Tercer mensaje presidencial 1972
Ciudadanos Senadores:
Ciudadanos Diputados:
El año correspondiente a este Tercer Mensaje revistió de por sí significación especial, por la circunstancia feliz de conmemorarse en él el sesquicentenario de la Batalla de Carabobo. Venezuela honró decorosamente el recuerdo de aquella decisiva victoria que, bajo la conducción de Bolívar, aseguró para siempre nuestra Independencia. Construcciones de gran hermosura sirvieron de marco a la dignidad de los actos patrióticos, que el pueblo desbordó con su presencia; nuestras Fuerzas Armadas dieron impresionantes demostraciones de idoneidad y disciplina; estuvieron con nosotros representantes calificados, en el orden civil y militar, de pueblos hermanos; se decretó una Semana de Estudios Bolivarianos para que cada año se profundice en los planteles educacionales el conocimiento del Padre de la Patria; la obra y pensamiento de los Libertadores obtuvieron renovada presencia a través de honrosos monumentos y de autorizadas publicaciones, dirigidos a encender entusiasmo por las grandes ideas creadoras que le dieron ser a nuestra Patria y por las grandes acciones futuras, a que nos obliga nuestro destino nacional.
Simultáneamente, se inauguraron o iniciaron obras destinadas a atender necesidades urgentes del pueblo y se realizó, con un éxito que superó todas las previsiones, la Feria Exposición Agropecuaria e Industrial, que puso ante los ojos de más de un millón de visitantes, entre propios y extraños, los progresos logrados por el esfuerzo de una generación comprometida con la libertad y penetrada de su deber de responder al imperativo del desarrollo nacional.
Afirmación de soberanía
No habría sido completa, sin embargo, la conmemoración del Sesquicentenario, si todo nuestro esfuerzo se hubiera consumido en el honramiento de las glorias pretéritas, aunque lo sustentáramos en la ejecución de realizaciones materiales de positivo beneficio e inocultable magnitud. El Sesquicentenario estuvo completo, porque el mirar hacia los días gloriosos de la historia y el afanarse en el contemporáneo hacer estuvieron rubricados por la trascendente acción cumplida en el orden de nuestra independencia económica. Al presentar nuestra devota ofrenda al Padre de la Patria no llevábamos las manos vacías. En el año sesquicentenario de Carabobo, Venezuela interpretó el mensaje de los Libertadores porque dio pasos decisivos de afirmación de su soberanía sobre sus recursos naturales y se hizo más dueña de su propio destino. El monumento a Carabobo, rodeado hoy de majestuoso emplazamiento al que se llega por una estupenda autopista, no sólo hace presente a los venezolanos –nacidos en el país o venidos de otras tierras a fundir su vida con la nuestra– que en aquel sitio se aseguró la Emancipación el 24 de junio de 1821; sino que al mismo tiempo ha de inducirlos a recordar que ciento cincuenta años después se hizo algo para acrecentar el legado de Simón Bolívar:
Se dictaron leyes para asegurar al Estado la explotación y pleno aprovechamiento del gas natural, y para impedir que sean menoscabados nuestros intereses petroleros, cuando reviertan de acuerdo con la Constitución y con la Ley, los bienes que aseguran la explotación al vencimiento de las actuales concesiones; se aplicaron medidas más justas a la concurrencia de nuestro petróleo al mercado mundial y se introdujeron normas protectoras para evitar que en la programación de las actividades ocurran oscilaciones imprevistas.
Todas estas medidas se enmarcan dentro de un gran objetivo patriótico. Tal vez sea, por ello, oportuno recordar lo que expresé hace casi veinte años: «la experiencia está diciendo que ‘sembrar el petróleo’ es parte de un objetivo más amplio, obligado aunque ambicioso: es necesario «dominar el petróleo». Tenemos que abandonar el concepto del petróleo como una realidad que escapa a nuestras manos, para ganar la idea del petróleo como un elemento subordinado a nuestra realidad nacional».
Una responsabilidad histórica
Para que el transcurso del año quedara indeleblemente señalado por la afirmación de nuestra independencia económica decidí, el 31 de diciembre, atendiendo a un sostenido clamor nacional y a una necesidad cuya satisfacción no debía demorarse, comunicar al Gobierno de los Estados Unidos la denuncia del Tratado de Reciprocidad Comercial que, celebrado en 1939 y modificado en 1952, nos mantenía en la imposibilidad de orientar nuestra política arancelaria y ponerla al servicio de las exigencias de nuestro desarrollo. Esta política va a ser autónoma y no subordinada; sus disposiciones podrán reajustarse y modificarse de acuerdo con los resultados, sin que compromisos externos dificulten nuestros movimientos. Para fijarla estamos recogiendo las opiniones de todos los sectores; las decisiones se adoptarán en vista del interés nacional.
