Vamos a hacer un gran debate sobre estos cuarenta años de democracia

Palabras del presidente Rafael Caldera en la inauguración del complejo hidroeléctrico Macagua II, el 23 de enero de 1997. Designada por decreto presidencial Complejo hidroeléctrico «23 de enero».

El 23 de enero de 1958 comenzó en Venezuela la etapa política que por muchos respectos puede considerarse la más importante de nuestra historia, después de la Independencia. Comenzó un proceso del cual se van a cumplir cuarenta años el 23 de enero de 1998. Yo invito a los venezolanos, a hacer durante este cuadragésimo año de la democracia, un diálogo a fondo, un debate sincero y justo, un análisis profundo, para realizar un balance equilibrado y razonable y justo de lo bueno y de lo malo que el sistema democrático ha tenido en sus ya casi cuarenta años de existencia.

Se ha dicho con frecuencia y con razón que los venezolanos de este tiempo conocemos poco la historia de nuestro país, y lo peor es que a veces la historia se confunde con la anécdota o con relatos, observaciones o comentarios que surgen en la mentalidad, en la imaginación de algunos y que nadie se atreve o se ofrece para desmentirlos y ponerlos en su verdadero lugar.

Vamos a hacer un gran debate, un debate serio, responsable, para ver qué se ha hecho y qué no se ha hecho en estos cuarenta años de democracia, para ver qué es lo malo pero qué es lo bueno, porque de tanto repetir las críticas que oímos a diario corremos el peligro de que las generaciones nacidas dentro del sistema democrático o formadas dentro de él, se formen una idea enteramente negativa, surgida del debate político, surgida de la controversia permanente, y lleguen a darle credenciales a las autarquías, a los gobiernos tiránicos que tanto daño hicieron al país y que representaron un factor de retroceso permanente en la marcha de Venezuela.

La Venezuela del siglo XIX era una nación atrasada, que a principios de este siglo XX estaba en un nivel inferior a sus hermanas de América Latina. La tiranía tuvo sus aspectos positivos que no podemos negar, pero lo que no podemos aceptar es que se establezca la idea de que para lograr los beneficios materiales, para impulsar el desarrollo del país hay que prescindir del objetivo fundamental, del recurso más preciado que tiene el país y que le ha dado el sistema democrático, que es el recurso de la libertad.

En los primeros años del siglo XIX se conquistó la Independencia. A través de la guerra federal, con todos sus costos de destrucción de vidas y de recursos, se abrió camino para el objetivo de la igualdad. Pero ha sido la democracia la que ha logrado demostrar que el pueblo de Venezuela puede y debe vivir en libertad, que no éramos un pueblo que tenía que estar bajo el golpe permanente del gendarme necesario, que no tenía ningún arraigo en la verdadera naturaleza de los venezolanos la tesis del gendarme necesario, la tesis del cesarismo democrático, que estamos en camino de ser un pueblo civilizado y libre, y que pese a todos los errores que puedan imputarse al sistema democrático se ha realizado una labor de transformación, un proceso de crecimiento del país en todos los órdenes, incomparablemente superior a todos los realizados en las otras etapas de la historia nacional. Esto es importante señalarlo y creo que es oportuno plantearlo en el momento de hoy.

Bastaría, como una referencia, hacer una simple comparación: cuando se inició el proceso democrático había en todo el país doce mil quinientos estudiantes en la universidad venezolana, hoy hay seiscientos mil. La población ha crecido, es cierto, de siete millones y algo en 1958 hemos pasado a cerca de veintiún millones o veintidós, es decir, se ha triplicado el número de habitantes, el número de pobladores del país, pero el número de estudiantes universitarios no se ha multiplicado por tres, ni por cinco, ni por diez, ni por veinte, se ha multiplicado por cincuenta, lo que representa un esfuerzo, lo que representa que las riquezas naturales de Venezuela no se han despilfarrado todas. Es verdad que ha habido latrocinio, es verdad que ha habido corrupción, es verdad que ha habido despilfarro, pero hay una labor cumplida en la infraestructura y en la cultura del país, en el desarrollo de la educación, en el desarrollo de la salud, en el desarrollo de los grandes aspectos del patrimonio nacional, que es necesario ponerla en la balanza con seriedad, con equidad, con responsabilidad, con moderación.

He pensado que la fecha del 23 de enero ha sido la más propicia para invitar a los venezolanos a este debate, y por eso he dispuesto darle a esta hermosa obra el nombre de «23 de enero», para que se recuerde que uno de los grandes aspectos de esta etapa democrática venezolana ha sido el aprovechamiento de la energía eléctrica del río Caroní, La hidroeléctrica del Caroní ha sido una empresa de inmensa magnitud, que ha requerido una gran continuidad, un esfuerzo que ha estado por encima de las diferencias de partidos, de las diferencias de gobernantes, de las diferencias de tendencias políticas, de las diferencias de concepciones, pero que ha representado la voluntad de colocar los grandes intereses del país por encima de todas esas diferencias.

