Hombre ilustre y democrático
Por Rodrigo Lares Bassa
Rafael Caldera (1916-2009), abogado, sociólogo y político. Un venezolano de avanzada para su época, así lo demuestra su hoja curricular. Hombre visionario y estadista, quien desde tiempos pueriles encausó su vida y esfuerzos en su país. Huérfano de padres, fue criado y educado por el prestigioso jurista don Tomás Liscano.
Graduado con mención summa cum laude; su Alma Máter en reconocimiento a su trabajo de tesis doctoral, titulado «Derecho del Trabajo» (1939) solicita al Ministerio de Educación la publicación del mismo, demostrando en su contenido un «valor excepcional» constituyéndose como «una obra densa y metódica que por la novedad y por la amplitud de la materia que abarca es una valiosa contribución para las ciencias jurídicas y sociales venezolanas», así lo señala el jurado calificador.
Ejerce la profesión con maestría, la cual logra combinar con su lucha social. Profesor de la cátedra universitaria de Derecho Laboral en la Universidad Central de Venezuela. No obstante su inagotable dedicación profesional nunca deja de lado su interés social, así el autor escribe sobre su obra: «La convicción que tengo de que se impone una transformación social, puede ser calificada de revolucionaria. No temo al calificativo, si por revolución se entiende un paso más en la transformación social, respetando todo lo que de bueno se ha hecho y los principios básicos que han dado calor a la civilización occidental. Pero no he de admitirla, como la admiten muchos, en el sentido de destrucción violenta del orden social existente» (1939).
Hombre enérgico por el progreso. Constituyéndose pieza fundamental en la creación de los cimientos de la democracia venezolana e incluso latinoamericana. El pueblo lo hace presidente de la República en dos ocasiones (1969/1974) y (1994/1999), logrando en su primer gobierno derrotar la guerrilla y pacificar al país y, en su segundo gobierno, iniciar un proceso de apertura y progreso, con la participación del sector privado (nacional e internacional) en los negocios petroleros.
Hombre de letras. Miembro de las Academias de la Lengua y de Ciencias Políticas y Sociales. Hombre humanista y social, quien siempre motivó su pensamiento y actuar en la nobleza y sinceridad. En carta privada demuestra su ser más íntimo, el cual siempre estaba brotado por su sentimiento patriótico: «Nos ha correspondido vivir una etapa muy importante de la vida de Venezuela: lo más importante es servir de buena fe y con el corazón a los intereses superiores de nuestro pueblo».
Muchos alabarán su actuar, otros no. Lo que sí, apodícticamente, fue un hombre ilustre y democrático. Pieza clave para la democracia venezolana y su consiguiente engranaje continental.