Nos encontramos hoy, en consecuencia, más capacitados para manejar nuestros propios asuntos. Ello envuelve para nosotros una mayor responsabilidad. Las acciones nacionalistas tomadas han provocado algunos rumores y alarmismos, como ha ocurrido en otras ocasiones en que se ha modificado o intentado modificar el cuadro de las correlaciones y participaciones en el producto petrolero. Pero el país ha alcanzado suficiente madurez para mantener decididamente las conquistas logradas y no vacilará, ni mucho menos retrocederá, ante cualquier maniobra o amenaza. Ante esta gran responsabilidad histórica, tenemos clara conciencia de nuestro deber y sabemos que no es la nuestra una actitud parcial, sino una posición definitivamente nacional. No hemos privado ni privaremos a nadie de derechos legítimamente adquiridos. Lo que hacemos es fortalecer los nuestros, con plena razón y justicia. No es menester pensar ahora en nuevos actos legislativos, porque el ordenamiento dictado constituye base sólida para asegurar los objetivos nacionales propuestos.
Por lo demás, la perspectiva del mercado petrolero es cada vez más favorable. El petróleo es indispensable para la vida y para el desarrollo. Lo solicitan con avidez todos los países: los que están transformando su economía y los que la han llevado a un punto tal que requiere constante expansión para subsistir. El consumo crece en tal manera que grandes potencias mundiales, hasta hace poco exportadoras, se han convertido en importadoras netas y requerirán abastecimiento creciente de fuentes foráneas.
El caso de Venezuela reviste importancia, no sólo para nosotros, sino para todos los países del tercer mundo que aspiran a un trato más justo. Estamos librando una campaña memorable. Nuestro pueblo se da cuenta de ello y sabrá ser digno de su historia.
Corporación Venezolana del Petróleo, flota petrolera y gas
Avanzando hacia la efectiva participación en el manejo de nuestras riquezas naturales, se intensifican las labores de la Corporación Venezolana del Petróleo, y se va a iniciar este año el cumplimiento de una vieja aspiración venezolana: la creación de una flota petrolera y minera, que se iniciará a través de la Compañía Venezolana de Navegación, la cual últimamente ha ido adquiriendo mayor experiencia, incorporando nuevas unidades y llegando a nuevos puertos de importancia mundial.
En cuanto al aprovechamiento de los inmensos yacimientos de gas natural existentes en nuestro territorio, tenemos ya las conclusiones de los estudios realizados a partir de la sanción de la Ley que reserva al Estado esa industria; toda vez que modificaciones hechas al proyecto introducido por el Ejecutivo obligaron a una revisión de los programas que anuncié en mi Mensaje anterior. El Ministro del ramo solicitará en los próximos días ser recibido por las Cámaras para hacer una exposición sobre el tema. Puedo adelantar que las conclusiones permiten acometer el establecimiento de una planta para la licuefacción del gas natural en el Estado Zulia, con un volumen de 600 millones de pies cúbicos diarios, lo que constituirá un nuevo e importante renglón en la economía nacional y otro factor de expansión en la región zuliana. Lamentablemente, los estudios técnicos indican también que dentro del cuadro de las limitaciones legales no podría emprenderse económicamente la construcción de la planta prevista para el Estado Anzoátegui: en el informe respectivo el Congreso encontrará, junto al análisis del caso, las posibilidades que todavía existen para que alguna modificación normativa haga viable este importante proyecto para la Región Nororiental.
Las circunstancias son propicias. La colocación del producto puede hacerse en condiciones provechosas y son amplias las posibilidades de financiamiento. Estoy convencido de que esta es una ocasión conveniente para incorporar la industria del gas licuado a la economía venezolana, adelantar en el aprovechamiento integral de los hidrocarburos y convertir en beneficio tangible las cantidades de esta riqueza que se pierden estérilmente en la atmósfera.
