Todos seremos Caldera
Por Omar Pérez, periodista
Todos sus edecanes, sin fallar uno solo a la cita, estuvieron presentes a la hora de leer los versículos de la Biblia, en la misa que ofició el Cardenal Urosa en la Iglesia del Buen Pastor, en homenaje al ex presidente Rafael Caldera, al inicio de su viaje a la eternidad.
Respetuosa admiración del antiguo estamento militar a la majestad del poder civil representado por el eminente político, que supo sortear dificultades y hacer a un lado prejuicios y heridas en su propósito de pacificar al país, sumergido entonces, durante su primer mandato, en conflicto con un movimiento guerrillero que pudo convertirse en una catástrofe mayor.
Enderezó su ejercicio a una política internacional abierta, en desahogo de la pragmática aislacionista de gobiernos dictatoriales que oprimían a Latinoamérica, impuesta por intereses ajenos a los pueblos que las padecían.
Fue un político paciente, como lo demostró con sucesivas candidaturas que finalmente lo llevaron al poder y creativo, pues supo oxigenar a nuevas generaciones dirigentes, cuyos éxitos o fracasos no pueden atribuírsele, como tampoco el sobreseimiento de un comandante que ahora magnifica los golpes de Estado.
En algunos programas de televisión en que participé lo hice rabiar, pero en otros se desquitó conmigo, al responder de manera inteligente, devolviendo ironía punzante a preguntas revoltosas y alguna que otra vez pasadas de horno, lo cual no disminuyó su aprecio y consideración por los periodistas. La última vez que lo entrevisté, en su segunda presidencia, junto con un apreciado colega, nos dedicó casi dos horas de una sabrosa conversación en la que descubrió que el amigo, a quien acompañaba, incómodo opositor suyo, no era su paisano como lo había creído, sino un llanero de los campos zamoranos.
La muerte, que le llegó un mes antes de cumplir su aniversario 94, cierra el capítulo de los últimos grandes presidentes civilistas que ha tenido el país.
El reconocimiento a su extraordinaria obra de gobernante que supo buscar en todas las tiendas políticas el entendimiento y la paz, comienza a extenderse como neblina precursora de mejores tiempos para la sorprendida y acosada Venezuela de los tiempos actuales.