De izquierda a derecha: José Antonio Pérez Díaz, presidente del Congreso Nacional; Rafael Caldera, presidente de la República; Antonio Léidenz, vicepresidente del congreso. En la fila de atrás, de izquierda a derecha: María Cristina Osuna de Pérez Díaz y la primera dama Alicia Pietri.

Aquí está una fuerza que no nació para atropellar sino para salvaguardar y defender

Discurso de Rafael Caldera con motivo del 50 aniversario de la Fuerza Aérea Venezolana (FAV) en la Base Aérea de Palo Negro, Maracay.

Hace 50 años Venezuela era todavía un país incipiente. Cargada de gloria, la República había visto surcada su tormentosa historia por algunas figuras de indiscutible calidad, pero parecía empeñada en negarse a sí misma; le quedaba como fuerza motriz el recuerdo de su acción incomparable en los días estelares de la Independencia. Vivía en una especie de pausa forzada a la cual llegaba apenas el estremecimiento de los acontecimientos que sacudían al mundo y que nos recordaban el deber de transformarnos en Estado Moderno. Uno de esos aletazos fue la creación de nuestra aviación militar. Terminaba la primera guerra mundial. Durante ella la participación aérea había demostrado la presencia de una nueva y poderosa fuerza de combate que obliga a revisar los tradicionales conceptos sobre la defensa nacional. Empezó la aviación modestamente, pero fue impulsada por el coraje de unos cuantos hombres; hombres magníficos que sabían que era un grave, un casi inevitable peligro de muerte, el entregarse a la hazaña de penetrar los aires del país en las alas de los nuevos aparatos, pero que con su precoz muerte dejaron a otros el ejemplo, el estímulo, el aliento, para que nuevas promociones fueran desarrollando una actividad que llena de satisfacción y de orgullo a todos los venezolanos.

Durante estos 50 años una inmensa transformación ha ido sufriendo nuestra patria. Ya no somos un país rural, acurrucado en su pobreza, viviendo de la limosna de sus exportaciones de café y cacao. Apareció el petróleo, pero aparecieron también muchos elementos más en la potencialidad nacional. Nos convertimos en un país cada vez más entregado a la hazaña de la vida urbana, dado con pasión a la creación de nuevas oportunidades de vida. Hemos llevado los liceos hasta humildes poblaciones diseminadas por todo el territorio nacional; las universidades han pasado de la modesta, de la humilde categoría de un reducto de pequeños grupos privilegiados, a alcanzar ya casi un centenar de miles de jóvenes venezolanos que representan todos los sectores sociales y que se nutren en gran parte, con la savia y con la inteligencia de los venezolanos de la más modesta condición social.

Estamos abriendo un proceso de incorporación a la técnica; estamos tratando de llevar el nombre de nuestro país, con dignidad, a todas las reuniones del universo; estamos tratando de alentar con decoro el movimiento de América Latina hacia la conquista de un destino de grandeza y, dentro de ese proceso, la transformación de nuestras Fuerzas Aéreas es un índice elocuente de lo que Venezuela representa. Se han construido obras de infraestructura, se ha adelantado la dotación de bases aéreas en diversos lugares de nuestro territorio, se han ido sembrando de pistas de emergencia todas las regiones y todos los lugares de nuestra Patria; hemos ido entregando nuevos valores jóvenes a la acción de la técnica, y la superación ha ido demostrando su calidad, recorriendo no sólo los aires de toda nuestra patria, sino saliendo también al extranjero a cumplir misiones de amistad, de auxilio social, de transporte de nuestras vivencias culturales y de nuestro deseo de amistad y de entendimiento con todos los pueblos, y especialmente, con los pueblos hermanos de la gran comunidad latinoamericana.

Aviones Fairchild C-123 pertenecientes a las Fuerzas Aéreas de Venezuela.

En este tiempo se ha desarrollado también la aviación civil. A ella ha dado su esfuerzo y su concurso, venezolanos provenientes en gran parte de las Fuerzas Aéreas; a ella ha dado comprensión y ayuda el pueblo de Venezuela, que se ha manifestado apto, increíblemente apto, para la gran transformación de las formas de vida que supone el dominio de los aires y el transporte a través de grandes distancias con la rapidez que permite el avance de la tecnología.

Hoy estamos aquí orgullosos de nuestra Fuerza Aérea y vengo a proclamarlo en la honrosa condición que la Constitución Nacional me confiere de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales. Es bien conocido y estimado por el pueblo de Venezuela lo que significa esta función que la Carta Fundamental otorga al ciudadano a quien sus compatriotas escogen para desempeñar la Presidencia de la República. La Comandancia en Jefe de las Fuerzas Armadas representa una atribución delicada, importante y trascendente. Esa atribución yo la he ejercido a plenitud, con plena conciencia de mi responsabilidad, teniendo como guía los intereses nacionales, las instituciones que informan a las Fuerzas Armadas y la capacidad de cada uno en la necesidad de estimular el mérito y la voluntad de servicio. Y en el ejercicio de esa atribución, que es clave de las instituciones políticas de nuestra República democrática, debo decir y proclamar a pulmón lleno que he encontrado como respuesta por parte de las Fuerzas Armadas Nacionales, la más absoluta disciplina, que es cualidad primaria en un militar desde el punto de vista profesional e institucional.