Actividad febril
Todos estos trascendentales acontecimientos han ido acompañados por un conjunto de hechos que aumentan el saldo netamente positivo del año. A pleno ritmo se adelanta la construcción de la planta de productos planos de Sidor, la nueva etapa de la gigantesca central hidroeléctrica de Guri, la duplicación de la fábrica de aluminio, las construcciones del Instituto Venezolano de Petroquímica en El Tablazo y en Morón; sigue adelante el programa de explotación directa de los yacimientos de San Isidro, se reactivan las minas de oro de El Callao, está para venir al Congreso el contrato para iniciar los trabajos en las de níquel de Loma de Hierro, va bien encaminado el aprovechamiento del complejo minero de Bailadores, la explotación de carbón de Naricual y de la Cuenca del Guasare, cuyo programa, reformulado en vista del criterio de la Contraloría, está listo de nuevo, con la participación de Corporiente y Corpozulia, y se espera que el proyecto de Ley que crea la Corporación Minera sea aprobado para dar un impulso más ágil a la minería nacional. La histórica empresa de la «doma del agua» en los llanos, iniciada audazmente con el Complejo Hidrológico de Apure va hacia la culminación de la primera etapa. Se construyen intensamente, y con dimensiones de futuro, obras de infraestructura en toda la geografía nacional. Esa actividad febril es testimonio de un país en marcha, que en los círculos internacionales es ya clasificado como en franco despegue al desarrollo.
La presencia de un esfuerzo vitalizador se hace sentir hasta los más remotos confines de la patria: a Santa Elena de Uairén, en la frontera suroriental con el Brasil, está ya por llegar una amplia carretera, concluida a fuerza de corazón y de eficacia por el Servicio de Ingeniería del Ejército. Junto a la Piedra del Cocuy, desde la cual se miran reflejados en las aguas ensoñadoras del Río Negro los territorios de Brasil, Colombia y Venezuela, surge entre el ruido de los tractores manejados por gente de CODESUR, la ciudad de San Simón,talaya del destino nacional, expresión del espíritu de Bolívar, ante la inmensidad amazónica; y una política de fronteras, elaborada en forma coherente y orgánica, sistematiza, a través del Consejo Nacional de Fronteras (que comenzó sus actuaciones en el año de la Cuenta como un nuevo tributo al Sesquicentenario), la evaluación y planificación necesarias para ejercitar en las áreas fronterizas un esfuerzo conjunto, en el cual la política internacional, la defensa nacional y la política interior concurren con los demás órganos y entidades responsables de fomentar, impulsar y desarrollar los diversos aspectos de la vida colectiva.
Con amplio consenso nacional se hace un esfuerzo sin precedentes, a tono con la modernización del Estado y con la constante superación que se cumple en nuestras Fuerzas Armadas, para la renovación del material y equipo de las mismas, las cuales quedarán dotadas cabalmente para el óptimo desempeño de sus elevadas funciones, garantía de la paz, respaldo de las instituciones democráticas y mantenimiento de la soberanía e independencia de la patria e integridad del territorio nacional.
Signos del desarrollo
Mientras esto se hace, se atiende al mismo tiempo en numerosos frentes las exigencias imperativas del desarrollo. La política de industrialización avanza, dentro de una preocupación creciente por las normas de calidad y precios para velar por los derechos de la comunidad y por las posibilidades efectivas de concurrir al mercado exterior. Excluida la refinación de petróleo, la industria alcanzó un crecimiento de alrededor del 6 por ciento. Por otra parte, puede decirse que ya Venezuela tiene una política de turismo y las distintas regiones coordinan con los organismos nacionales el fomento de sus potencialidades turísticas.
La Zona Franca de Margarita produce resultados que desbordan las estimaciones previas. Se está elaborando una política de comercio exterior. Es notable el aumento del índice de exportaciones de productos no tradicionales, aun cuando las cifras absolutas sean todavía modestas en comparación con el gran volumen de nuestra exportación petrolera. Como la capacidad potencial de exportación de la industria venezolana es considerablemente mayor a los volúmenes que actualmente exporta, serán puestos en funcionamiento mecanismos para estimular dichas exportaciones y se adoptarán medidas administrativas para simplificar procedimientos innecesariamente complejos. Se avanza hacia la integración con países hermanos. El Foro Nacional sobre la Integración, que anuncié en mi Mensaje anterior, ofreció positivos aportes y demostró que la política de consulta y de diálogo es una realidad.
La producción agrícola registró un incremento del 4,2 por ciento en relación al año anterior, debido al aumento en una variedad de renglones tales como el maíz, el plátano, la caña de azúcar, el tabaco, el pescado y el ganado bovino y porcino, no obstante el descenso registrado en algunos otros, como el arroz, que confrontaron condiciones climáticas adversas.
Se continuó prestando al sector la misma atención que en el año precedente. El gasto total realizado por los organismos públicos en la rama agropecuaria se elevó a cerca de 1.600 millones de bolívares, lo que representa un incremento de 6,5 por ciento con respecto al año 1970. Los créditos concedidos superaron en un 35,7 por ciento a la cantidad alcanzada en el año anterior. Además, un estudio cuidadoso del financiamiento del sector agropecuario evidencia que los saldos y los flujos netos muestran tendencia a un sostenido crecimiento.
