Muy Distinguido Señor:
Antes que su apreciable carta recibí, con no escasa sorpresa, su «Derecho del Trabajo». Ya un poco viejo no me queda sino el vicio de leer y estudiar la materia de mi predilección. Lo leí con avidez y como en estos días salgo a tomar mis vacaciones de verano he colocado el libro en mi equipaje, no ya para leerlo sino para estudiarlo y anotarlo.
Me ha producido su lectura excelente impresión. Soy parco en elogios pero se los tributo sin regatear. Son de justicia estricta. Honestamente le digo que no creía que en Venezuela pudiese hacerse un libro así, metódico en el plan y rebosante de información de última fecha. Creo haber leído lo principal que sobre esta materia se escribe en América Latina, inclusive lo que viene de Méjico. De lo que conozco, su libro es lo mejor. Puede Ud. sentirse satisfecho y espero que en su país le estarán agradecidos por haberlo servido de tal medida. Si Ud. conociese mi espíritu crítico y la tacañería con que distribuyo aplausos, apreciará el valor de excepción de esta carta que no es de estímulo sino de reconocimiento a una obra que por muchos años no será igualada.
Desde hace veinte años dicto la cátedra de Legislación del Trabajo en la Facultad de Derecho y de Política Social, en la de Ciencias Económicas, ambas de la Universidad de Buenos Aires. He representado al país en seis de las conferencias internacionales del trabajo (O.I.T.) y en los años 1926 y 1927 viví en Ginebra como representante gubernamental argentino en el Consejo de Administración. He sido presidente del Departamento Nacional del Trabajo y he desempeñado otras funciones siempre dentro de la misma actividad. Mis libros son ya viejos en presencia de una rama jurídica de tan rápida dinámica. Creía que hoy era muy difícil compendiar la materia y que más bien se imponía el estudio monográfico de sus diversos puntos. Me ha demostrado Ud. que ello era posible y me está dando una tentación de imitarlo.
Mucho le agradezco el envío, lo mismo que las citas. Vea Ud. si en algo puedo serle útil. He de enviarle, por mi parte, lo que aparezca en Argentina y sospeche que puede serle de interés.
Créame que quedo a sus órdenes, de Ud. affmo. Y S.S.