Rafael Caldera en el Directorio Nacional de COPEI, 1983.

Tenemos la obligación de rescatar la imagen de COPEI

Discurso de Rafael Caldera en el Comité Nacional Ampliado de COPEI, 17 de noviembre de 1984.

Estimo mucho la invitación que se me ha hecho, por iniciativa del compañero Secretario General Eduardo Fernández, para decir unas palabras de clausura de esta reunión, de la cual no sólo está pendiente la militancia copeyana, sino creo que todo el país, y cuando digo país, no me refiero solamente al país político sino al país nacional. Vivimos un momento de seria expectativa y una fuerza organizada, con la trayectoria del Partido Social Cristiano COPEI, necesariamente es motivo de atención y análisis, a veces crudo y no siempre justo, pero en todo caso reflejo de una esperanza que nace de su trayectoria al servicio de Venezuela. Estas palabras tratarán de ser breves, para no abusar de la resistencia física de los compañeros y de la paciencia de los amigos de los medios de comunicación social.

Nueve meses y medio de gobierno

Nos estamos reuniendo a los nueve meses y medio de funcionamiento de la actual administración, presidida por el Dr. Jaime Lusinchi. Y como el ser humano es propenso, para hacerse una idea de las cosas, a relacionarlas o compararlas con las experiencias más directas que ha tenido, es decir, con sus propias vivencias, no he podido menos que pensar que hoy es 17 de noviembre y que el 18 de noviembre del primer año de mi administración inauguré el Aeropuerto Internacional La Chinita, en Maracaibo, que, según saben todos los que lo vieron, estaba por la mitad cuando el 11 de marzo me entregó la Presidencia de la República el doctor Raúl Leoni. Fue una de las primeras y más efectivas demostraciones de la gran capacidad de ejecutivo que tuvo el Ministro de Obras Públicas José Curiel, quien acababa poco tiempo antes de traspasar los 30 años de edad. Me he puesto a pensar, ¿qué ha hecho esta Administración en un lapso similar, o mejor dicho, mayor en un mes y unos días, porque el período constitucional que yo presidí empezó el 11 de marzo y este período constitucional empezó el 2 de febrero? Se dirá que no hay dinero, pero el Presupuesto que yo manejaba no llegaba a los diez mil millones de bolívares (diferente a una disponibilidad de más de cien mil millones, o sea, equivalente a menos de una décima parte), y debo recordar que la situación de las finanzas públicas era tal que tuvimos que acudir al Banco de Venezuela, como Banco auxiliar de la Tesorería, para que autorizara un sobregiro a fin de poder pagar los sueldos de los empleados públicos en el primer mes de mi gobierno.

No había dinero pero había el propósito, el compromiso de realizar en todo lo posible una obra al servicio del país. En el primer mes de mi Administración se decretó la rehabilitación del Partido Comunista de Venezuela, se decretó la creación del Servicio de Urbanización y Equipamiento de Barrios, se inició un programa de remodelación de barrios en el área metropolitana, comenzando por el barrio «Brisas del paraíso»; y en los meses transcurridos hasta una fecha como ésta se creó la Policía Metropolitana, con lo cual una tercera parte del área de Caracas, la del Distrito Sucre, que estaba totalmente abandonada, se incorporó a un servicio moderno y eficiente, para garantía de las vidas y de las propiedades; se eliminó la DIGEPOL y se creó, con un nuevo concepto, la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP); se instaló el CONICIT (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas); se decretó la regionalización; se iniciaron las obras de la Planta de Productos Planos de SIDOR; se iniciaron las obras del Complejo Petroquímico de El Tablazo; se iniciaron las obras de la Represa Hidroeléctrica de Santo Domingo; se iniciaron las obras de remodelación de El Saladillo, que se convirtieron después en el Paseo Ciencias de Maracaibo; se iniciaron las obras para poner a cubierto la ciudad de Cumaná de las inundaciones del Manzanares, a través del canal de alivio; se iniciaron en todo el país obras como el Aeropuerto Internacional de Margarita; se repavimentaron las carreteras que estaban en pésimas condiciones; se inició un proceso de pacificación que condujo a la estabilización de la vida democrática en Venezuela; se inició La Conquista del Sur, gran ideal de proyectar la vida hacia las fronteras de la parte amazónica de Venezuela; y podría mencionar muchas cosas más.