Economía en ascenso
Desde el punto de vista económico, 1971 no fue, ciertamente, para el mundo un buen año: crisis monetaria, inflación, desajuste del comercio mundial, desaceleración del crecimiento en grandes países industrializados con influencia considerable en los demás. Ello hace resaltar en mayor grado el que Venezuela haya tenido un año francamente positivo. 1971 fue, en verdad, un buen año para la economía venezolana. Nuestro producto creció en más del 5 por ciento estimado a precios constantes, es decir, sin reflejar la valorización petrolera.
Nuestras reservas internacionales, al cerrar el año, eran de 1.459 millones de dólares, con aumento del 43 por ciento. Los depósitos de la banca comercial subieron a más de 11.300 millones de bolívares, lo que envuelve un incremento superior al 19 por ciento. La banca hipotecaria creció en un 51 por ciento, llegando la inversión en cédulas a más de 2.300 millones. Los depósitos del Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo aumentaron en el 43 por ciento, y el número de ahorristas individuales sobrepasó a 247.000, con un incremento del 35 por ciento. Todo ello ha ocurrido simultáneamente con la venezolanización de la banca comercial, cumplida normalmente en ejecución de la reforma legislativa. Las circunstancias indicadas hacen relevante el interés de que se apruebe la Ley sobre Mercado de Capitales, que considera actualmente el Congreso. Con ella se podrá canalizar la fuerza poderosa del ahorro interno hacia actividades económicas importantes. Esas mismas circunstancias aconsejan dictar normas precisas para estimular el desarrollo y orientar las inversiones nacionales y extranjeras. Penetrado de la trascendencia de la materia y de lo delicado de su formulación, designé una amplia Comisión Nacional para preparar un proyecto de ley sobre ella. La Comisión ha trabajado con espíritu constructivo y sus labores están al concluir. El Proyecto correspondiente será sometido al Congreso para su consideración.
El ejercicio fiscal se cumplió con superávit de más de 400 millones de bolívares en caja. La aprobación de un presupuesto-programa dio al Congreso mayor posibilidad de precisar el destino del gasto público y a la Contraloría mayor facilidad para verificar su ejecución.
El conjunto de los hechos referidos, demostrativos de confianza y realmente extraordinarios para un país en desarrollo, se reflejó en dos medidas de indiscutible significación: la reducción de los intereses bancarios y la revaluación del bolívar, con la cual se buscó equilibrar nuestros intereses como vendedores y compradores en los Estados Unidos y nuestra situación en los mercados de naciones que habían revalorizado su moneda.
Preocupación social
Quiero, de modo muy enfático, manifestar que para el gobierno que presido no constituye ni puede constituir el único objetivo la pujanza económica y que la situación bonancible que en apretadas frases he descrito no sería para nosotros satisfactoria si no se atendiera el aspecto social. Por esa preocupación social, el aumento del ingreso fiscal se ha traducido especialmente en el gasto en educación popular. A mi entender, el cabal desarrollo del país sólo ha de lograrse con la capacitación de todo su capital humano y su incorporación activa al proceso social. En muchas ocasiones se ha señalado que el desempleo y el sub-empleo corresponden en gran parte a índices de baja idoneidad profesional en sectores de población que tienen buena voluntad pero que no recibieron entrenamiento oportuno para profesiones u oficios. He allí un grave factor de marginalidad social: es preciso atacarlo de frente; la creación de aulas y servicios se ha impulsado, por ello, decididamente para despejar el problema de los cupos y ofrecer oportunidad a todos en los distintos niveles de enseñanza, aunque la explosión demográfica empuja velozmente hacia los establecimientos educacionales a un número creciente de aspirantes.
La matrícula alcanzó, para el año escolar 1970-1971, a más de 2.400.000 alumnos, cifra que supone un incremento absoluto de cerca de 160.000 respecto del año anterior. Para el año escolar 1971-1972, la población inscrita en el sistema educativo formal se estima en 2.575.000. La acción educativa utilizó más de 83.000 educadores en cerca de 58.000 aulas. Al mismo tiempo, entraron en vigencia nuevos programas y se dieron pasos tendientes al establecimiento del ciclo diversificado, al mejor aprovechamiento de los textos, a la utilización de la televisión educativa y a otros importantes aspectos de carácter técnico, a los cuales hago referencia en el informe que acompaña a este Mensaje. Los progresos en Educación Superior fueron muy importantes: se crearon en el país nueve institutos de nivel universitario, a saber: Institutos Pedagógicos en Maturín y Maracay, Institutos Universitarios Tecnológicos en San Cristóbal y Coro, Instituto Politécnico en Guayana y Colegios Universitarios en la Región Capital, Institutos Tecnológicos de iniciativa privada en Cabimas y Caracas; fueron autorizados los cursos de post-grado del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) con el otorgamiento de los correspondientes títulos y se decretó la creación de la Universidad Experimental Simón Rodríguez.
