Caracas, 14 de febrero de 1977
Señor doctor
Eduardo Acosta Hermoso
Presente.
Apreciado Eduardo:
Supongo habrás leído hoy las declaraciones del Presidente de la República sobre el desastroso estado en que supuestamente encontró la Petroquímica. No se trata de una campaña aislada puesto que en reiteradas ocasiones aparecen afirmaciones similares. En días pasados un alto vocero de Acción Democrática dijo que al Ministro Pérez La Salvia lo habían engañado los que manejaban el Instituto.
Pienso que ha llegado el momento en que tú y Gustavo Rivero que, con tanta competencia y honestidad, como confianza de mi parte, dirigieron el Instituto Venezolano de Petroquímica durante mi período, hable sobre este controvertido asunto. La autoridad de que ustedes gozan en los ambientes técnicos y políticos contribuirá a disipar esa sombra que tenazmente se quiere echar sobre uno de los más brillantes esfuerzos que en el sector público se han hecho para rescatar el tiempo perdido, corregir los errores pasados y abrirle al país un importante campo de producción y desarrollo.
Me valgo de la ocasión para renovarte el testimonio de mi elevada estima y cordial amistad.
Tuyo afectísimo,