Tiene derecho el partido COPEI en este momento de preguntarle a la Administración del Dr. Lusinchi, ¿qué ha hecho para enfrentar la situación que vive Venezuela, para reactivar no sólo la economía, la confianza, el entusiasmo de la ciudadanía? Las encuestas a que se ha hecho referencia aquí demuestran el deterioro en la conciencia pública del prestigio de esta Administración; están revelando una situación de suma gravedad, que al partido COPEI lo compromete mucho, para restablecer en el ánimo de la población venezolana la convicción de que hay una alternativa, una alternativa democrática dispuesta a contribuir para afrontar los problemas actuales pero decidida también a prepararse para enrumbar a Venezuela por el camino que estaba en el pensamiento de todos nosotros el 23 de enero de 1958.

Rescatar nuestra imagen

Al cumplir este deber, el partido COPEI no puede limitarse a esperar, como lo dijo el Secretario General en su brillante informe, el que el péndulo lleve otra vez a sus manos la dirección del gobierno. Esto sería indudablemente una insensatez. Sabemos el proverbio árabe: «Siéntate a la puerta de tu tienda y verás pasar el cadáver de tu enemigo», pero esto podría ser para satisfacer sentimientos revanchistas, pero no para cumplir el deber histórico que le incumbe a COPEI. Cuando llegó al poder en 1969, el país premió la lealtad y el apoyo al difícil gobierno de Rómulo Betancourt para afianzar la democracia y la oposición limpia, recta, clara y constructiva que le hizo al gobierno del Dr. Leoni. Recuerdo que dos periodistas norteamericanos en un artículo que fue insertado en el «Congressional Record», por iniciativa de un miembro de ese Cuerpo, decían que el Dr. Leoni tenía la suerte de contar, como pocos gobiernos de América Latina, con una oposición patriótica, democrática, honesta y leal. Y por eso el pueblo, entre otras opciones, nos escogió. Y cuando volvimos al poder en 1979, debo decirlo sin ninguna vacilación, fue también porque el pueblo supo valorar a través de los cinco años anteriores, la conducta, no de un Presidente, sino de un equipo en el Gobierno de Venezuela en los años 1969-1974.

Ahora tenemos la obligación de rescatar esa imagen. Esa imagen que está dañada. Yo no soy masoquista, comparto el argumento de que no nos toca a nosotros estar mirando hacia atrás y de enjuiciar a los que tuvieron la responsabilidad de gobernar en el período pasado; pero la imagen está todavía deteriorada y no podemos ignorar que en la consulta del ánimo popular no estamos a la altura con las credenciales conque hemos ido en otras ocasiones a luchar limpiamente por la conquista del poder.

Tenemos que convencer a los venezolanos de que lo que nos mueve no es el afán de gobernar sino la vocación de servicio, y para eso tenemos que trabajar, dar ejemplo, cuidar la imagen de nuestro partido, proyectar una política grande, amplia, generosa. El país está cansado de la política pequeña y mezquina y desde este momento nosotros tenemos que cumplir un deber que no es solamente con quienes creen en nosotros, con nuestros militantes y con nuestros amigos, sino que es un deber con el sistema democrático, un deber con los mejores ideales que el pueblo venezolano se trazó y ha mantenido a lo largo de ya más de 25 años.

Trabajo en el Parlamento, los Concejos y el Partido

Yo creo que ésta sea la significación de la presente reunión. Dirigir un mensaje al partido, un mensaje al país, un mensaje de trabajo, de esfuerzo. Tenemos que trabajar muy duro. En el Parlamento, yo quiero ver la Fracción de COPEI como modelo; no quiero ver diputados ausentes, no quiero ver ganadores de dieta; yo quiero ver luchadores por el ideal, por el servicio al pueblo y el prestigio del partido. Y en los Concejos Municipales, quiero ver una presencia diaria, continua, activa, no sólo para hacer oposición, como se ha dicho con mucha razón, sino para tomar iniciativas, para demostrar una posición constante de ayuda a los necesitados, de renovación dentro de los órganos municipales, teniendo un contacto continuo con la población.

El partido debe tomar una acción cada vez más sólida y dinámica. Yo creo que los Comités de Base, mi querido Paciano, no son para el último año. Un Comité de Base del último año no produce en el ambiente popular el impacto necesario. Los líderes de los barrios tienen que formarse antes. La gente humilde de las zonas marginales va a seguir a quienes desde ahora se hayan proyectado como laboriosos luchadores, continuos defensores de los intereses populares.