La actitud del gobierno y la mía personal, enmarcada dentro de un diáfano cumplimiento del deber y una constante amplitud para con los sectores universitarios, se hizo presente en el decreto dictado para reglamentar parcialmente la Ley de Universidades, en el nombramiento de una amplia Comisión encargada de preparar un nuevo Proyecto de Ley de Educación Superior y en una actitud sin esguinces que ha contribuido a hacer más viable la solución de nuestra problemática universitaria, a base del principio de autonomía y del respeto a la manera de pensar y a la libertad de expresarse, garantizada a cada grupo.
El proceso educativo
Tengo conciencia de que en el proceso educativo hay numerosas y profundas reformas que cumplir, para las cuales el país debe contar con una cooperación armónica entre las ramas legislativa y ejecutiva. Venezuela sabe, por otra parte, que los conflictos y situaciones irregulares que se han presentado en algunos establecimientos de educación media no tienen siempre como causa el sincero deseo de luchar contra las deficiencias existentes y de sumar esfuerzos para corregirlas. Frente a ellos, al Ejecutivo no lo guía sino el interés nacional. Los mismos sectores de opinión que señalan la inadecuación de nuestro sistema educativo deben reconocer que el debate sería más fructuoso si se llevara al terreno del análisis crítico y de la discusión democrática.
El Gobierno no puede eludir el deber de mantener el orden público, especialmente requerido cuando se producen hechos que tienden a impedir el tránsito normal o agredir personas o bienes, ocurran o no en la proximidad de institutos educativos; pero ha reiterado su disposición a comprender las motivaciones psicológicas que sensibilizan a la juventud, tan requerida de formación integral. Es oportuno renovar un llamado a las comunidades educativas, integradas por maestros, padres y alumnos, para adoptar una actitud ecuánime y cumplir una labor armónica con las autoridades, ya que el agotamiento de una o varias promociones en permanentes disturbios le restaría al país una fuerza que necesita para su desarrollo y frustraría en esas promociones la cristalización de anhelos que deben enrumbarse hacia la obra constructiva.
Conviene señalar, dentro del aspecto educacional, los avances del Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), cuyos cursos ofrecieron cerca de 120.000 egresados en el año, con un incremento relativo superior al 20 por ciento. Deseo llamar la atención sobre los programas que el INCE viene cumpliendo, en cooperación con el Ministerio de la Defensa, para ofrecer a los soldados el aprendizaje de oficios cuya utilidad podrán aprovechar al reintegrarse a la vida civil.
La preocupación por la cultura ha sido patente en la construcción de museos, en el plan de reforma musical, dirigida especialmente al fomento y desarrollo del movimiento musical, en el estímulo a las artes plásticas, cuyo progreso da lustre al país, en el impulso a las publicaciones, en la extensión de la cobertura de la Televisora Nacional a la mayor parte del territorio; y el interés por el deporte, en la construcción de canchas en barrios populares, de instalaciones deportivas en las diversas regiones, la contratación de entrenadores y fomento del deporte escolar, el programa de promoción deportiva y la adopción de normas precisas para la programación deportiva nacional.
La salud del pueblo
Preocupación central también ha sido la salud del pueblo. En el sector salud se hace sentir la presión creciente de las exigencias colectivas, al tiempo que las profesiones que lo atienden plantean reivindicaciones de carácter gremial. En ambas direcciones se solicita constantemente la acción de las autoridades, empeñosamente entregadas a atenderlas, al tiempo que se renueva el espíritu de la tradición sanitaria venezolana y se emprende la reforma de los sistemas administrativos. La tasa de mortalidad está en el orden del 6,6 por mil. La mortalidad diagnosticada ha alcanzado al 78,1 por ciento. Estas dos cifras hablan por sí mismas. En el año de la Cuenta se incorporaron nuevas camas hospitalarias, se crearon centros de salud y dependencias especializadas, está en marcha la construcción de instalaciones hospitalarias grandes, algunas de las cuales entrarán en servicio antes de la conclusión del quinquenio; y en el presente semestre, después de un largo proceso verificado en la selección del material y en la obtención de las autorizaciones respectivas, serán dotadas con los equipos correspondientes las edificaciones hospitalarias construidas que se encuentran aún sin funcionar.
