Caracas, 7 de marzo de 1995

Excelentísimo Señor Doctor

Rafael Caldera

Presidente de la República

Sus manos.

Excelentísimo Señor Presidente:

Una vez más, y desde lo más profundo de nuestro corazón, mi familia y yo hacemos llegar a Usted el sentimiento de nuestra gratitud sin límites.

Su presencia junto a los restos de nuestro padre, plena de solidario afecto, en una mañana de la más comprometida Agenda Oficial, nos ha abrumado hasta el punto de no encontrar palabras capaces de manifestarlo cabalmente, Máximo, al considerar la entusiasta admiración que a Usted profesó nuestro padre hasta el fin de sus días, el entrañable afecto conque conservó, por siempre, dos esquelas suyas, para él tan honrosas y conmovedoras; y su firme convicción en cuanto a que la juventud venezolana ha encontrado en Usted el más noble paradigma de integridad universitaria, virtud personal y consagrada abnegación al servicio del país y del Estado.

Agradecemos, asimismo, infinitamente, la presencia a nuestro lado de su Honorable Señora Esposa, Doña Alicia Pietri de Caldera, en gesto que no podremos jamás olvidar.

Le ruego aceptar, Excelentísimo Señor Presidente, junto a Doña Alicia, el testimonio de nuestro reconocimiento eterno, con la expresión del más profundo y reverente afecto.

Que el Señor le bendiga y le acompañé siempre, al frente de su trascendental misión.

Affmos.,

(fdo) José Antonio Abreu y familia.