Conferencia de la Unión Interparlamentaria Mundial en Caracas. 13 de septiembre de 1979.

La 66ª. conferencia

Artículo de Rafael Caldera escrito para la Agencia Latinoamericana de Noticias (ALA), en octubre de 1979.

Un récord de 66 conferencias anuales constituye para una entidad mundial una credencial impresionante. El organismo internacional en actividad más viejo del mundo, la Unión Interparlamentaria Mundial, ha celebrado en Caracas el pasado mes su sexagésima sexta conferencia. De no haber sido por las interrupciones debidas a dos guerras mundiales, el número sería más alto aún, porque la Unión está cumpliendo noventa años.

En general, el movimiento internacional se ha hecho a base de Estados, representados por gobiernos, con la excepción de la Organización Internacional del Trabajo, cuya estructura tripartita asegura la participación, en cada delegación nacional, no sólo de representantes gubernamentales sino de representantes de los empleadores y representantes de los trabajadores. Pero ésta es una institución diferente. La integran representantes de los Parlamentos. La idea, muy razonable, fue la de que, si bien las relaciones diplomáticas entre los diversos países corresponden a la rama ejecutiva del Poder Público, esas relaciones dependen de la aprobación de los Parlamentos y, en cierta medida, de la orientación que los Parlamentos imprimen, dentro de los sistemas constitucionales de las diversas naciones, a la composición y actividad de los gobiernos.

Claro está que las conferencias de la Unión Interparlamentaria Mundial no adoptan decisiones vinculantes: no pueden obligar a sus respectivos Estados en un determinado sentido. Pero su fuerza moral y política es tanto mayor cuanto más denso es el número de sus integrantes y más concretos los puntos tratados.

La vitalidad de la Unión se refleja en el aumento progresivo de la cantidad de países cuyos parlamentos han solicitado y obtenido su inscripción en ella. En la reciente reunión de Caracas, el total ha alcanzado a 88 grupos parlamentarios nacionales. Esos grupos participan en la Conferencia a través de delegados en número variable: así, cada grupo tendrá un mínimo de ocho votos, más un número adicional de 1 a 13 según la población (desde 1 voto más para los países que tengan de 1 a 3 millones de habitantes, hasta 13 votos –máximo– para los que tengan más de 300 millones. Venezuela tiene 3 votos adicionales, como país comprendido entre los de 10 y 20 millones de habitantes) y, además, un voto suplementario para los grupos integrados por no menos del 50% de miembros de la Cámara popular, si ésta tiene menos de 100 miembros, y 2 votos suplementarios si, en la misma hipótesis, ésta tuviere más de 100 miembros. En el Consejo cada país está representado por dos delegados. El Comité Ejecutivo tiene diez integrantes elegidos por la Conferencia de entre los miembros del Consejo, tradicionalmente en forma tal que concurren los diversos continentes y regiones del mundo.

Esos 88 parlamentos que forman parte hoy de la UIP reflejan, naturalmente, la variedad de los sistemas políticos imperantes en el mundo. Originalmente integrado por parlamentarios de Francia y Gran Bretaña, el crecimiento numérico fue acompañado por un cambio cualitativo cuando se decidió admitir a la Unión Soviética y a los otros países socialistas. Pero, en sí, como un Parlamento Mundial, la Conferencia y demás órganos de la UIP tienen una estructura pluralista, donde todas las posiciones concurren y donde todas las corrientes tienen sus representantes y defensores. Por supuesto, el funcionamiento de una entidad como ésta no deja de ser difícil, en la medida en que se aspire a adoptar determinaciones positivas y a no reducirse a un mero enfrentamiento polémico. Y es de reconocer que el objetivo se ha logrado.

Temas muy variados se tratan en las reuniones interparlamentarias. En la 66ª. Conferencia se adoptó por unanimidad una Resolución sobre la implementación del documento final de la 10ª sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas acerca del Desarme; por 494 votos contra 110 y 288 abstenciones, una Resolución sobre la cuestión del Medio Oriente y el problema Palestino; una Resolución, por 682 votos contra 39 y 65 abstenciones, sobre los Aspectos legislativos del Derecho del Espacio; una Resolución unánime sobre la Protección de la familia y los cuidados de los niños y de la juventud, en relación con el Año Internacional del Niño; otra Resolución unánime sobre las Vías y modos de promover la comprensión, la cooperación y la paz internacionales, en las áreas de la educación, de la información y de la comunicación; y, por 564 votos contra 25 y 245 abstenciones, una Resolución sobre la implementación de las recomendaciones de las Naciones Unidas en materia de Descolonización.

Un hecho relevante en la Conferencia de Caracas fue la incorporación de 9 grupos nacionales más, entre ellos seis de nuestro Continente, a saber: Guatemala, Surinam, República Dominicana, Colombia, Ecuador y Bolivia. Por razones formales se suspendió la presencia de Nicaragua, pero es de confiar que en muy poco tiempo podrá entrar con su Parlamento, ahora plenamente representativo de su pueblo. Por otra parte, el Perú, que no pudo afiliarse por haber concluido sus labores la Asamblea Constituyente, tendrá seguramente su Congreso en funcionamiento para la próxima Conferencia. Y yo no puedo dejar de expresar el voto de que pronto veamos de nuevo con nosotros a los Parlamentos que tanto brillo dieron a nuestra América Latina en los países del Cono Sur: Uruguay. Argentina y Chile.

Para el trienio 1979-1982 fui elegido –en forma unánime y con la postulación también unánime de la América Latina– como Presidente del Consejo. Estoy consciente del inmenso honor que esta designación reviste y aspiro a responder, en la medida de lo posible, al servicio de los altos fines que la Unión Mundial Interparlamentaria se propone. Abrigo la esperanza de que la democracia se fortalezca en los años que vienen en los países latinoamericanos y de que una solidaridad cada vez mayor entre nuestros pueblos nos lleve a tener una voz más oída en el concierto de las naciones, para coadyuvar precisamente a los objetivos de la UIP, que son los mismos bajos cuyo signo nacimos a la vida independiente: la paz, la libertad y la justicia.