Hemos tenido que hacer frente a una incidencia de malaria, endemia cuyo solo recuerdo provoca justificada inquietud. Aunque las cifras son todavía de un orden definitivamente bajo y la desaparición total de la misma no ha sido nunca un hecho absoluto, su tendencia nos obliga a intensificar el esfuerzo, ya que los factores ecológicos producen variaciones en los insectos transmisores que los hacen resistentes a insecticidas que años atrás eran totalmente eficaces. He dado terminantes instrucciones para que los focos existentes, localizados en zonas fronterizas y en lugares de esporádicos descubrimientos mineros, se traten con toda intensidad y he autorizado rígidas medidas para controlarlos.
El Instituto Nacional de Higiene, a los 34 años de fundado ha adquirido, con positivos resultados, el rango autonómico que se le atribuyó cuando fue creado. El Instituto Nacional de Nutrición ha tecnificado totalmente sus dependencias y ha elevado el número de niños con suplemento dietético, que era de 54.000 a principios de este período, a más de 93.000.
La problemática del sector, vista desde todos los ángulos, confirma la necesidad de integrar el Servicio Nacional de Salud. Para hacerlo posible he encargado por Decreto al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social proponer a plazo fijo las medidas concretas que permitan la realización de aquella idea. Es satisfactorio señalar que la decisión de establecer el Servicio Nacional de Salud en Venezuela ha sido reconocida por autorizados organismos internacionales como un hecho ejemplar.
El problema del consumo de drogas, debido en gran parte a factores externos y con incidencia de especial gravedad en sectores juveniles, nos ha preocupado en alto grado. Vista la multiplicidad de sus aspectos, estimé necesario designar una Comisión Nacional, en la cual participan los diversos organismos oficiales y privados relacionados con el asunto y presta una valiosa y decidida colaboración el Fiscal General de la República.
Dinámica paz laboral y seguridad social
La dinámica paz laboral que existe en Venezuela, asegurada a base de conquistas sustantivas y no de condiciones estáticas para los trabajadores, se reflejó en el año en la suscripción de 1.445 contratos colectivos de trabajo. Todos incluyeron aumentos de salarios preferentemente para los trabajadores de más baja remuneración. Esos aumentos se tradujeron en el salario real porque pudo frenarse al mismo tiempo la presión inflacionaria, que de desencadenarse habría hecho ilusorias las mejoras obtenidas.
Un hito en la historia de la Seguridad Social en Venezuela fue el pago de las primeras pensiones de jubilación. Estoy consciente de los problemas que el Seguro Social atraviesa. Estimo saludable la preocupación demostrada por las organizaciones representativas de trabajadores y empresarios y por los medios de comunicación social. El Instituto soporta un déficit, en el que influyen el amplio número de sus beneficiarios, la alta escala de remuneraciones y condiciones laborales establecidas para sus servidores, fallas administrativas arraigadas y, en definitiva, insuficiencia de sus ingresos para cubrir los gastos actuales de los seguros, lo que año tras año, desde la fundación del seguro de pensiones ha hecho tomar recursos de éste para completar el ejercicio.
He asegurado a los trabajadores que en ningún momento pueden ver en peligro sus pensiones legales porque el Estado las garantiza; he propuesto al Congreso una Ley de Crédito Público para convertir en deuda especial el déficit creado en las disponibilidades de capital; he hecho elevar en el presupuesto la contribución con que el Estado lo subsidia y he ofrecido pleno respaldo para los reajustes administrativos que se consideren procedentes. El sector público está dispuesto a cumplir su parte. Confío en que los demás sectores interesados también lo estarán. Es preciso un esfuerzo solidario para lograr el saneamiento definitivo del Seguro Social y enrumbarlo por un terreno libre de inquietudes.
Más oportunidades de empleo
Dentro de la preocupación social del gobierno es prioritaria la generación de nuevas oportunidades de empleo. El Censo General de la Población, realizado a fines de 1971 de acuerdo con las técnicas más avanzadas, revela en sus resultados preliminares un número aproximado de 231.000 desempleados. La mayoría no lo son porque hayan perdido una ocupación anterior, sino porque no han hallado acceso al mercado de trabajo, bien por falta de ocupaciones suficientes, o bien por carecer de la calificación profesional exigida por la técnica de la producción. Un análisis serio autoriza a afirmar que en este año, como en el anterior, el número de nuevos empleos superó al de nuevas demandas de trabajo. El desempleo representa aproximadamente el 7,4 por ciento de la población activa, cifra importante pero no de la magnitud de las que suelen manejarse para presentar la situación como insoluble. Las perspectivas permiten afirmar que el porcentaje continuará disminuyendo.
