provecho que Venezuela saque del petróleo y por eso me importa la política petrolera, y considero que la política petrolera de este gobierno es un disparate, porque ha parado una política petrolera que en Venezuela existía y no la ha sustituido. Eso es todo. Yo lo que le he dicho al señor Pérez Alfonso y a todo el mundo es que no ha habido una política substituta y por lo tanto Venezuela ha entrado en una época de desinversión petrolera, de pérdida de posición relativa en los mercados, de paralización de la explotación, de reducción de las reservas, que es negativo para Venezuela porque el petróleo es el instrumento por medio del cual Venezuela puede desarrollarse, es el capital enterrado que nosotros podemos utilizar para hacer un país. Tampoco he dicho que se den concesiones. Yo le invito a usted a que busque todo lo que yo he dicho para que usted se cerciore que no he dicho que se den concesiones en ninguna parte. Lo que he dicho es que el régimen de concesiones, si se va a reemplazar, hay que reemplazarlo por un régimen que por lo menos nos dé lo mismo que las concesiones y en todo caso más, que sería lo deseado. Desgraciadamente no puedo hacer el análisis de su programa.
Rafael Caldera:
Bueno, yo si tenía esa idea y así se lo he dicho a algunas personas con quienes he discutido el panorama electoral del país: que usted no ha enunciado ninguna política petrolera, es decir, que se ha limitado a criticar la política petrolera actual, y que tampoco ha combatido la tesis de no concesiones, sino que simplemente ha dicho, pues creo que le oí por allí, que no se trata de dar concesiones sino de crear una nueva política petrolera. Ahora me dio la impresión, al leer su discurso, de que hablaba de la utilización rápida del petróleo y de abandonar, digamos, pruritos conservacionistas. Y uso esta palabra porque la escuché anoche en una pregunta que le formuló el señor Armando Branger sobre su política petrolera en que usted hablaba de política conservacionista o política de desarrollo. Ya entiendo que una política conservacionista debe ser de desarrollo, pero sí me parece que sería muy interesante escuchar si es que en realidad usted piensa que la idea de conservar el petróleo, en cierta medida es una idea absurda y aldeana, y que debemos vender todo el petróleo que se pueda para utilizarlo en el proceso de desarrollo del país.
Ahora, en materia de reforma agraria, lo escuché y creo que muchas de las cosas que dijo, no diré que era como si estuviera diciendo la tesis nuestra porque es enteramente suya, pero sí coincide en gran parte con la tesis que hemos venido sosteniendo y defendiendo desde hace mucho tiempo. Yo comparto y he formulado abiertamente las críticas a la política del Instituto Agrario Nacional que ha sido una de las fallas fundamentales de este régimen. Usted me dirá ¿por qué no se retiraron ustedes del gobierno por los errores del IAN? Bueno, nosotros pensamos que la estabilidad del régimen era más importante. Usted me dirá, ¿por qué no le dijeron a Betancourt: si no nos das el Instituto Agrario, o si no nos haces esto, nos vamos del gobierno? Bueno, nuestro sistema no es ese. Yo creo que nosotros admitimos el hecho de que una mayoría le había dado a Betancourt y a su gente el derecho de gobernar y después le ratificó el Congreso, a través de las modificaciones de la Ley Agraria, la responsabilidad de la ejecución práctica del proceso del proyecto de Reforma Agraria. Ahora, yo quisiera preguntarle lo siguiente: ¿por qué el señor Quijada fue Director del IAN, y muy poderoso, durante dos años, y algunos piensan que es lógico que siendo tan destacado participante en su candidatura, en caso de ser usted Presidente, lo menos que sea él es presidente del Instituto Agrario Nacional? Usted me dice que él comparte la tesis que usted sustenta ya, pero yo le voy a preguntar concretamente, ¿en realidad ha modificado su concepto el señor Ramón Quijada, es decir, los conceptos expresados hasta hace, digamos un año, quizás unos meses, en el Congreso, en relación a una cuestión estrechamente vinculada a su vida como la de la reforma agraria?
