Jornadas de diálogo y consulta
Columna de Rafael Caldera «Panorama venezolano», escrita para ALA y publicada en diversos diarios, entre ellos El Universal, del cual extraemos su texto, del 5 de mayo de 1993.
Ayer y hoy por iniciativa de la Asociación Venezuela, Sociedad y Economía (una asociación constituida por un grupo de venezolanos jóvenes, preocupados por el país), se han realizado sus primeras jornadas de diálogo y consulta sobre el porvenir de Venezuela. Es la iniciación de un proceso dentro del cual se invita a compatriotas penetrados de la realidad venezolana, a hacer análisis y sugerir caminos ante los graves problemas que está enfrentando nuestro país.
La inmensa mayoría de nuestra población padece las graves consecuencias que ha tenido la política económica del presente régimen. El costo social del paquete económico ha sido inmenso, y no pocos de los daños causados son irremediables. Ni siquiera en el campo económico han dejado de producirse efectos negativos: campea la inflación, cae todos los días más el signo monetario, disminuye continuamente el ingreso real de los trabajadores así como de los profesionales y demás sectores de la clase media, aumenta la dependencia del petróleo, los agricultores se ven al borde del colapso, muchos industriales se encuentran en situación difícil, disminuyen las exportaciones y aumentan peligrosamente las importaciones, con las implicaciones que esto tiene.
Pero, si es relativamente fácil coincidir en el aspecto crítico, es indispensable explorar las vías apropiadas para hacer frente a la situación. Quienes, por un motivo u otro, nos sentimos en la obligación de participar en el esfuerzo para hallar soluciones, tenemos la obligación de buscar fórmulas efectivas y viables, capaces de responder satisfactoriamente a las exigencias angustiosamente planeadas por todo el país. Es preciso que no se siga abusando de su ya casi agotada capacidad de sufrimiento, frente a la cual hay que proyectar una luz de esperanza. Una esperanza clara, que no corra la suerte de las tantas promesas incumplidas y de los tantos proyectos frustrados que pueblan el cementerio de la democracia venezolana.
Las jornadas de diálogo y consulta no se han promovido con el propósito de presentar de una vez ofertas programáticas. Lo que ahora se persigue es invitar a quienes tienen sólidos conocimientos y experiencias, a aportar elementos de juicio que ayuden a aclarar las perspectivas y faciliten el consenso indispensable para poder aplicar con un amplio respaldo nacional las medidas indicadas para abrir los nuevos rumbos que está reclamando Venezuela.
La convocatoria ha sido para unas primeras jornadas, lo que indica el propósito de continuar en el ejercicio del diálogo y consulta. Ello explica que el temario en la presente ocasión no haya sido extenso. Hay otras muchas materias por considerar y su importancia motivará su análisis en las sucesivas jornadas. La idea es ir concentrando en cada ocasión el enfoque de cada uno de los principales aspectos que la urgencia actual plantea.
Los nuevos rumbos de la sociedad venezolana son el tema que pudiéramos calificar de introductorio. Nuevos rumbos con referencia especial al petróleo, la sociedad y la economía, capaces de responder a la dramática petición de cambio que brota de todas las conciencias, de todos los corazones y de todas las voluntades. Temas de una estrategia económica para Venezuela (condicionantes para el crecimiento económico, aspectos cuantitativos y cualitativos, crecimiento, tecnología y productividad, inflación y estabilidad cambiaria, la cuestión fiscal tributaria) constituyeron la secuencia inmediata, dada la preeminencia que la situación económica está representando, con repercusión en todos los aspectos de la vida social. Y dentro de la concepción de una reforma estructural del sector público, la consideración del Estado venezolano, democrático y social como un estado de servicios, abre campo para una serie de consideraciones sobre el ciudadano y la misión social del Estado venezolano, el Estado y la seguridad alimentaria, el Estado y la seguridad educativa, las cuales tendrán necesariamente muchas derivaciones en el debate nacional.
Los expositores de los distintos temas han sido Asdrúbal Baptista. Mercedes Pulido de Briceño, Pedro Luis Echeverría, Domingo F. Maza Zavala, Carlos Rafael Silva, para el primer tema. Armando Córdova, Gregorio Alfonzo, Enzo del Búfalo, Héctor Silva Michelena, Gustavo García, para el segundo. Edgar Paredes Pisani, Hiram Gaviria, César Briceño, para el tercero. Pero el diálogo y la consulta con los participantes abrieron campo ancho y fértil para la efectiva participación de otras distinguidas personalidades cuya presencia reafirmó un signo de riqueza conceptual y de pluralidad, en busca de un consenso optimista y armónico.
Fueron moderadores de los diversos temas Bernardo Celis Parra, Francisco Faraco y Pedro Paúl Bello. Dijo las palabras de introducción Julio Sosa Rodríguez, uno de los principales promotores de las jornadas y de los más convencidos de su necesidad y de su conveniencia.
Los resultados y experiencias de estas primeras jornadas contribuirán, sin duda, al perfeccionamiento de las próximas. La labor cumplida por sus realizadores, en forma voluntaria y desinteresada, es digna del más sincero reconocimiento. Los medios de comunicación social han visto en general con simpatía la iniciativa. Hay en el fondo de todo la sensación de que éste es el camino conveniente; más aún, que el trayecto a recorrer supone en forma prioritaria este esfuerzo, que no tiene carácter excluyente, sino que mira con simpatía lo que otros grupos o instituciones realizan en una dirección que sin pretensión podríamos considerar paralela.
El objetivo es el rescate de la confianza. Es indispensable el señalamiento de rumbos que aclaren el panorama y que respondan a la situación real del país. Hay que iniciar la búsqueda de una unidad en la pluralidad, de una convergencia que no sea ficticia. Creemos en el futuro de nuestro país. Amamos a Venezuela intensamente. Nos duele el deterioro en que una sucesión de errores y de culpas de sus equipos dirigentes la han postrado, y consideramos indispensable la aportación de cada quien, a toda la medida de sus fuerzas, para cerrar esta etapa de frustración y de fracaso. Con optimismo y fundada esperanza confiamos en remover los obstáculos e impulsar la potencialidad del país hacia la conquista del desarrollo económico y social.