Rafael Caldera, un molde para la fragua

Por Daniel I. Godoy Peña

El próximo 24 de enero se conmemoran 106 años del natalicio de Rafael Caldera, político, abogado, educador, escritor e intelectual venezolano quien sin duda alguna, y junto a Rómulo Betancourt, fueron los personajes más influyentes de la segunda mitad del siglo XX en la historia de Venezuela. Caldera es uno de los padres de la democracia venezolana, precursor del socialcristianismo en Latinoamérica y un referente mundial para la lucha democrática, civil, jurídica y cristiana en el mundo.

Actualmente la política se ha convertido en una actividad donde pareciera que lo más importante para ser exitoso es convertirse en un «fenómeno» en redes sociales, tener miles de seguidores, ganar elecciones y, además de lo anteriormente descrito, si también se es un buen gerente o se está por encima del promedio pareciera que ese político está destinado a llegar lejos, porque el quehacer político ha dejado de lado la formación y el desarrollo del intelecto, y se desprecia y se sataniza el debate ideológico, la profundidad en las discusiones esenciales de los derechos y de los deberes, hasta el punto de no asumir posturas claras frente a diversos temas porque no son populares o porque van contra la tendencia, vaciando de contenido y tornando casi en baladí la acción política.

En Rafael Caldera se desarrollaron a la vez dos facetas que son poco comunes: la acción política y la intelectualidad. A lo largo de la historia hemos encontrado muchos y muy buenos políticos que han obtenidos grandes logros pero que no han podido desarrollar a plenitud su intelectualidad y esto no les quita merito; así como también hemos encontrado a grandes intelectuales dedicados al pensamiento político y al debate ideológico pero que no han alcanzado el éxito político y no por esto son menos importantes. Para el Doctor Caldera conjugar el intelecto y la acción política no era un problema sino que más bien era consustancial: fue presidente de Venezuela en dos ocasiones, diputado, corredactor de la primera ley del trabajo, procurador general de la nación, copresidente de la comisión constituyente de 1947 junto a Andrés Eloy Blanco, individuo de número de la Academia de Ciencias Políticas y Jurídicas y de la Academia Venezolana de la Lengua, profesor universitario, escritor de diversos libros, ensayos y monografías, así como, doctor Honoris Causa de diversas universidades a nivel mundial.

Es importante hacer hincapié en que todo el cúmulo de reconocimientos, honores, éxitos políticos y académicos no hubieran sido posible sin la visión que desde muy temprana edad se forjó Caldera, una visión de futuro que estaba centrada en el servicio a los demás donde se notaba la impronta de su formación ignaciana, ese «magis» que lo impulsó a lo mejor, lo excelente  y que a pesar de las adversidades o de los reveses que sufriera nunca lo apartaron del deseo y la voluntad de servir a nuestro país. La constancia y la claridad en la consecución de sus objetivos lo llevaron desde el final de su adolescencia a ser un dirigente estudiantil ávido no solo de formación intelectual sino también ideológica y doctrinaria y es a partir de allí donde decide formar parte de la democracia cristiana.

Entendida como la mejor manera de poder llevar a cabo sus aspiraciones y poder servir mejor a su patria decide fundar con un grupo de ilustres venezolanos como Arístides Calvani, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández, entre otros, el partido COPEI del cual será su más importante líder y con el que alcanzará distintos cargos de elección popular como diputado y como presidente de la República. En 1958 y tras la caída de la dictadura de Pérez Jiménez junto con Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba firman el «Pacto de Puntofijo» convirtiéndole así en unos de los padres fundadores de la democracia moderna venezolana y que tendría como resultado político más relevante el régimen constitucional más duradero y estable de Venezuela, y la alternancia política por vía de elecciones universales, directas y secretas.

Se convirtió Rafael Caldera en el primer civil venezolano de un partido de oposición en recibir la banda presidencial de su antecesor que también era un civil pero previo a su triunfo en diciembre de 1968 había sido derrotado en 3 ocasiones en las elecciones presidenciales del 1947, 1958 y 1963. Nunca se amilanó ante la derrota y lejos de separarse de la vida pública redoblaba sus esfuerzos y su trabajo para lograr su cometido e impulsar a su partido y al socialcristianismo, porque para el Dr. Caldera no existían enemigos sino adversarios políticos a los que combatía desde la contraposición de ideas y nunca en ataques arteros ni injuriosos contra las personas.

Su segundo periodo presidencial, el cual estuvo antecedido de la crisis social, política y económica mas dura vivida por la democracia de 1961, con el Caracazo de 1989 y las 2 intentonas golpistas de 1992; sumado a la destitución y enjuiciamiento del presidente Carlos Andrés Pérez, todo lo cual era una muestra palpable de que el sistema democrático del cual el Dr. Caldera era uno de sus artífices estaba en etapa terminal y solo su prestigio y su peso dentro de la política venezolana le permitieron prolongar la vida del maltrecho y desgastado modelo 5 años más.

Algunos escritores, analistas, periodistas e historiadores tratan injustamente de achacar al Dr. Caldera la responsabilidad de la llegada de Chávez al poder y la subsecuente desaparición del modelo democrático del pacto de Puntofijo, pero eso no solo es injusto sino falaz. Si bien es cierto que él haciendo uso de sus atribuciones presidenciales sobreseyó la causa contra Hugo Chávez, el Dr. Caldera no fue responsable del triunfo del teniente coronel sino de quienes votaron por el ex–golpista.

Hoy quiero dedicar este articulo al político y ser humano que he admirado desde mi niñez, a un hombre que dedicó más de 70 años de su vida al servicio del país, a un político del cual las presentes y futuras generaciones deberíamos tener como modelo de tenacidad, preparación, trabajo, entendimiento y amor por Venezuela.

Sin duda alguna el Dr. Caldera es un «molde para la fragua» de la historia venezolana.   

@danielgodoyp