Es difícil a veces: tenemos medios escasos, pero tenemos que hacerlo. Y comentaba con el Secretario General que algunos gobiernos, incluso gobiernos socialistas, han usado mecanismos que pueden ser estimulantes: un premio mensual, un premio anual, una distinción sobre todo de carácter moral, pero también puede comprender otros beneficios para aquellos Comités de Base que cumplan, que se caractericen, que hagan mejor labor como elemento directo y continuo para llegar a los sectores populares. Esos sectores populares, que recibieron de nuestra campaña toda la mayor atención, no llegaron en el momento dado a sentirse suficientemente convencidos como para otorgarnos su confianza.

Y desde luego, los organismos funcionales. Lo que se ha dicho aquí es verdad y comparto con Oswaldo Álvarez Paz la opinión de que la responsabilidad más importante que le ha dado el partido ha sido la de coordinar los organismos funcionales. Pero yo no entiendo por coordinar manejar diplomáticamente, tramitar burocráticamente: entiendo mucho más. COPEI fue el primer partido político en Venezuela que creó los organismos funcionales, que al principio eran tres: la juventud, las mujeres y los trabajadores. Los trabajadores, porque quien piense que el partido COPEI fue en su origen un partido de minorías selectas y que mucho más tarde buscó las bases populares, deben recordar que se creó el Frente de Trabajadores Copeyanos desde el primer momento, para lanzar un núcleo de muchachos llenos de ideales y deseosos de servir, a convertirse en líderes de los trabajadores, y de allí surgió un Elio Aponte González y de ahí surgieron muchos otros, entre los cuales uno es el líder de los trabajadores electo por elección directa en esta consulta funcional, Dagoberto González. Ellos se formaron ahí, porque el partido sabía que su vocación era trabajar con el pueblo y por el pueblo, porque sentía que su primer deber era atender ese sector y al fin y al cabo el fundador se había dedicado desde los días de la Universidad al Derecho del Trabajo. Después surgieron los otros grupos funcionales: esos son el instrumento de penetración, de acción, el elemento fundamental para que el partido fortalezca su imagen. Tenemos que recuperar las posiciones gremiales que habíamos tenido, tenemos que recuperar la autoridad y el prestigio en todos esos sectores y para eso los dirigentes del partido, los comités regionales y todos los organismos directivos tienen que ver en cada elección, en cada evento en un sector de los representados por los organismos funcionales, un compromiso de todo el partido que reclama el mayor esfuerzo para marchar hacia adelante.

Trabajar con los independientes

Tenemos que ser, y esto lo dijo con toda razón el Secretario General, la voz de todo el país no adeco. Acción Democrática representa un porcentaje de venezolanos más o menos fijo en cualquier circunstancia. Nosotros representamos otro. Pero hay un gran número de venezolanos que no están afiliados a ninguna corriente y que como en otros países democráticos son los que van decidiendo el curso de los acontecimientos. Nuestra tarea es acercarlos, interpretarlos, demostrarles que podemos ser sus representantes, conquistar su confianza. Muchas veces hemos recordado que la Unión Democrática Cristiana de Alemania no llega a un millón de afiliados y tiene 12 o 14 millones de votantes seguros, porque confían en ella. Aquí tenemos partidos de masas, la proporción de militantes es mucho mayor que en Alemania o que en otros países, pero necesitamos de la confianza, de la presencia de ese país no adeco, que tampoco es copeyano, pero que puede sentirse y debe sentirse legítimamente interpretado por COPEI.

A este respecto, yo quisiera señalar una idea que tiene dos proyecciones. Durante la campaña electoral, un día en Valencia, al recibir el proyecto de Programa para el estado Carabobo, anuncié que de ganar las elecciones haría permanente el Comité de Cien, que había estado encargado de la redacción de ese Programa. Ese Comité de Cien se reuniría una vez al mes o una vez cada dos meses a analizar la situación, a estudiar la marcha de los acontecimientos, a enjuiciar la administración, a trazar ideas y allí estaría presente la mirada constante de copeyanos e independientes que unidos seguían atentos de manera constante la situación de su respectiva entidad. La promesa la hice general, reiterándola en Caracas y en los demás Estados.

