1986. Febrero. Visita a Tinajero del expresidente Jimmy Carter de USA y su esposa Rosalynn.

Rafael Caldera y Jimmy Carter en la biblioteca de Tinajero, febrero de 1986.

Una instancia moral

Columna de Rafael Caldera «Panorama», escrita para ALA y publicada en El Universal, del 3 de diciembre de 1986.

En la reunión celebrada el pasado mes en el Centro Carter de la Universidad de Emory, en Atlanta, Georgia, se abordaron cuestiones concretas que comprometen a un seguimiento con el propósito fundamental anunciado como tema de la «consulta»: «Reforzar la democracia en las Américas».

El hecho reconocido de la fragilidad de la mayoría de las nuevas democracias de América Latina, establecidas por «colapso» del régimen autoritario o por «transacción» del mismo (el colapso generalmente ha conducido a la transacción y la transacción ha surgido con frecuencia ante la inminencia del colapso), constituyó materia de severo análisis por parte de investigadores, profesores, estadistas y políticos, en sesiones de intenso trabajo; y no solamente se trató sobre las posibilidades de contribuir a la recuperación de las libertades democráticas en los países sometidos todavía a dictaduras –respetando los límites impuestos por la autodeterminación de cada pueblo– sino sobre la manera de cooperar para el fortalecimiento de las democracias existentes.

En un taller de trabajo, los voceros del sector «académico» propusieron la creación de un Consejo de ex presidentes y ex jefes de gobierno (democráticamente electos) para constituir una especie de instancia moral, pendiente de velar por el mejor funcionamiento del sistema democrático y de actuar o mediar en aquellos casos en los cuales pueda encontrarse éste en coyunturas difíciles. La idea fue acogida con entusiasmo unánime. En consecuencia, se acordó convocar a los ex presidentes y ex jefes de Gobierno no asistentes a Atlanta y se eligió una comisión provisional integrada por cinco miembros, más o menos representativos de distintas áreas geográficas. Me hicieron el honor de escogerme con uno de los cinco. Propuse que el presidente Carter fuera el coordinador y que por los momentos el Centro Carter sirviera de sede para la correspondencia y para el contacto entre los integrantes actuales y futuros del Consejo. Los otros miembros de la Comisión son el ex presidente Daniel Oduber, de Costa Rica; el expresidente de Ecuador, Oswaldo Hurtado y el primer ministro de Barbados, Erroll Barrow. La presencia en la reunión de «consulta» del ex presidente Gerald Ford contribuyó a darle a la iniciativa, en Estados Unidos, un carácter bipartidista. Según el informe presentado por el taller de trabajo, sus integrantes «urgieron a los actuales y anteriores presidentes y primeros ministros la formación de tal Consejo para servir como un esfuerzo privado, no gubernamental, para reforzar la democracia en el hemisferio. El Consejo podría responder a las amenazas a los gobiernos democráticos, mediar en las transiciones hacia la democracia y servir como catalizador para las creaciones de mecanismos más formales de apoyo».

La primera reunión del Consejo se tendrá en el Instituto de las Américas, creado hace poco tiempo por una Fundación sin fines de lucro en la Jolla, cerca de San Diego, California. Se trata de una institución bien dotada, dirigida por gente capaz, que ha venido dedicándose exclusivamente a los problemas de las relaciones entre las Américas y que fue co-patrocinante con el Centro Carter de la reunión de Atlanta. Por cierto, la costumbre de ir creando «bibliotecas» en los lugares de nacimiento de los presidentes norteamericanos, iniciada con la de Franklin D. Roosevelt en Hyde Park (su casa familiar al norte del estado de Nueva York), seguida por la de Truman en Independence, Missouri y luego por las de Kennedy, Johnson, etc., ha tenido un desarrollo aún más amplio en el Centro, adjunto a la Universidad de Emory, dedicado al ex presidente Jimmy Carter. Es de una bella arquitectura moderna, en uno de los sitios más atractivos de la ciudad de Atlanta y tuvo un costo inicial de 25 millones de dólares, aportados por donantes privados. Una fundación fue constituida y la dirige el propio Carter, con la estrecha y constante colaboración de su esposa Rosalyn, porque Mrs Carter está en todo y va semanalmente con su esposo, desde su residencia en Plains, Georgia, situada a unas cuatro horas y algo más por carretera, a activar la marcha del Centro. La parte de archivo correspondiente a su período presidencial está a cargo de un órgano del Gobierno Federal, la National Archives and Records Administration. No pudimos menos que admirar lo que todo esto implica como demostración de una forma de vida y de una concepción de gobierno.

Atlanta es una ciudad que ha tomado en los últimos tiempos significación especial en Estados Unidos, no sólo por haber aportado un georgiano al elenco de presidentes, sino también –y muy especialmente– por haber sido sede de la intensa, aunque corta, vida del apóstol de la «no violencia» y paladín de la defensa de los derechos humanos, Martin Luther King. Su tumba está cerca de la Iglesia donde fue pastor, dentro de un conjunto destinado a continuar, en torno a su viuda y a sus más inmediatos colaboradores, su programa de no violencia y su lucha por la igualdad jurídica y social entre los seres humanos. En la reunión del Centro Carter propuse que una representación del grupo rindiera homenaje al Rev. King y así lo hicimos. Nuestro sencillo homenaje simbolizó el reconocimiento y admiración al campeón de la igualdad racial y de los derechos civiles.

El Consejo de ex presidentes y ex jefes de gobierno (entre los asistentes estaba Pierre Eliott Trudeau, ex primer ministro de Canadá), con la adición que propuse «democráticamente electos» para evitar confusiones, constituye una esperanza más y un compromiso más para mantener y defender y recuperar donde no exista, el sistema democrático, como el único instrumento eficaz y legítimo para trabajar por satisfacer las necesidades y legítimas aspiraciones de los pueblos. Es, como dije arriba, una instancia moral. Si cumple sus objetivos, este Consejo será un factor no despreciable para lograr ese propósito.