También se ha demostrado la preocupación social del gobierno en el proceso de regionalización. Una vez más reitero la convicción de que el desarrollo nacional debe realizarse a través de un desarrollo regional armónico, por imperativo de justicia distributiva y para prevenir situaciones que generarían conflictos agudos. La regionalización es un hecho. El soberano Congreso la ha ido consolidando mediante la sanción de diversos proyectos de Ley que le hemos presentado. Ya todas las regiones administrativas tienen sus propios órganos para programar el desarrollo y ejecutar acciones tendientes a lograrlo, conjuntamente con los órganos nacionales correspondientes. Cada región tendrá su plan orgánico de desarrollo regional, como el que ha sido elaborado para la Región Zuliana. Por lo demás, es conveniente recordar que el porcentaje de lo invertido en obras públicas en la provincia excede netamente el porcentaje de su población, en comparación con lo invertido en la Región Capital.
Protección del capital humano
En la idea de defender el capital humano y hacer más segura y fructífera la convivencia, mucho se está haciendo por perfeccionar los servicios de seguridad pública y de prevención de accidentes. La coordinación de las diversas policías nacionales; la organización de las policías estadales con criterio técnico, puestas bajo el comando de oficiales especializados de las Fuerzas Armadas e integradas a a base de selección y de cursos de formación y perfeccionamiento; la reorganización del cuerpo de vigilantes de tránsito y el patrullaje extendido a las carreteras nacionales de más intensa circulación; la creación de la Comisión de Defensa Civil, son iniciativas que van produciendo resultados tangibles, pese a que siempre llegará más fácilmente al público la impresión de los delitos, accidentes o calamidades que ocurren, que las disminuciones en la incidencia de determinados hechos, la rápida atención y la prevención de los siniestros, o los éxitos obtenidos por las autoridades en descubrir y sancionar delitos. Tal vez pocos venezolanos advirtieron que en el segundo semestre de 1971 no fue denunciado un solo hecho grave de atraco a mano armada y no serán muchos los que hayan reparado en que los delitos causantes de mayor conmoción han sido esclarecidos, capturados los reos y recuperados los objetos provenientes del delito, cosa que no siempre ocurre en países desarrollados, que cuentan con más abundantes recursos.
La defensa y protección de la paz, la lucha contra la delincuencia y la dotación de los cuerpos encargados de combatirla, constituyen un objetivo nacional que reclama la buena disposición de todos y especialmente de las ramas del poder público, ya que se trata del cumplimiento de uno de los fines esenciales del Estado. Por ello recomiendo, de la manera más respetuosa, al soberano Congreso, la preferente consideración de las urgentes reformas propuestas a las leyes procesales y las apropiaciones requeridas para mejorar las dotaciones policiales, con lo cual contribuiremos al fortalecimiento de la democracia y daremos una base más sólida a la estabilidad institucional.
El problema de la vivienda
La observación serena de la realidad constituye una invitación al optimismo, una confirmación de la situación excepcional en que se encuentra Venezuela. No deseo, sin embargo, caer en una especie de aventurado ilusionismo y dejar de señalar aspectos difíciles y cuestiones preocupantes inmersas dentro de la situación nacional. En este orden de ideas considero imperioso manifestar que hay aspectos en los cuales, pese a nuestros esfuerzos y a toda nuestra voluntad, no se han podido cumplir los programas, a pesar de que estos corresponden a exigencias inaplazables y de que, objetivamente, no es imposible cumplirlos. Tal es el caso de la vivienda. Todos los venezolanos conocen mi preocupación por este problema social. La falta de vivienda o la vivienda inhóspita son espejo de la marginalidad. La construcción de habitaciones, al mismo tiempo que es una actividad económica de efecto multiplicador y generadora de oportunidades de trabajo, propende al mayor fortalecimiento de la familia y repercute en el nivel de educación, en la adquisición de hábitos de higiene, en la disminución de factores sociales que influyen en la delincuencia. La afirmación que hice años atrás, de que para atender seriamente el problema de la vivienda hay que lograr un volumen de construcción no menor de cien mil unidades por año, se grabó en tal forma en la conciencia colectiva que continuamente se me reclama la construcción de las 100.000 viviendas. Debo decir, con absoluta claridad, que las metas propuestas en mi Programa de Gobierno y, más determinadamente las que señala el IV Plan de la Nación, no han sido alcanzadas todavía. Lo que se ha logrado está lejos aún de satisfacer nuestras aspiraciones. No hemos contado con los recursos y mecanismos necesarios.
La verdad es que hemos sostenido un gran empeño para enfrentar la cuestión, que muchas iniciativas se han tomado y que las orientaciones de la política habitacional del Gobierno han comprobado su acierto. La orientación del gasto público hacia la construcción de viviendas para los sectores populares de más bajos ingresos, que han sido nuestra preocupación dominante, no podría ser más justa. La construcción de urbanizaciones populares es cristalización de ideas que se habían procesado, sobre la urgencia de preparar terrenos, dotarlos de los servicios indispensables y ofrecerlos a familias sin techo para que establecieran sus hogares. Las urbanizaciones populares han sido bien recibidas por los adjudicatarios. Han constituido un experimento extraordinariamente positivo.