Yo quiero ahora proponerle al partido que aunque no hayamos ganado las elecciones, hagamos viable esta idea, realicemos esta aspiración: vamos a hacer que los «Comités de Cien» en la capital de la República y en las capitales de los Estados y en las principales ciudades, se convierta en algo permanente, en un centro en el cual converjan copeyanos y no copeyanos para que se vinculen, para que celebren reuniones a las cuales llevemos ponentes autorizados a plantear los más importantes asuntos del país y para que un panel y las intervenciones de los asistentes puedan analizarlos, para que incluso vigilen la marcha del gobierno y puedan ofrecerle al gobierno actual posibilidades de salir adelante. Si nosotros estamos convencidos de que en las elecciones el gobierno debe venir en el próximo período constitucional a manos copeyanas, no nos interesa que el país se deteriore más, no podemos recibirlo en peores condiciones, tenemos que apoyar a que lo mejoren en la medida de lo posible, para que nos den oportunidad de realizar un programa eficaz de transformación para Venezuela.

Esta reunión de copeyanos e independientes tiene muchas ventajas. El independiente aparece tradicionalmente en la política del país en año electoral, se forman grupos y estos grupos siempre dan motivos a suspicacias. Por una parte, hay algunos independientes que dicen, «nos aprovechan los partidos, nos utilizan los candidatos en el año de las elecciones, y después se olvidan de nosotros»; por otra parte, los dirigentes partidistas dicen, «los independientes vienen, algunos de ellos, a buscar puestos en las planchas o a tratar de calificarse, cuando nosotros hemos estado trabajando a lo largo de todo el quinquenio». Ambas sospechas son exageradas, pero no carecen de alguna base real. Hay que buscar mecanismos para que esta integración no espere el anuncio de una campaña electoral ni tenga un objetivo exclusivamente o predominantemente electoral, sino que demuestre como su objetivo fundamental la resolución de los problemas del país, el estudio de las mejores soluciones para Venezuela.

El Programa y el nuevo modelo de desarrollo

Por otra parte, el Programa. Ese nuevo modelo de desarrollo que estamos esperando, no se puede elaborar a cabalidad en la agitación intensa de la campaña electoral. Se debe ir elaborando y analizando. Venezuela necesita un nuevo modelo de desarrollo. Yo insistí en eso durante la campaña y he venido insistiendo mucho después, porque el desarrollo no es simplemente el lograr el aumento de unos puntos en el crecimiento de la población: es lograr una forma de vida, un régimen social y económico que le permita a la generalidad obtener la posibilidad de una vida decente y sana. Eso se va haciendo cada vez más difícil, porque el progreso tecnológico hace que cada vez la producción industrial sea más capital-intensivo y menos trabajo-intensivo; el propio desarrollo de la agricultura no consiste en emplear más gente en la tierra sino emplear en ella más máquinas, más capital, más fertilizantes y menos mano de obra. Cuando se dice que se acabó la era del petróleo no es porque éste producto se haya acabado. Los que recordamos que vendíamos a menos de dos dólares el barril no podemos escandalizarnos porque baje de 29 a 28 o 27 dólares el barril; los que teníamos presupuestos del orden de los diez mil millones de bolívares nos sonreímos cuando dicen que el petróleo no da para más, que la situación es difícil, y el presupuesto es más de cien mil millones de bolívares. Lo que pasa es que el petróleo estaba llenando el papel de creador de oportunidades de empleo, muchas de ellas ficticias, para poder atender el dramático problema del desempleo y por eso vemos las cifras que hemos citado en varias ocasiones, de que la Dictadura dejó 200.000 servidores de los entes públicos; al cabo de 16 años cuando yo entregué, había 350.000, con un crecimiento de menos de diez mil por año; y cinco años después, con la riqueza petrolera, llegó a 850.000, un crecimiento de 100.000 por año. Era la manera de acercarse a lo que llaman «pleno empleo». Claro, por aquí y por allá, puestos y más puestos, pero eso se agota. Aunque debo manifestar con preocupación y con mucha responsabilidad que he podido darme cuenta de que en esta situación, en muchos casos se despide a un funcionario competente copeyano «por reducción de personal» y lo sustituyen tres o más militantes de Acción Democrática, a niveles bajos, medianos y altos. Hay embajadas que racionalmente se iban a suprimir, pero no pudo ser porque la demanda de los compañeros que querían una representación acabó por imponerse. Se habló de que había demasiados ministerios y yo propuse que nos pusiéramos de acuerdo para que una ley el año pasado, el año 1983, hubiera decidido cuáles eran los que se iban a suprimir. Ya ha pasado un año y esto sigue flotando en el aire. Con Ley Habilitante y todo, porque uno de los grandes fraudes políticos que hemos visto fue la campaña de promoción que se hizo a la Ley Habilitante: «la Ley Habilitante salvará al país», «la Ley Habilitante lo arreglará todo», «la Ley Habilitante corregirá todo»; y se aprobó la Ley Habilitante y tengo la satisfacción de que COPEI ha tomado una actitud clara contra esa distorsión del sistema constitucional, que no ha producido ningún beneficio.