Ahora, en la cuestión de la industrialización, yo veo, pues, que realmente usted admite que se ha realizado una labor, aunque cuando a veces al formular las críticas da la impresión de que esas críticas tuvieran mayor importancia que lo positivo que se ha hecho. A este respecto, por lo mismo de que me han venido un poco las críticas que usted ha formulado, precisamente por venir de usted en una de las cosas que creo más positivas –no perfectas, sino que tiene que jerarquizarse y ordenarse ahora en lo sucesivo–, voy a recordar dos opiniones que creo merecerán especialmente para ustedes una alta consideración. Por una parte está la opinión del señor Quijada, que dice: «He venido esta noche con gusto a decirle, doctor Lorenzo Fernández, he aquí mi humilde mano para rendirle a usted el reconocimiento de su labor patriótica que como Ministro de Fomento está haciendo para industrializar a Venezuela. Haga usted, señor Ministro de Fomento, haga usted su labor en el sector industrial, y haga su compañero de partido en el sector agrícola también la tarea venezolanista de crear una industria, una economía agrícola estable y vigorosamente estable en este país». Y agrega: «Yo he venido esta noche a rendirle homenaje al Ministro de Fomento y desearía que no pasen muchos días sin que los sectores rurales de Venezuela, los ricos y los pobres del campo, vengan aquí también a rendirle homenaje a un hombre que también lo merece por sus desvelos en levantar la agricultura venezolana, que es el doctor Víctor Giménez Landínez». Y lo otro es el acuerdo de la Asamblea de Fedecámaras en Barcelona, que tiene unos considerandos extraordinarios que dicen: «Declarar solemnemente que una política de protección industrial constituye una premisa indispensable; manifestar categóricamente su apoyo a la política que en materia de protección industrial y cooperación con las empresas ha venido desarrollando el Ministerio de Fomento». Y dice en los considerandos que la labor del Ministerio es extraordinaria. Yo creo que esto conjura un poco las críticas que se hacen.
Arturo Uslar Pietri:
Dr. Caldera, yo no sé, ni puedo saberlo, ni es a mí a quien me corresponde decirle si el señor Quijada ha modificado su manera de pensar. Yo lo que le digo a usted, y eso es cierto, es que el señor Quijada está de acuerdo con ese planteamiento que yo estoy haciendo aquí y tengo motivos para pensar que está de acuerdo de buena fe, porque lo considero un hombre de buena fe.
Ahora quisiera pasar al otro punto que usted suscitó: creo que fue las críticas que yo hice y usted ha hecho algunas veces al proyecto de las casas de COPEI. Yo he dicho que me parece un proyecto demagógico, un proyecto irrealizable, y un proyecto, además, que no es el que le conviene al país. Ustedes hablan de construir 100.000 casas anuales. El déficit actual de viviendas al año se estima en más o menos 700.000 casas y se calcula que el déficit se incrementa anualmente en 100.000 más. De modo que imaginaríamos que ustedes, construyendo esto, apenas llenarían el déficit anual y el déficit de arrastre continuaría igual, de 700.000 casas. Ahora, en cuanto al costo, ustedes pretenden construir casas de Bs. 5.000. Esta es una discusión técnica difícil, pero la verdad es que el Instituto Venezolano de la Vivienda Popular y otros organismos especializados consideran que es prácticamente imposible, a menos que sea un rancho dignificado, construir una casa por menos de 10.000 bolívares; porque, además, en los planes de ustedes, Dr. Caldera, no figura el precio de la dirección: es como si esas casas nacieran de sembrar en el suelo Bs. 6.000 y brotan como brota una mata de verdolaga.
La verdad es que si se fuera a construir las casas al costo que en realidad deben tener, daría esto: el área de terreno, sería de 26.600.000 metros; el costo de adquisición de los terrenos y de los servicios, serían 532 millones de bolívares; la construcción, sería 1.000.000.000 de bolívares para 100.000 casas; y el proyecto y coordinación, sería de 68 millones de bolívares. Esto daría 1.600 millones de bolívares. ¿Usted sabe lo que son 1.600 millones de bolívares, Dr. Caldera? Es todo lo que el presupuesto de Venezuela, del gobierno de la coalición, tiene destinado para inversión. El año de 1962, la inversión era de 1.897 millones; el año 63, de 1.697 millones; y para el año 64, se prevén 1.418; de modo que ni siquiera habría para cubrir el costo de las casas.