La transformación del Caroní es un hecho fundamental. Señores, en 1958 Puerto Ordaz era un modesto campamento minero que aspiraba a ser embrión de una ciudad. San Félix era un pueblo decadente, enfermizo y lánguido. Hoy, San Félix y Puerto Ordaz constituyen una Ciudad Guayana que es orgullo de Venezuela, no sólo por su pujanza, por su población, por su desarrollo industrial, sino que es orgullo de Venezuela porque quizás proporcionalmente es la ciudad que tiene mayor contenido de cerebros, mayor contenido de recursos humanos de óptima calidad, y esta misma Planta se me ha presentado con la credencial de que todo el personal que la maneja, personal técnico del más alto nivel, es venezolano, formado también en los cuadros de este proceso de electrificación del Caroní.

Venezuela nos reclama sinceridad. Venezuela nos reclama objetividad. Venezuela nos reclama un análisis real de sus circunstancias, de sus antecedentes, de su verdadera historia, para que podamos orientarla. Que ha habido muchos errores a través del ejercicio de la libertad que la democracia establece, Que ha habido corrupción, especialmente en los últimos tiempos. Que ha habido pérdida de los horizontes y que muchos de los objetivos alcanzados se han deteriorado por la falta de la voluntad de mantener permanentemente el impulso, la emotividad, el estímulo que nos llevó a luchar para conquistar la libertad en Venezuela. Pero este sistema democrático, conquistado y afirmado a través del tiempo, después de haber fracasado tristemente en varios ensayos de libertad a través de nuestra historia republicana, tenemos que convertirlo, no en un factor negativo para hablar de la democracia con menosprecio y con irrespeto, sino en un factor positivo para comprometernos a seguir adelante, a corregir los males, a hacer todos los esfuerzos, a hacer converger a todos los venezolanos de distintos sectores y de distintas confesiones y de distintas orientaciones en un solo ideal: el ideal de hacer de Venezuela el país moderno, desarrollado, económica y socialmente, que tiene derecho a ser por su historia, por sus antecedentes, por sus componentes humanos y por su propia realidad.

El presidente Rafael Caldera y el ministro de la Secretaría de la Presidencia, Asdrúbal Aguiar, durante la inauguración de Macagua II en Puerto Ordaz.
Por decreto presidencial el Complejo Hidroeléctrico fue llamado «23 de enero».

Esto es hermoso decirlo aquí hoy. Hemos oído al ingeniero Carrera la historia de este proceso de electrificación del Caroní. Hemos oído al ingeniero Ynaty todos los programas que están en marcha a través del esfuerzo que se hace, coordinado, con la Corporación Venezolana de Guayana. La Corporación Venezolana de Guayana es obra de la democracia y el estado Bolívar es hoy la entidad que constituye pionera en el desarrollo de Venezuela por el esfuerzo coordinado, sistemático, constante, combinado, de todos aquellos que de una manera u otra hemos compartido funciones de dirección en la vida de nuestra república.

Este momento, señoras y señores, es un momento que nos invita, más que a una reflexión pasiva a una reflexión con una finalidad. ¿Cuál es el destino de Venezuela? Se acerca el siglo XXI y hablamos mucha literatura, decimos muchas cosas y no nos penetramos realmente de lo que tenemos. Esta es una obra de la más alta tecnología. Aquí nos sentimos orgullosos porque nos podemos codear con las mejores empresas del mundo, pero podemos hacerlo en todos los campos, si queremos. Y yo digo, señoras y señores, queridos compatriotas, ¡sí queremos! ¡Queremos que Venezuela sea lo que tiene que ser y para eso tenemos que sumar nuestros esfuerzos, sepultar los egoísmos, no olvidarnos que un país desintegrado es un país que no va a ninguna parte! Vamos a hacer el esfuerzo permanente de la solidaridad, que al fin y al cabo, entre otras cosas, tenemos la libertad y tenemos la paz. Somos un país pacificado, somos un país en libertad, y esa libertad se usa muchas veces hasta con las mayores injusticias contra la propia existencia de los derechos humanos y de la libertad.

Pero eso nos lleva a hacer un acto de conciencia. Vamos a decir ¡creo en Venezuela! ¡Creo en mi país! Creo en las posibilidades inmensas que están por delante de nosotros e invito a todos los venezolanos a solidarizarnos, a constituir por encima de todas nuestras diferencias una unidad, llena de voluntad, llena de fuerza, para lograr esta transformación de un país tan bello, que no merece que lo hayamos menospreciado tanto.