Están, pues, las cosas en este momento para tomarlas muy en serio. Debemos dar un ejemplo de honestidad. El problema de la corrupción es uno de los que más nos ha hecho sufrir. Es muy duro para un organismo o para una persona señalar a un compañero y pensar que su propia actitud pudiera empujar después a cualquier autoridad a tomar una medida que en conciencia no está absolutamente convencido de tomar. Pero el partido le ha dicho a sus militantes, en las comisiones del Congreso, a los jueces que actúan y que tienen vinculación con nosotros, les ha dado siempre garantía de plena libertad para que procedan conforme a su conciencia. Y lo único que hemos hecho y lo hemos hecho a riesgo de que nos dijeran de que estábamos defendiendo a los ladrones es pedir garantías para la defensa, para el buen funcionamiento de los tribunales, para la recta administración de justicia y para el respeto a la dignidad de la persona humana.

Todos los políticos no somos así

No podemos aceptar la conseja de que todos los políticos son demagogos, de que todos los políticos son mentirosos, de que todos los políticos son ladrones; yo estoy seguro de que un sacerdote no aceptaría, ni un militar aceptaría, ni un empresario se quedaría tranquilo si dijeran que todos los empresarios o que todos los sacerdotes son tal otra o que todos los militares son equis, y no entiendo cómo se acepta la afirmación de que todos los políticos son malos. A eso contribuimos nosotros mismos, pero tenemos, señores, que darle al país, y este es el mensaje, el mensaje del Secretario General, el mensaje de la Dirección Nacional, mi mensaje personal, que convencer a Venezuela de que este partido no entra en esa clasificación; por eso, sin ignorar toda la parte positiva, toda la parte defendible que hayan tenido, no podemos ser solidarios con quienes traicionaron el compromiso que nos llevó a la lucha, porque COPEI salió a la lucha a defender principios, a defender ideales, y no a hacer cálculos en la batalla de la política sino a cumplir un deber que ahora es más urgente, más preeminente que nunca.

Dentro de tres años estaremos a las puertas de una campaña electoral; pero éste no es un partido electorero, ni es un organismo que se creó para ganar elecciones o para participar en ellas. Las elecciones son una oportunidad para que el país juzgue, para que el pueblo escuche, para que se tomen nuevos rumbos; pero éste es un partido de gente que tiene conciencia, que tienen ideología, que tienen un pensamiento. Un pensamiento que felizmente lleva en sí toda la vitalidad necesaria para irse adaptando a las diversas circunstancias. Cuando presenté un libro de Paciano Padrón con unas palabritas que después hice se titularan «Una aventura llamada COPEI», dije que COPEI en la vida política de Venezuela, tenía una característica singular: la de haber sido siempre el mismo pero haber estado siempre moldeando su actitud de acuerdo con los cambios sociales, manteniendo su pensamiento fundamental, los postulados que, como dijo Abdón, son las fuentes a las cuales tiene que volver; sobre todo, la afirmación de que la política está subordinada a la moral. El partido ha demostrado una capacidad continua para entender que la vida cambia, para auscultar las nuevas necesidades, para hablarle a la gente, cada vez en la lengua y del modo que las nuevas circunstancias imponen, pero llevando siempre esa firmeza que hoy tenemos más que nunca que demostrar.

Quiero decirles que estoy optimista de esta reunión, porque el hecho de reunirnos aquí, el hecho de disponernos a encontrar qué es lo que tenemos que hacer, ya es un hecho sumamente auspicioso. Tenemos que marchar hacia adelante. Tenemos que observar que nuestro mensaje lo captan los jóvenes. De la campaña electoral, el recuerdo más grato que tengo fue la respuesta entusiasta y decidida de muchos jóvenes, que han seguido reclamándonos que les presentemos ideas, que les demos principios; jóvenes que hacen los cursos de formación y no se cansan: eso para nosotros es una gran esperanza; por eso me atrevo a pensar que el porvenir de Venezuela es verde como la esperanza, pero verde claro, no verde oscuro porque no es el resultado de ninguna oscura fatalidad, sino el fruto de la renovación de un compromiso luminoso, de una mirada llena de fe en el porvenir.

