Elecciones en la universidad
Artículo de Rafael Caldera para El Nacional, del 2 de febrero de 1968.
La Universidad Central de Venezuela, como consecuencia de la política seguida por las autoridades del Instituto, de las autoridades nacionales y de los partidos de extrema izquierda, ha venido siendo señalada en los últimos años como el baluarte más importante de los grupos marxistas-leninistas en nuestro país. Parecía, por ello, una empresa homérica la de una corriente estudiantil que se les enfrentara y, más aún, que lo hiciera manteniendo su respeto por su propia condición universitaria, sin apelar a las armas usadas por los adversarios y sin convertir por su parte a la Universidad en una posición estratégica, en una barricada para el asalto de otras posiciones a las cuales se la subordinara. Las elecciones estudiantiles han demostrado que esa lucha se está dando con nobleza, con gallardía y con visibles resultados.
En estas elecciones se puede hablar con mayor claridad que en otras anteriores, porque toda la prensa se ha encargado de señalar la filiación de los postulantes de las planchas y estos mismos lo han hecho así abiertamente, sin que nombrarlos por sus nombres pueda ser visto como caza de brujas o algo semejante. Los marxistas fueron a elecciones en dos grandes frentes. Uno motorizado por la juventud del Partido Comunista, en alianza con los partidos PRIN, VPN y PSD. El otro, por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, apoyada por el sector comunista “douglista” del FLN y por algunos jóvenes ex demócratas cristianos, expulsados de las filas copeyanas.
En seis de las once Facultades universitarias: Medicina, Arquitectura, Ingeniería, Derecho, Odontología y Farmacia (en cuatro de ellas por mayoría absoluta) y en la Escuela de Bioanálisis, ganaron las planchas postuladas por los demócratas cristianos. No eran listas de políticos metidos a la Universidad para aprovecharla, sino de universitarios genuinos, que tienen una preocupación política pero que representan auténticamente las preocupaciones y anhelos del estudiantado.
En toda la Universidad, haciendo exclusión de Economía, el resultado electoral favoreció ampliamente a los socialcristianos, aun computando en el total Facultades dentro de las cuales ejercen los marxistas control tradicional, como Humanidades y Ciencias. Los votos DC llegaron a 6.477, es decir, setecientos más que el año pasado. Si se prescinde de los de Economía, quedarían 5.687 contra 4.806 de la plancha 9, y la diferencia se agranda aún en las votaciones para las Asambleas de Facultades, donde llega la ventaja a 1.167 votos.
Es en la Facultad de Economía –gobernada a su antojo por los marxistas- donde se invierte el panorama total. Allí obtuvieron los democristianos 790 votos, los comunistas y sus aliados 2.228 y los miristas 1.404. ¿Cuántos de esos votantes son estudiantes universitarios reales y verdaderos, y cuántos son simplemente inscritos para ejercer el voto?
No corresponde, pues, el resultado arrojado por los números a la imagen de un estudiantado marxista. El voto estudiantil por los democristianos en las Facultades donde se exige más al estudiante es el mejor reconocimiento de aquellos que no pretenden poner la Universidad al servicio del partido, sino el partido al servicio de la Universidad.
La propia campaña electoral fue una demostración palpable de que la Democracia Cristiana respeta mucho la institución universitaria y la dignidad humana del estudiante. No incurrió COPEI en intentos de masificación, ni usó “discotecas”, ni derrochó cuantiosos recursos económicos en la campaña universitaria, ni mucho menos hizo uso de espectáculos insultantes contra figuras de la vida política o universitaria. Los estudiantes copeyanos desarrollaron una campaña universitaria y para universitarios, entendiendo por tales a seres pensantes y responsables. La adhesión consagratoria que lograron es el resultado de un voto firme y no de un “embarque” psicodélico.
No tuvo ni tiene interés COPEI en jugar a las elecciones universitarias con fines de política nacional. De todos modos, hay la evidencia de que en el estudiantado real y verdadero, se logró una positiva mayoría.
Ha quedado muy en claro que “Copei sigue siendo el único partido político no marxista que ha logrado influir y organizar a un sector importante del estudiantado de la UCV, y este fenómeno se reproduce con altibajos en las otras universidades nacionales”. Esto no lo digo yo, lo afirma Carlos Rangel Guevara, un periodista objetivo, cuya posición personal, según es bien sabido, no es filo-copeyana. Como él mismo lo dice, “es indispensable tener en cuenta la continuidad y la firmeza de la tendencia social cristiana en la Universidad, en contraste con la debilidad o ausencia total de otros partidos democráticos”. Esa es la verdad.
Hoy van los democristianos por la Presidencia de la FCU con Delfín Sánchez, que no es un político profesional sino un universitario genuino, acreditado por una amplia labor como Presidente del Centro de Estudiantes de Ingeniería y delegado estudiantil al Consejo Universitario, y escogido por las propias bases. Los estudiantes que quieran de veras a su Universidad le darán su apoyo. Si los centenares que votaron por otros partidos democráticos prefieren, por mezquina rivalidad partidista, dar el voto a los comunistas, allá ellos y sus jefes políticos con su grave responsabilidad. Es de esperar que los compensen los votos de aquellos independientes que se abstuvieron la semana pasada, si llegan a entender la importancia de rescatar la Universidad quitando banderas a los extremistas, que usan la institución como trinchera y le quitarían, si llegaran a gobernar, toda autonomía y libertad académica.