El día de hoy, además de la inauguración de esta estupenda obra, de esta bella obra, de este esfuerzo en el cual la tecnología más avanzada respeta los derechos de la ecología y hace del paisaje un complemento hermoso de la técnica que se está desarrollando para producir la energía eléctrica. En la inauguración de esta obra he querido al mismo tiempo suscribir los decretos que abren el proceso de licitación para la construcción de un nuevo puente en el río Orinoco, con el acceso vial a los sistemas existentes, y para la construcción de un ferrocarril que enlace el puerto de Matanzas con un puerto de aguas profundas en el Golfo de Cariaco.

Este proceso representa la voluntad de continuidad. No nos quedamos atrás. Cuando se hicieron los primeros estudios para la electrificación del Caroní, una reputada firma norteamericana estimó el potencial hidroeléctrico del Caroní en cuatro millones de kilovatios. Nosotros hemos logrado ver cómo la central hidroeléctrica de Guri produce diez millones de kilovatios; y como esta presa de Macagua II que lleva el nombre de «23 de enero» produce tres millones de kilovatios; y como la central de Caruachi, que está en construcción, va a producir dos millones y medio de kilovatios; y como hay otros proyectos, algunos de ellos ya en marcha, para elevar el potencial hidroeléctrico del Caroní en dieciséis millones de kilovatios. Pero esto supone continuidad, esto supone fe, esto supone voluntad. Aquí no se pueden lograr las obras con egoísmos sino con una gran generosidad y a todo lo largo del proceso de electrificación del Caroní esa generosidad ha prevalecido, y ha sido un factor fundamental, junto con las industrias de aluminio y de hierro, para la transformación de este municipio y a través de este municipio de este estado, en el enriquecimiento, en el fortalecimiento que tiene que haber.

Estamos, pues, en plena marcha. No tenemos por qué acongojarnos por lo que no hayamos podido realizar. Debemos reclamar firmemente la corrección de los males que hemos denunciado. Debemos tener paciencia también para soportar muchas veces las incomprensiones, para soportar muchas veces las injusticias, para ver cómo algunos que son responsables de los males que estamos padeciendo, cierran los ojos ante su pasado e imprecan al gobierno actual porque no ha logrado todavía solucionar plenamente los males que ellos dejaron sembrados en el país. Pero eso es secundario, para gobernar a Venezuela en el momento actual se requiere una gran tolerancia y la estamos demostrando. Tolerancia no es debilidad. Se necesita fortaleza para leer o para ver las deformaciones, los insultos, las miserias, las injusticias, las mentiras que muchas veces se dicen, pero por encima de todo eso hay fe en el país. Y hoy es un día en que el país se nos insufla dentro del espíritu, nos pone a vibrar el amor a Venezuela y nos hace sentir más y más la voluntad de seguir adelante con firmeza, con decisión, sin renunciar a la responsabilidad para sacar adelante el país, porque lo vamos a sacar.

Hoy es un día de afirmación. El 23 de enero no puede celebrarse con actos negativos, tiene que celebrarse con actos como éste. Cada 23 de enero debe ser para medir el camino que se va marchando hacia el porvenir de Venezuela. Por eso, señoras y señores, por eso, compatriotas y amigos, por eso pueblo de Guayana y pueblo venezolano, ésta debe ser una ocasión para reafirmar un compromiso, un compromiso solemne que tenemos sembrado en la médula de nuestros huesos, que tenemos sembrado en el fondo de nuestro corazón, un compromiso que nos viene de la propia realidad de nuestra tierra, de la propia emoción telúrica que se despierta de la realidad venezolana.

Por eso, vamos a hacer un acto afirmativo, vamos a sentir renacer nuestro optimismo. Yo felicito a los jefes, a los oficiales, a los dirigentes, a los empleados, a los técnicos que han trabajado en esta empresa y que siguen trabajando en este proyecto. Yo siento una gran emoción cuando los he saludado y cuando veo cómo viven el orgullo legítimo de haber participado en esta realidad. Esto es un signo, una señal para todo el país. Es una señal hermosa para toda Venezuela. Cuando empezó el proceso democrático había escasas universidades, hoy en todos los estados hay algún núcleo o en algunos varios núcleos universitarios. En todos los municipios del país hay liceos, hay escuelas por todos lados. ¿Tiene errores la educación? Vamos a contrarrestar esos errores, vamos a corregirlos, pero para ello necesitamos no sólo el esfuerzo de la dirección sino de los que trabajan en esa empresa tan noble como es formar las mentes y los corazones de las nuevas generaciones para el porvenir.

Señoras y señores, estoy realmente contento, estoy emocionado. Siento revivir toda la emoción de esta lucha tan dura que ha habido pero al mismo tiempo tan efectiva. Han sido, como dijo una vez un político italiano refiriéndose a una gestión suya, años difíciles pero no estériles. Han sido años constructivos por encima de todas las dificultades, y esto nos anima a seguir adelante y a comprometer nuevamente aquí en esta tierra maravillosa los propósitos, los nobles ideales, que nos llevaron a luchar por la libertad y que condujeron a la instalación del proceso democrático el 23 de enero de 1958.

Muchas gracias.