Ahora, esta es la pregunta que yo me hago: ¿es esto lo más urgente en Venezuela? ¿o lo más urgente en Venezuela es invertir capital en desarrollo?, es decir, en desarrollar la economía del país, en crear fuentes de trabajo, en invertir en desarrollo agrícola, en desarrollo industrial, en desarrollo de fuentes de energía, que van entonces a elevar el nivel de vida, a aumentar el circulante, a aumentar el número de hombres empleados y, como consecuencia de esto, entonces se podría pensar en que se va a resolver el problema de las casas, por parte del gobierno y por parte de la iniciativa privada; pero, coger prácticamente la totalidad o la mayor parte de lo poco que el Estado venezolano puede destinar a la inversión, y en lugar de destinarlo a la inversión reproductiva, destinarlo a una inversión no reproductiva como es la construcción de casas, es una política, a mi modo de entender, errada. A mi modo de entender errada, porque es paralizar el desarrollo del país totalmente y convertir al Estado en el financiador de una monstruosa industria de la construcción.
Yo me acuerdo, Dr. Caldera, que cuando se presentó al Congreso la Ley de Alquileres, yo fui una de las pocas personas que se paró contra esa Ley abiertamente, y dije que esa Ley es una ley contraproducente, contraria al interés nacional, que iba a matar la industria de la construcción, que iba a echar a la calle a centenares de miles de empleados, que no iba a construir una sola casa y que no iba a abaratar los alquileres. Desgraciadamente esas predicciones se han cumplido: la industria de la construcción sufrió un colapso terrible, la construcción se paralizó, y hoy en día es sabido que conseguir un apartamento o una casa decente en Caracas es imposible a los precios regulados, o hay que pagar un derecho de llave, o hay que comprar unos muebles viejos, o cualquier otro de los mil trucos de que se vale la necesidad para arrancarle el dinero a quien lo necesite.
De modo que ustedes, que apoyaron la Ley de Alquileres, a sabiendas de que mataba la industria de la construcción –y entre las razones que alegaron era porque estaba hipertrofiada– ahora pretenden poner al Estado en pleno al servicio de una hipertrofia de la industria de la construcción, abandonando los recursos que el Estado tiene limitados, que son más o menos esos mismos, para la creación y el fomento de una actividad económica que cree empleos y que sea reproductiva, porque la casa, la inversión de casas, no es reproductiva, Dr. Caldera. La inversión de casas es una inversión de consumo, de consumo duradero; son bienes de consumo duradero, pero no es una inversión reproductiva. Inversión reproductiva es una planta eléctrica, es una siembra, es un cultivo, es una industria, de modo que por eso lo critico: en primer lugar, porque me parece desproporcionado destinar esos recursos, y en segundo lugar, porque me parece que los costos que ustedes estiman consumirían prácticamente todo lo que el Estado venezolano tiene y algo más, para la inversión y el desarrollo, que es lo vital y lo importante, porque, sin desarrollo, Venezuela no pasará nunca de ser un país marginal y subdesarrollado.
Carlos Rangel:
Las dos siguientes intervenciones tienen tres minutos cada una; la primera, a cargo del Dr. Caldera y, la segunda, a cargo del Dr. Uslar Pietri. Serán las últimas de este debate. Tiene el Dr. Caldera tres minutos.
Rafael Caldera:
Dos puntos rápidamente, voy a referirme a ellos, contiene la intervención del Dr. Uslar. Uno: nuestra actitud sobre la Ley de Alquileres; y otro: nuestra estimación sobre el proyecto de construcción de viviendas.
Sobre la Ley de Alquileres, quisiera que la cámara se acercara un poquito, para que los televidentes vieran lo que dice aquí, el documento de que se trata. Se trata de observaciones del Partido COPEI al proyecto de Ley de Alquileres presentado por el partido Acción Democrática; documento del Congreso de la República donde está nuestra actitud. Y le recomiendo al Dr. Uslar que si tiene tiempo, lo lea y vea las observaciones que se hacen sobre los peligros que esa Ley significaba. En cambio, tengo un folleto de cuando el Dr. Uslar era un hombre de gobierno, en que hay una frase que por lo demás creo que él tiene su razón de hacer. Dice cosas como éstas: «Precisamente aparece hoy en la prensa un comunicado en que se expresa que la regulación de alquileres en sólo el Distrito Federal ha representado para los inquilinos un beneficio no menor de 10 millones de bolívares por año. Sin esta regulación, fácil es pensar a cuánto hubiesen ascendido los alquileres y éste es el resultado que el estómago del pueblo venezolano palpa diariamente, aunque muchas veces quisieran hacérselo entender de otra manera». Y agrega: «No pretendo proponerle a ustedes que esta intervención sea perfecta; no pretendo hacerles creer que no haya fallas y deficiencias en ella. Al contrario, hay fallas, hay deficiencias, pero se han logrado inmensos beneficios y ventajas». Los enemigos del progreso nacional dicen que la regulación del gobierno no debe proseguir porque es imperfecta.
