He aquí el tercer volumen de Habla el Presidente. En estas páginas se registra una rica pluralidad de temas, de modo semejante a los dos tomos anteriores. Cabe subrayar la casi perfecta idéntica distribución anual de las conferencias de prensa realizadas por el Presidente Caldera en sus primeros tres años de ejercicio de la Primera Magistratura, con regularidad que es todo un símbolo de la continua dedicación al servicio del país, tanto como de la asidua y renovada actitud democrática del Jefe del Estado, quien afirma: «Gobernar es el deber permanente de atender y servir».

Transcurridos ya tres años de los cinco que prescribe la Constitución Nacional para cada administración, vemos a través de la colección de las 135 ruedas de prensa, la genuina expresión de un estilo de conducir el régimen de gobierno de la nación. Predomina en todas ellas un elemento que constituye, sin duda, el alma y la entraña de estas ruedas de prensa: la intención de consolidar y orientar la conciencia política de la ciudadanía venezolana. Al someter a la consideración del más extenso auditorio posible, las materias de interés nacional, que el Poder Ejecutivo estudia y resuelve, se realiza una tarea educativa de grandes alcances, de cuyos frutos sólo el tiempo por venir nos habrá de dar la exacta medida.

La forma de diálogo deliberadamente sencillo, claro, sin complejidades, para que pueda llegar a la generalidad de los lectores y oyentes, corresponde a la decidida resolución de dar a conocer directamente a la totalidad de los compatriotas los asuntos públicos que a todos conciernen. Convicción, que fue promesa del Doctor Caldera en su campaña electoral de 1968 y que ha cumplido a cabalidad.

La periodicidad semanal fue considerada la más idónea, para establecer en día fijo esta franca manifestación de convivencia del Presidente con su pueblo, con lo que se definía una diferencia sustancial respecto a las apariciones ocasionales o a las impresionantes transmisiones en cadena —que como expediente usual afortunadamente han pasado a la historia— que si bien pueden suscitar una mayor expectación, han creado siempre un clima de zozobra e inquietud y presentan cierto aire de imposición, cosas que no corresponden ciertamente al modo como Caldera desea expresar la manera como se ha puesto al servicio del bien común. Entendido el Poder como obligación y deber, no es necesario el buscar sensacionalismos para entrar en comunicación el gobernante con sus conciudadanos, para explicarles temas y problemas que pertenecen a todos los venezolanos.

De ahí la forma llana y natural como cada jueves se ha dirigido el Presidente Caldera a la nación. De ahí la repetida advertencia de que no se trata siquiera de un programa de televisión, sino de una conferencia de prensa que se divulga a través de todos los medios de comunicación social: radio, prensa y televisión

¿Que este diálogo semanal constituye un ejercicio arriesgado? Algunos creyeron al principio que el ensayo no prevalecería. Hoy el consenso general reconoce que las explicaciones semanales del Presidente, tanto en la parte expositiva como en las respuestas a las preguntas de los periodistas, son extraordinaria-mente útiles para familiarizarse con los temas de la administración pública, conocer el pensamiento de quien dirige la acción del gobierno, y participar en cierto modo en las resoluciones del poder por cuanto la opinión está directamente informada.

¿Habrá un modo mejor de atestiguar que se quiere corresponder a la confianza de los venezolanos? ¿No será la mejor manera de iniciar en las costumbres del país la democracia de participación? Desde luego, es confesión sincera del más íntimo convencimiento democrático del Presidente. De un modo franco y abierto hace ver al pueblo venezolano que está siempre en el propósito de servir los intereses del país, explicándole los puntos más delicados de la administración y de las tareas del gobierno.

La obligación que se ha impuesto de comparecer cada semana ante la opinión pública la entiende Caldera como estímulo para el desempeño del poder y, además, como activa vigilancia de los gobernados, como aplicación de un derecho del pueblo a escuchar las razones y justificaciones de los actos del gobernante que el mismo pueblo ha escogido. Al llegar al gobierno, el Presidente mantiene la conducta de buscar en la educación ciudadana el soporte más hondo y firme de la democracia. Se dirige todos los jueves a un gran interlocutor, al que procura adivinar sus inquietudes, y espera que los periodistas sean los intérpretes de las preguntas que se formula la opinión popular, como si desease compulsar sus actos de gobernante con la voluntad ciudadana. Así, afirma el Presidente: «Puedo decir que estoy contento del ensayo hecho, y que él es manifestación muy genuina y sincera del espíritu democrático, que está profundamente arraigado dentro de los venezolanos y que por eso resiste y resistirá las tempestades, las inclemencias o las siembras de material hostil que pueda tratar de asfixiarlo. El espíritu democrático tiene sus raíces muy profundas en el sufrimiento, en la esperanza, en el sentimiento y en la voluntad de los venezolanos, y todo lo que hagamos por fortalecerlo será una contribución apreciada no solamente hoy, sino mañana, cuando Venezuela alcance más y mejores destinos».

Sin duda, el diálogo semanal del Primer Magistrado es una vía admirable para robustecer el ejercicio y el convencimiento de la democracia en Venezuela.

Luis Alberto Machado

Caracas, marzo de 1972.