Por eso tengo plena confianza en lo que las Fuerzas Armadas representan en la garantía, en la fortaleza, en la estabilidad de las instituciones venezolanas, en la garantía de la paz, en el mantenimiento de una base sólida para que se pueda trabajar con desvelo por el progreso, por el desarrollo, y por la prosperidad del pueblo venezolano.

La adhesión de las Fuerzas Armadas de Venezuela a las instituciones democráticas no es una aceptación pasiva, ni es tampoco una adhesión romántica. Es una decisión consciente, plena y activa. Defendemos la democracia venezolana porque sabemos lo que nos cuesta, porque tenemos conciencia de las energías perdidas a través de años y años en los cuales se retrasó la era de transformar a Venezuela en un país moderno. Tenemos conciencia de lo que significa el entendimiento entre el Gobierno y pueblo, entre pueblo y Fuerzas Armadas, entre Fuerzas Armadas no deliberantes y Gobierno, que representa y debe representar, en todo instante, las grandes preocupaciones nacionales.

Por eso, todos en un solo cuerpo, desde su Comandante en Jefe hasta el último y más humilde de sus integrantes, los miembros de las Fuerzas Armadas Nacionales estamos dispuestos a dar todo nuestro esfuerzo y todo el sacrificio que fuere necesario para hacer frente a cualquier tipo de cosas que en cualquier momento, pudiera significar una perturbación de lo que Venezuela ha conquistado como uno de sus mayores tesoros y de lo que constituye el punto de partida, verdaderamente firme, de la conquista del desarrollo nacional.

Durante todo el año 1970 se realizó una exposición aeronáutica itinerante en las principales ciudades de Venezuela.

Debo decir con satisfacción que en estos dos años en que he aprendido a convivir con los integrantes de las Fuerzas Armadas, en que he compartido sus preocupaciones, sus desvelos, en que he escuchado sus puntos de vista, sus opiniones y sus angustias sobre los problemas de Venezuela, la República ha estado plenamente garantizada. No ha habido necesidad, un solo día, de decretar un acuartelamiento; no ha habido necesidad, un solo día, de declarar una emergencia; el país ha estado trabajando y haciendo uso pleno e irrestricto de sus libertades. Se han discutido todos los problemas, se han proclamado todas las ideas, se han organizado todas las corrientes, y todo ello ha sido posible en el mantenimiento de la paz, porque ella reposa sobre la conciencia nacional, sobre la voluntad firme e irrestricta de las Fuerzas Armadas.

Desde este punto de vista, respetuosos como somos de la soberanía y de la autodeterminación de todos los pueblos del mundo, especialmente de nuestros hermanos de América Latina, hemos ofrecido una mano amiga, hemos mostrado y estamos dispuestos a continuar mostrando una voluntad amplia de colaboración. Respetamos la decisión de cada país para adoptar el camino que juzgue más conveniente para la resolución de sus asuntos. Tenemos comprensión alta y fraterna para las condiciones que en cada lugar han determinado acciones o situaciones, sobre todo por la necesidad de resolver los graves problemas del subdesarrollo y de transformar la realidad social de nuestros pueblos. Dentro de esa posición estamos satisfechos, limpiamente orgullosos de la libertad de que disfrutamos, de la normalidad constitucional firmemente asegurada en la vida de Venezuela, y respetamos y comprendemos las situaciones que en otros países han podido determinar fórmulas que buscan también, estoy seguro, el mejor interés de sus pueblos y el mejor y más grande fortalecimiento de la patria latinoamericana.

Pero dentro de esta misma posición nos sentimos invitados a una especie de noble emulación para trabajar por la resolución de nuestros asuntos, porque las instituciones de que gozamos y que defendemos las consideramos como un instrumento eficaz, como el mejor instrumento, quizás, para el fortalecimiento de las clases populares, para la transformación de nuestra realidad social, para la promoción de los más humildes al pleno disfrute de las ventajas y de las responsabilidades del proceso social. Dentro de este camino sabemos que hay mucho por andar y mucho por realizar con conciencia plena de la soberanía y con un nacionalismo muy hondo, que no está dispuesto a ceder ante nada por la defensa de nuestros derechos y por la conquista de los beneficios que legítimamente corresponden al pueblo de Venezuela.