La población aumenta en 300.000. No vamos a meter tres personas por casa. Hemos estimado una necesidad de incrementos de 50.000. Pero, si se necesitaran 100.000 más por año, razón de más para que se tuvieran que hacer las 100.000 casas, por lo menos para que el déficit no aumentara en forma monstruosa. Segundo, las casas campesinas estimadas en bolívares 5.000 responden a una experiencia realizada. No son todas las unidades de ese mismo precio, hay diversos grados de acuerdo con las necesidades y posibilidades de los futuros adjudicatarios, de manera que su estimación de mil seiscientos millones de bolívares es una estimación que no es exacta. Es una inversión, además, que usted considera que no es reproductiva. Yo creo que las inversiones en educación, salud y vivienda son inversiones reproductivas, porque contribuyen a fortalecer el capital humano del país, que es el que realmente crea riqueza. Es mucho más importante esto que crear una planta eléctrica. Pero, yo le propondría a usted que dos, o tres, o cuatro ingenieros y economistas de su candidatura, de los que sostienen su candidatura, discutieran este asunto con un grupo igual de gente de la que ha intervenido en este proyecto, para que el pueblo vea si estamos trabajando sobre bases sólidas y firmes, o si estamos, como usted lo dice, presentando un proyecto demagógico, irrealizable e inconveniente.
Arturo Uslar Pietri:
Dr. Caldera, en efecto ustedes presentaron observaciones, pero ustedes aprobaron la Ley. En cambio, yo salvé mi voto en esa Ley, porque yo no tenía fuerza para no aprobar. De modo que ustedes tienen la responsabilidad de haber aprobado esa Ley, con sus consecuencias. Cita usted unos párrafos míos en los que yo digo que la regulación de alquiler es necesaria, y la sigo sosteniendo. Para reducir alquileres es necesaria y yo no me opongo a ella. Me opongo a esa Ley de Alquileres que creó condiciones absurdas que hicieron imposible continuar la construcción, porque cuando se dictó esa Ley había una regulación de alquileres que existía desde hace muchos años. En Venezuela hemos tenido un régimen ininterrumpido de regulación de alquileres, prácticamente desde la Segunda Guerra Mundial, desde 1942, o antes, 39 creo, que fue la primera que se dictó, del 40. De modo que siempre ha habido y creo que no se podría abandonar. Si nosotros suspendiéramos la regulación de alquileres totalmente, habría una especulación por consiguiente muy peligrosa. De modo que nadie lo puede sostener y en todo caso no lo sostengo yo. Ahora, que esa Ley llevó la regulación de alquileres a unos extremos punitivos para la industria de la construcción, como lo dijo Tomás Enrique Carrillo Batalla, eso es correcto, y esa Ley tiene una responsabilidad inmensa en este colapso.
En cuanto a lo que usted decía, Dr. Caldera, de que usted considera que es inversión educación y sanidad, claro que es inversión, pero una inversión complementaria, porque, ¿de qué sirve darle una casa a un hombre que no tiene trabajo? ¿En qué lo remedia morirse de hambre bajo un techo propio? ¿No sería preferible que se ganara la vida, que produjera, que prosperara, que sostuviera a sus hijos y que ahorrara y que pudiera comprarse una casa con un trabajo seguro, a darle una casa como un regalo para que dentro de esa casa siga muriéndose de miseria? No puede ser. De modo que por eso digo que hay una prioridad, y a mi modo de entender es preferible a darle una casa, darle trabajo, y por lo tanto la inversión en desarrollo, la inversión en fuentes de producción, en creación de empleos que sería la inversión en la industria, la inversión en agricultura, la inversión en servicios de desarrollo al país, es mucho más sana y mucho más segura, y por lo tanto es más aconsejable, que una inversión gigantesca en bienes no reproductivos, como sería una inversión en casas.
Carlos Rangel:
Con esta intervención del Dr. Uslar, ha terminado este debate, conducido por ambos participantes con una altura y una ponderación que han hecho de él una verdadera cátedra de civismo.