Mensaje a la Juventud de Venezuela en su día
San Simón de Cocuy, Amazonas, 12 de febrero de 1983.
Queridos jóvenes:
En este nuevo aniversario de la batalla de La Victoria, toma especial significación el Día de la Juventud. En este día de los jóvenes, es decir, de aquellos que miran sin miedo el porvenir, un pasado glorioso nos presiona para mirar hacia adelante. Este año celebramos dos siglos del nacimiento de Simón Bolívar. La conmemoración trascendental impacta nuestros espíritus y su evocación nos fuerza a preguntarnos: ¿Hemos sido
dignos del legado del Libertador? ¿Hemos trasmitido lo sustancial de su mensaje a las nuevas generaciones?
Lo cierto es que hemos gastado mucha retórica en torno a Bolívar. Ahora nos toca vivirlo de verdad, con sentido crítico, con decisión dinámica y en el contexto de las circunstancias de nuestro tiempo. El llamado del Padre de la Patria asigna a la moral la más alta jerarquía: seguirlo es reconocer que la ética debe ser guía del saber y del actuar; ya dijo él que moral y luces son nuestras primeras necesidades y que el talento sin probidad es un azote. Responder al llamado de Bolívar es amar con pasión a Venezuela, entregarse totalmente a ella, desvivirse por engrandecerla y ennoblecerla, en el espíritu genuino de integración latinoamericana que nos obliga a constituir -según quería- una Nación de repúblicas. Repúblicas soberanas, pero unidas.
Honrar el legado de Bolívar requiere comprender que la Libertad y la Justicia son inseparables, pues sólo la conjugación de ambas da al hombre la posibilidad de serlo en plenitud. Supone sacrificar los intereses individuales o de grupo a los supremos intereses de la Patria, porque el bien de la colectividad así lo demanda, y aceptar que ese sacrificio no puede realizarse sino mediante el ejercicio de las virtudes ciudadanas que el Libertador consideraba base y fundamento indispensable de la sociedad. Llevar a feliz término el camino abierto por Bolívar y la generación Libertadora debe ser el compromiso fundamental de este día.