Somos además un pueblo amante de la paz. Nuestras Fuerzas Armadas lo saben y lo proclaman. Descendientes del Ejército Libertador que cruzó nuestros límites y que fue muy lejos luchando por la libertad y por la Independencia de los pueblos hermanos, tiene conciencia la Institución Armada de Venezuela, de que esta Patria presenta un privilegio singular. Después de los días gloriosos de la Independencia, somos el único país del hemisferio que no ha estado envuelto en una guerra internacional. Quizás muy pocos países del mundo hayan podido gozar de un privilegio tan singular, y no lo decimos con ánimo de destacar lo nuestro, sino con la intención de presentarlo como credencial de nuestra buena voluntad. Cuando queremos que nuestras Fuerzas Armadas estén bien dotadas, suficientemente equipadas, con todas las posibilidades que la transformación de la técnica exige y reclama, es para garantizar mejor el servicio que cumple en nuestro territorio, para tener mayor y más plena confianza no sólo en la independencia, en la integridad territorial y en la soberanía de Venezuela, sino también en la independencia, en la integridad y en la soberanía de los países hermanos de América Latina, pues si en algo se ha avanzado en los últimos años, es en el intercambio entre las Fuerzas Armadas de los países de este continente, para reiterar el compromiso de defender la libertad, de asegurar la dignidad y de garantizar los derechos humanos de los pueblos.

Hoy precisamente es el día de los Derechos Humanos. Y la Aviación Militar Venezolana puede sin sonrojarse saludar la coincidencia de ambas fechas, porque aquí está una fuerza que no nació para atropellar sino para salvaguardar y defender los más legítimos atributos del ser humano.

Discurso del presidente Caldera en la Base Aérea de Palo Negro.

Y por eso estamos reunidos esta tarde aquí para celebrar este acontecimiento de las bodas de oro de nuestra Aviación Militar, no sólo los funcionarios públicos sino los representantes de toda Venezuela. Los integrantes de la Fuerza Aérea saben que al par que el respeto, tienen el cariño y la simpatía de su pueblo. Tenemos la voluntad de dotar a la Fuerza Aérea del material necesario de acuerdo con la renovación que impone la misma dinámica de los tiempos. Contamos con la colaboración y la comprensión del Poder Legislativo de la República y de los demás sectores sociales, así como contamos y hemos contado con la comprensión de los propios integrantes de las Fuerzas Armadas, que reclaman para ellas dotación cónsona y eficaz pero que, al mismo tiempo, son los primeros en defender las inversiones que van a satisfacer urgentes necesidades de salud, de educación, de obras de infraestructura y de otras necesidades apremiantes de nuestro pueblo.

Nuestras Fuerzas Armadas no son, ni han querido ser, no lo querrán nunca, una especie de pulpo que se nutre de los despojos del país. Las Fuerzas Armadas saben que su propia fortaleza va pareja con la fortaleza del organismo nacional. Y precisamente porque nos empeñamos en tener un pueblo más educado, mejor atendido en su salud, mejor alimentado y que tenga mayores posibilidades de trabajo, las Fuerzas Armadas sienten que representan una entidad más robusta y más sólida, lo que le da mayor seguridad en el cumplimiento de su elevada misión y, al mismo tiempo les da mayor posibilidad de cooperar, eficazmente, a la transformación positiva de las demás naciones hermanas.

En esta asoleada tarde de Aragua está culminando la celebración del Año Jubilar de la Aviación Venezolana. Durante este año algunas cosas hemos podido hacer: hemos completado la dotación de algunas bases, hemos dotado a la Comandancia General y a los comandos de la Fuerza Aérea de una sede digna y cónsona; hemos comenzado la renovación de nuestro material con la adquisición de algunas unidades de transporte de urgente necesidad para nosotros. El pueblo de Venezuela ha compartido con sus aviadores el júbilo de este año, a través de la exposición aeronáutica que ha podido exhibirse en varias de las principales ciudades de nuestro país, y que ha sido visitada por centenares de miles de compatriotas que han salido más convencidos, más identificados del papel que a la Aviación Militar corresponde en Venezuela.

Ha sido digna la celebración; ella nos compromete a mucho más. Sé que hay una legítima inquietud en los integrantes de la Fuerza Aérea por disponer de mayor y mejor material para poder ejercitar mejor sus funciones, hasta para poder cumplir mejor una labor de acción cívica, llegando hasta aquellos lugares donde la aviación comercial, por circunstancias económicas, no puede cumplir una misión regular y constante. Sabemos que hay el deseo, y ese deseo es compartido plenamente por su Comandancia General, por el Ministerio de la Defensa y por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas que tiene en este momento el honor y la responsabilidad de dirigirse ante ustedes.

Tenemos el propósito de mantener y reactivar en las mejores condiciones el material existente, pero sobre todo de renovarlo con material nuevo, y todo el que vea que la Aviación Militar Venezolana goza del disfrute de la utilización de mejor material, y tiene mayores posibilidades de acción, debe saludar con alegría este hecho, porque ese es un material y esta es una fuerza que están comprometidos con un destino de libertad, de paz y de respeto para todos los hombres.

Bajo ese signo, bajo el hermoso signo de un sano nacionalismo, bajo el hermoso signo de una voluntad de amistad con todos los pueblos de la tierra, pero especialmente con los que están más cerca por el espíritu y por el territorio, por una voluntad de poner a marchar hacia adelante la potencialidad del alma latinoamericana para que ella se haga sentir en el mundo, con la conciencia de que nuestra Fuerza Aérea modesta pero decorosamente se puede presentar ante cualquier país, y con las mejores esperanzas, saludo en nombre de todos los venezolanos a la Fuerza Aérea de Venezuela en el momento en que se cumplen 50 años de su fundación.