Alocución del Primero de mayo: Día de los Trabajadores
Palabras del presidente Rafael Caldera a los trabajadores, Caracas, 30 de abril de 1969.
En este 1 de Mayo, en que los trabajadores de Venezuela celebran su día con los del mundo entero, me es muy grato expresarles la felicitación y solidaridad de toda la República.
El «Día del Trabajador», es un día de júbilo y de afirmación para todos los venezolanos. En el momento actual nuestro país se enfrenta a la realidad urgente de un proceso de desarrollo económico y social, dentro del cual el trabajador juega un papel preponderante.
En primer término, porque el trabajador es el factor indispensable del desarrollo. Sin la energía del trabajador, sin su capacitación, cada vez mayor, y sin su incorporación decidida a los esfuerzos que las tareas del desarrollo exigen, sería imposible realizar los grandes objetivos que la nación tiene planteada. Pero, además, y en término tan importante como aquél, el trabajador debe ser en todo momento considerado como la meta de ese mismo proceso de desarrollo. Porque si queremos que éste se logre es, precisamente, para que los venezolanos, como seres humanos, reciban una más adecuada consideración, tengan una plena realización y puedan encontrar las grandes posibilidades necesarias para cumplir, dentro de su propia persona, toda la escala de valores que es fundamental para la afirmación y el progreso de la humanidad.
Por tanto, cada vez que hablamos de desarrollo, pensamos en el trabajador como el ente que lo hará posible y realizable dentro de un proceso dinámico, eficaz, cumplido a través de un gran esfuerzo y energía. Pero pensamos también en el trabajador, por cuanto consideramos que el desarrollo lo lograremos en la medida en que el trabajador tenga más y mejores condiciones de vida, de oportunidades, y de participación, dentro de la decisión de todas las cuestiones fundamentales que a Venezuela atañen.
A los trabajadores debemos enviar en esta ocasión un mensaje de aliento y de optimismo, al mismo tiempo que de pleno y sincero reconocimiento. Los trabajadores venezolanos han sido puntal decidido en el fortalecimiento y avance de las instituciones democráticas. Ellos, en cada momento que Venezuela se lo demandó, han estado dispuestos a integrarse de lleno, por encima de todas las diferencias, de las banderías, y de las concepciones que puedan separarlos, para constituir una gran fuerza, que le garantice a todos sus compatriotas el orden constitucional y democrático, dentro del cual se está cumpliendo, y se va a cumplir, el gran avance de Venezuela hacia la conquista de un destino mejor.
Personalmente me siento especialmente complacido de poder dirigirme en esta ocasión a los trabajadores de Venezuela, en nombre de todos los venezolanos He dedicado mi vida, desde los días de estudiante en la Universidad, a las cuestiones laborales. Ellas han sido el objeto fundamental de mis preocupaciones docentes, y a ellas he entregado lo mejor de mis esfuerzos en el campo de los estudios e investigaciones.
Creo que el derecho del trabajo es el signo de las grandes conquistas de la humanidad y es el que le da especial característica a este siglo que estamos viviendo. Precisamente en este año, en que, con ocasión del cincuentenario de la Fundación de la Organización Internacional del Trabajo, —y por encima de lo que pudiera ser el recuerdo de la primera gran hecatombe mundial—, se afirma como un hecho optimista el reconocimiento de la creación de este organismo y de lo que él ha representado en la vida de la humanidad; y los poderes morales, políticos y sociales del mundo, todos se congregan para rendir testimonio a la labor cumplida en este campo. Debo señalarlo, así como un motivo más para reconocer que el derecho del trabajo es algo que ha abierto nuevos rumbos en la conciencia jurídica de la humanidad y nuevos horizontes en las esperanzas de justicia de los pueblos.
En este momento un nuevo Gobierno comienza a actuar en Venezuela, a través de una elección cumplida por el voto responsable y libre de los venezolanos. Ese Gobierno tiene conciencia de su deber para con los trabajadores; un deber que va, desde la revisión de las disposiciones legales y reglamentarias para ponerlas más a tono con las exigencias del momento en que vivimos, hasta la adopción de todas aquellas medidas que afiancen en el ánimo de las masas trabajadoras, la convicción de que el progreso avanza, que las posibilidades son siempre más amplias, y que las perspectivas son cada vez más fecundas para quienes hacen del trabajo su ocupación fundamental.
Llevo, pues, a los trabajadores, al mismo tiempo que mi saludo, mi aliento; y renuevo ante ellos el compromiso del Gobierno nacional, de tenerlos presentes, en primera línea, en el orden de sus preocupaciones. Cuando se piensa en promoción popular, cuando se habla de estabilidad en el trabajo, cuando se aspira que sea realidad la Ley de Carrera Administrativa, cuando se desea establecer una política de amplitud para todos los trabajadores, sin discriminación de ninguna especie, se está reafirmando uno de los rasgos más característicos y más firmes del Gobierno de la República, y se está dirigiendo una palabra franca y sincera, que no va dirigida a ningún sector en particular, sino a todos los sectores que integran el vasto mundo del trabajo.
Envío a todos los trabajadores de Venezuela el saludo afectuoso, entusiasta y solidario de los venezolanos, y reconozco que ellos han dado nuevamente un gran ejemplo, y lo están dando, al garantizar con su presencia, el más sólido respaldo al ordenamiento constitucional, como instrumento de progreso y de transformación en la vida de Venezuela. Vengo, al mismo tiempo, a felicitarlos por el ejemplo consciente de unidad que ellos, en forma espontánea y ordenada, están dando, y dentro de la pluralidad ideológica que caracteriza la vida de una democracia, están afirmando su armonía para defender las cuestiones fundamentales que a Venezuela atañen. Les envío una ratificación de la voluntad de diálogo que inspira al Gobierno de la República. He dicho que las puertas de los despachos oficiales, comenzando por esta que está actualmente a mi cargo, permanecen abiertas para todos los venezolanos, —de manera concreta para todos los representantes de los trabajadores de Venezuela,— y esa afirmación ha sido cumplida en los hechos. Estas puertas han visto pasar a los trabajadores de todos los grupos y de todas las denominaciones; y en este despacho hemos dialogado como venezolanos, como seres humanos, con la recíproca consideración y respeto que entre hombres debe prevalecer, y con el común propósito y aspiración de servir los altos intereses de Venezuela.
Esa amplitud y ese diálogo, serán la norma del Gobierno a todo lo largo del período constitucional; y con la autoridad que la sinceridad de esta afirmación me confiere, hago el llamamiento más sincero a los trabajadores, para que se mantengan dentro de esa actitud, y corroboren sus méritos y ejecutorias en la vida del país, sumando sus mejores y más nobles esfuerzos, a fin de que logremos en Venezuela el afianzamiento y el aumento definitivo de las grandes acciones humanas, orientadas por esos valores esenciales que son la libertad, la justicia, el progreso y la paz, que deben ser una realidad fecunda en los hogares de todas las familias de Venezuela.