Simón Díaz: Hecho al golpe del propio esfuerzo
Palabras improvisadas en el acto homenaje del pueblo de Barbacoas a Simón Díaz, el 29 de mayo de 1991.
Nada más grato y significativo podría tener, para venir a encontrarme una vez más con esta querida población de Barbacoas, que el homenaje ofrecido a un hijo de esta población, a un venezolano ejemplar, a un hombre querido y admirado por toda la extensión de la República, como lo es Simón Díaz.
Simón Díaz, hecho al golpe del propio esfuerzo, ha ocupado los más altos niveles dentro del arte nacional. Sus tonadas llaneras son un mensaje de amor al país, un mensaje de amor a nuestra realidad venezolana. Un mensaje de afecto a esta tierra que ha pasado tantas dificultades, y de la cual, al oírsele, se siente uno muy estrechamente unido y más decidido a trabajar y a luchar por ella.
Simón Díaz lleva todos los días, constantemente, a través de la televisión y la radio su mensaje a todos los rincones del país, y Barbacoas, esta población humilde pero orgullosa de su propia ascendencia y de su significación en Venezuela, es conocida en todas las Entidades Federales, y en todas las generaciones, por el mensaje de él y de su hermano Joselo, que tiene el don inigualable de hacernos reír en los momentos en que el país se encuentra perturbado por la violencia, por el escepticismo, por la angustia, y quien también proclama como Simón, el orgullo de ser nativo de Barbacoas.
Ellos llegaron a los más altos niveles –como dije– dentro del arte nacional, pero no se olvidaron de su tierra. Vienen aquí a sentirse más y más venezolanos, que identifican la venezolanidad por la cual trabajan, con el arraigo dentro de esta tierra aragüeña-guariqueña. Dentro de esta tierra llanera llena de emociones, llena de dolores, llena de angustias, llena de esperanzas y, sobre todo, en la cual se está formando una juventud que, gracias a Dios, cuenta con medios formativos con que no contaron las generaciones que, a principios de siglo, aparecieron en el escenario nacional.
Yo siento, pues, la emoción de hacer testimonio de mi simpatía, de mi amistad, pero también de mi reconocimiento, a esos dos hombres. Y creo que al iniciarse la construcción de una Casa de la Cultura que va a llevar el nombre de Simón Díaz se tendrá, como él dice, un instrumento más para que la juventud que aquí se forma encuentre estímulo para transitar los caminos de la cultura, y para apartarse de tantas perversiones que están en este momento dañando la existencia de Venezuela.
La Profesora Victoria Fuentes de Arias ha puesto su cariño y su afecto, su devoción por su pueblo, por su gente y por su tierra, en el libro que vamos a presentar en el día de hoy. Ese libro que se dirige a Simón Díaz es un homenaje para él; pero, al mismo tiempo, se le hace un homenaje a Barbacoas y se le hace un homenaje al llano venezolano. Por eso este acto tiene una significación especial.
Yo me siento profundamente agradecido del generoso empeño puesto por la autora del libro en que lo apadrine, y de la amabilidad, la amistad y la cordialidad con que todo este pueblo, con Simón Díaz a la cabeza, y con su hermano Joselo aquí presente, y con tantos valores significativos en la vida actual de Venezuela, me han hecho compartir una jornada inolvidable, llena de significación y de vivencias.
La verdad es que Venezuela atraviesa en estos momentos –como lo dijera Graciela Seijas– una situación de dificultad y confusión. En el país se ha perdido la confianza, en el propio país, en la dirección de la vida política y en los principales órdenes de la vida nacional. Estamos careciendo de credibilidad, de autenticidad y de confianza. Tenemos que rescatar la palabra «confianza» . Tenemos que rescatar ese elemento fundamental para que la vida de Venezuela supere la crisis en que nos encontramos y marche hacia adelante, con valores auténticos, como esos valores a los que estamos rindiendo hoy homenaje con el sentir profundo de la patria. Como lo sentimos cada vez que escuchamos en cualquier lugar de Venezuela, y muchas veces fuera de Venezuela, las magníficas tonadas llaneras del hombre a quien estamos rindiendo hoy este testimonio de admiración y cariño, y que también es a Venezuela, que tiene una juventud que le permitirá superar la crisis y echar hacia adelante.
Cuando veníamos hacia acá le decía a Simón que yo terminé mi instrucción primaria en San Felipe (capital del estado Yaracuy) y no pude seguir estudios allá porque en todo el estado no había un solo Liceo. Ahora tienen liceos los jóvenes venezolanos en todas las poblaciones de Venezuela, hasta en Santa Elena de Uairén (en la frontera con el Brasil), una pequeña población que hace pocos años la mayoría de los venezolanos ignoraba siquiera que existía. Esa es la principal riqueza de Venezuela. No es el petróleo. Son esos muchachos que están estudiando, que se están formando y que tienen ganas de superarse.
Ahí tienen un ejemplo en Simón Díaz, en Joselo. Tienen grandes ejemplos para seguir en ese propósito de superación y con esos elementos, con esos valores humanos, con esos recursos hermanos que, como dije, son más importantes que los recursos naturales y que los recursos financieros. Así si podremos superar las dificultades y obstáculos actuales, para que podamos ver la llegada del siglo XXI con risueña alegría, con risueña seguridad de que vamos a hacer de Venezuela, verdaderamente, una patria mejor.
Yo saludo con cariño a todas las eminentes personalidades aquí reunidas. A los invitados especiales, a los que han venido de lugares cercanos y no tan cercanos a acompañarnos en este acto. Felicito a Victoria Fuentes de Arias como iniciadora de este acto. Felicito al Alcalde y a todas las autoridades municipales y a todos los representantes de los poderes públicos; y felicito especialmente a Simón Díaz, porque ese cariño, ese amor por su Barbacoas con que él, en la cúspide de su carrera, proclama como su tierra, como el lugar donde se formó, donde recibió la vida y donde fue formado con los mejores ejemplos de honestidad y de rectitud, es un ejemplo que servirá de mucho para todos los jóvenes de las nuevas generaciones venezolanas.
Muchas gracias.