Congreso ideológico

Columna de Rafael Caldera «Panorama», escrita para ALA y publicada en El Universal, del 17 de septiembre de 1986.

Un partido político que no tenga en su base una fundamentación ideológica será un consorcio de intereses o una alianza convencional, pero no podrá proyectarse hacia el futuro en forma decidida ni ofrecer una aportación trascendente al país dentro del cual actúa. No se trata de confundir un partido con una academia, o con un círculo de estudios, o con una peña literaria, no; ello no puede ser, porque un partido es una organización para la acción, para la vida, para la realidad; pero esa acción tiene que inspirarse en una visión del mundo, en una concepción del hombre, en una idea de lo que debe ser la sociedad.

El Partido Socialcristiano Copei, fundado hace cuarenta años, tuvo una inspiración ideológica que se plasmó en su Programa de 1948. Lo proclamó su Tercera Convención Nacional, porque las dos primeras tuvieron que enfrentar las elecciones de una Asamblea Nacional Constituyente en 1946 y las de Presidente de la República y Cuerpos Deliberantes en 1947. El movimiento empezó por la constitución de comités organizadores en las diversas entidades del país: de allí su nombre «Comité de Organización Política Electoral Independiente», cuyas siglas, popularizadas en dos campañas y en la intensa lucha planteada en la arena política, ya no pudieron dejarse a un lado cuando la reunión de los grupos creados culminó en la constitución del partido político Copei.

A los cuarenta años de existencia, se ha considerado conveniente reunirse a examinar y revitalizar y renovar los fundamentos ideológicos. Ello ha venido haciéndose y se va a formalizar en el Congreso Ideológico «para una democracia nueva», cuya instalación en Caracas es el 3 de octubre. La opinión imparcial ha visto con simpatía la iniciativa, porque hay mucha alarma ante la peligrosa pragmatización de las organizaciones partidistas, que de acentuarse contribuiría a una cierta tendencia a la desvalorización del propio sistema democrático. Para las generaciones jóvenes, especialmente el insistir en los altos valores que le dan sentido a la lucha es eficaz antídoto contra el escepticismo.

Del Programa de Copei de 1948, buena parte se ha realizado total o parcialmente. En especial, el establecimiento de la democracia, el respeto a los derechos de la persona humana, la efectividad de las garantías constitucionales, la libertad de prensa y radiodifusión, las elecciones y el sufragio obligatorio. Así mismo, la reforma agraria, la libertad sindical, la seguridad social. Igualmente, la libertad y extensión de la educación, la sustitución del régimen anacrónico de Patronato Eclesiástico por un régimen bilateral de armonía, concordia y mutuo respeto entre la Iglesia y el Estado, la iniciación de una reforma administrativa, la incorporación de Venezuela al grupo de países que manejan directamente su petróleo. Hay imperfecciones e insuficiencias, pero en el camino se va asentando la democracia venezolana en orden a la libertad, la dignidad humana y la justicia social. En esta marcha, el partido está obligado a ser acicate, factor y elemento constante de propulsión para el ascenso.

Pero no hay duda de que cuarenta años son un largo trecho, aun para la vida de un pueblo, sobre todo si se trata de un pueblo joven y en permanente transformación, como Venezuela. Los programas de gobierno que hemos ofrecido al electorado en las distintas ocasiones en que éste ha sido convocado para renovar las autoridades, han ido enriqueciendo y precisando las aspiraciones nacionales de Copei. Ellos han sido precedidos por congresos de profesionales y técnicos que han debatido y analizado los problemas, considerado estudios y proyectos, adelantado orientaciones y conclusiones. Esto no es, sin embargo, suficiente.

Un congreso ideológico no tiene por función elaborar un programa de gobierno, pero sí fijar rumbos conforme a los cuales habrán de elaborarse los sucesivos programas de gobierno. Tiene como función enriquecer, de acuerdo con la dinámica de los tiempos, corregir, en todo lo que sea necesario hacerlo, y señalar proyecciones ambiciosas que ofrezcan a la nación derroteros por los cuales puedan impulsarse las capacidades de todos hacia la conquista de un futuro mejor. Ello nos anima a pensar que uno de los planteamientos más importantes del congreso habrá de conducir a formular un nuevo modelo de desarrollo, el cual no puede agotarse en un quinquenio, pues debe orientar, o contribuir a orientar los planes quinquenales previstos por la Constitución y dejados de lado por la actual administración.

La reunión del Congreso Ideológico ha sido precedida por una serie de encuentros a todos los niveles y en todas las porciones del territorio. Las contribuciones que ya se tienen forman un conjunto de indiscutible valor. Algunas más profundas, unas más técnicas, unas más inmediatas y concretas, constituyen un material que va a procesarse, a través de trabajos de comisiones y congresos regionales. Durante un lapso de casi dos meses se cumplirá este trabajo y, al finalizar, el Congreso le entregará sus conclusiones al Comité Nacional del Partido, para que a su vez canalice el material hacia una convención nacional.

Es de suponer que todo ello culminará en una tesis política actualizada, y que numerosos estudios y proposiciones se llevarán a los organismos encargados de formular el próximo programa de gobierno. Sin duda, la renovación y reafirmación de las bases ideológicas, hecha con sinceridad y gran altura de miras, deberá constituir el mejor resultado positivo de este encuentro, que constituye una advertencia y un ejemplo para las demás organizaciones políticas.

A Copei le ha correspondido el honor de iniciar algunas formas de trabajo que han renovado la política en nuestro país. Fue, por ejemplo, el primer partido en constituir organismos funcionales (de jóvenes, de trabajadores, de mujeres, de educadores, de campesinos, de profesionales y técnicos) y el primero en celebrar congresos de profesionales y técnicos. Ha sido también el primero en incorporar independientes a tareas importantes del partido, invitándolos y abriéndoles de par en par las puertas para su colaboración. Los congresos de profesionales y técnicos, por ejemplo, agrupan por igual a copeyanos ya  independientes socialcristianos, sin discriminación; y en el Congreso Presidencial Socialcristiano, donde se escoge el candidato presidencial, hay una amplia participación de independientes. Así mismo, en el Congreso Ideológico, los independientes han sido llamados a participar y respondido con entusiasmo a la invitación: han estado realizando en la extensa geografía venezolana encuentros para considerar las cuestiones ideológicas y han elaborado variadas ponencias, algunas de ellas de señalado mérito, y ellas serán consideradas y sus autores tomarán parte en las discusiones que tengan lugar en el evento.

Abrigamos una sincera esperanza de que del Congreso Ideológico salga, no sólo un estímulo para militantes y venezolanos afines, sino un mensaje para el país nacional: un mensaje generoso, lleno de fe, penetrado de las necesidades colectivas y de las exigencias del momento actual. Por ello, al hablar de «una democracia nueva» se ha querido hablar de una nueva esperanza, de una nueva motivación, de un nuevo impulso, en fin, de una renovación vital de esta democracia venezolana que tanto queremos y que tanto nos ha costado alcanzar y preservar; y que ansiamos ver proyectada con vigorosa determinación hacia el desarrollo «de todo el hombre y de todos los hombres», para alcanzar, como quería el Libertador «la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política».