Venezuela tiene un gran destino que cumplir y en esta situación que está viviendo nuestro hemisferio, en el difícil momento que está atravesando América Central, nosotros los venezolanos estamos representando una posición firme en la defensa democráticas, de los valores humanos, del pluralismo, de la autodeterminación y del respeto a la soberanía de todos nuestros pueblos. En esto debo decir que ha habido bastante consenso, pero también debo decir con toda justicia que en esta materia los socialcristianos, en el gobierno o en la oposición, hemos mantenido una actitud muy clara, muy firme, muy constructiva, muy impregnada del genuino sentido de la integración latinoamericana.

Una nueva esperanza

Hay que pensar que ya está cerca un nuevo aniversario de COPEI. Se abren las puertas para que el año 86 celebremos el cuadragésimo aniversario de la fundación del Partido. Se prepara un Congreso Ideológico, temático, programático. Vamos a coger el programa de la campaña electoral, a encargárselo a una comisión crítica para que todos los días vaya viendo de él lo que debió hacerse y lo que no se ha hecho, lo que hay que complementar para que lleguemos al gobierno realmente con instrumentos para actuar.

Ustedes recordarán cómo me criticaron cuando hablé del seguro contra el desempleo: ahora ya el Gobierno, por boca del Ministro del Trabajo, está anunciando que estudia un proyecto de seguro contra el desempleo. Los barrios de Venezuela fueron objeto de un estudio muy serio y responsable por el equipo de campaña, en todo el país. Vamos a adelantar ese programa; vamos a concretarlo para que le ofrezcamos a este Gobierno lo que quiera aceptar (que esto al fin y al cabo sería en beneficio de las poblaciones marginales) pero también para tener todos los elementos en la mano para cuando nos toque, aunque no haya dinero y aunque el peso de la deuda sea fuerte y aunque las circunstancias sean difíciles, para demostrar a estos compatriotas de las áreas marginales que es por ellos por quienes vamos a trabajar más, que es por ellos por quienes estamos trabajando ya y para ellos para quienes damos carácter prioritario a nuestra lucha, que se prolongará en el tiempo en la medida en que seamos capaces de interpretar y de servir a nuestro pueblo, y todo ello con un gran espíritu de unidad.

En esto debemos reconocer que los adecos nos dieron un ejemplo en el período pasado. Ahora han demostrado, como lo dicen algunos de sus propios voceros, que son una federación de grupos y de aspiraciones, pero en el período pasado, desde la oposición, todos formaron una sola fuerza para lograr el triunfo. En un momento dado, el doctor Gonzalo Barrios, en una de esas humoradas que a veces suelta, dijo que la situación del país era tal que Acción Democrática con cualquier candidato –dijo que hasta con el negro Encarnación, fue la frase de él, no mía, refiriéndose al simpático portero de Acción Democrática– ganarían las elecciones; pero se trazaron el objetivo de ganarlas a base de pura oposición y llegaron al gobierno sin ninguna idea de lo que tenían que hacer para gobernar; hasta rehusaron nuestra invitación a analizar esos problemas para acordar soluciones inmediatas.

Si COPEI repitiera ese ejemplo, si nos trazáramos la idea de llegar al gobierno simplemente haciendo oposición, nada más que oposición y no llegáramos con un programa, con un equipo, con factores y formas capaces de responder a la esperanza del pueblo, entonces la tragedia para Venezuela sería horrible. Es una esperanza la que tenemos que hacer nacer de nuevo en el corazón de los venezolanos; pero, para que esa esperanza no se frustre, tenemos desde ahora que prepararnos bien y llevar adelante los grandes esfuerzos a que me he referido.

Tengan seguridad plena de que con la ayuda de Dios el pueblo va a recibir nuestro mensaje y se va a dar cuenta de que si no podemos hacer milagros, sí podremos realizar grandes y positivos esfuerzos para enfrentar estos problemas que son más grandes cada vez.

Queridos compañeros:

Se acerca la Navidad. Para todos deseo felicidad en sus hogares; deseo que tengamos cordialidad con todos los venezolanos, y que este aniversario sea realmente una nueva aurora, para que logremos que el pueblo, que creyó en nosotros en 1969 y que creyó en nosotros en 1979, vuelva a creer en 1989 y su fe no sea defraudada.

Muchas gracias.