Proyectos inaplazables
La importancia que doy a la cuestión vivienda me llevó a designar, por primera vez en Venezuela, un Ministro de Estado, al que le encomendé todo lo relativo al estudio integral del problema, así como la planificación y coordinación de las actividades oficiales en relación al mismo. Escogí para esta función a un hombre muy capaz y de gran experiencia en la materia. Su labor, en este sentido, representa una etapa cumplida. En el Congreso está un proyecto de Ley Orgánica de Creación del Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbanístico. También un Proyecto de Ley de Inversiones en Viviendas y Desarrollo Urbano. La aprobación de estos proyectos es inaplazable. Sin ella, lo que podamos hacer será más parcial e insuficiente. Abrigo la íntima esperanza de que los representantes del pueblo sentirán como propia esta aspiración, por el carácter prioritario que tiene la vivienda popular, cuya necesidad confrontan centenares de miles de núcleos familiares distribuidos en todo el territorio nacional.
En manos del Congreso está la determinación sobre los proyectos referidos. El Gobierno se compromete a multiplicar su esfuerzo hasta lo sobrehumano una vez se le dote de estos instrumentos indispensables.
Además de los proyectos mencionados, el Ejecutivo presentará en el actual período de sesiones un Proyecto de Ley de Ordenación Territorial y Urbana, contentivo de normas adecuadas para que dentro de los núcleos poblados se cumplan exigencias que hagan la vida más humana. Venezuela está viviendo el período más intenso de urbanización. Entre 1961-1971, el porcentaje nacional de población que vive en núcleos de más de 2.500 habitantes pasó del 63 por ciento al 76 por ciento, es decir, que de un total cercano a los 10.300.000 habitantes, más de las tres cuartas partes se agolpan en ciudades, reclaman los servicios esenciales y demandan el cumplimiento del imperativo constitucional de proveer lo conducente a facilitarles la adquisición de vivienda cómoda e higiénica. El reconocimiento de esa fase aguda en el ritmo de urbanización, que en años posteriores no podrían mantener la misma intensidad actual, nos ha movido a realizar un gran esfuerzo para dotar a todos los núcleos urbanos de planes reguladores y a atender con diligencia los requerimientos más urgentes de obras de infraestructura.
La proporción en que han sido mejorados los servicios telefónicos, el voluminoso aumento en el número de subscritores y el establecimiento de discado directo en las más importantes poblaciones, es un ejemplo de lo que se está haciendo.
El problema del tránsito
Otros problemas derivados del fenómeno de urbanización y de la especial intensidad que reviste en el momento actual están siendo afrontados, aun cuando sería aventurado decir que están resueltos o en camino de inmediata solución. Uno de ellos es el del tránsito. En las grandes ciudades, especialmente en el área metropolitana, se experimentan los efectos del número considerable de vehículos particulares, de la insuficiencia de vías y de estacionamientos, de la falta de un sistema de tránsito rápido capaz de transportar grandes volúmenes a distancias relativamente largas. Frente a ese complejo problema se han ido adoptando previsiones diversas: se han construido con rapidez distribuidores de tránsito, avenidas y vías de intercomunicación para que la circulación sea más fluida; se ha puesto mayor celo en el acatamiento de los reglamentos y ordenanzas; se está elaborando un plan de construcción de estacionamientos bien ubicados y suficientes para absorber el elevado número de vehículos que concurren a las áreas más céntricas. Se han cumplido todas las etapas preparatorias del sistema subterráneo metropolitano de Caracas. La construcción de esta obra, requerida para ofrecer transporte rápido y barato a las clases populares, está lista para comenzar tan pronto se aprueben las disposiciones legislativas pertinentes. La experiencia de Caracas nos ha llevado a disponer con tiempo suficiente los estudios de un futuro sistema de tránsito rápido para Maracaibo, que permitirán tomas más adelante, pero en tiempo oportuno, las medidas que fueren indicadas.
La cuestión de los precios
El problema de los precios es otro que preocupa al Gobierno: los consumidores resienten cualquier elevación del costo de vida; los productores –especialmente en el sector agropecuario– solicitan permanentemente se les permita modificar los precios, influidos por factores diversos, entre los cuales están el mejoramiento social y la presión externa por el aumento de los insumos importados; a su vez, los medios de comunicación social se hacen eco de los planteamientos de unos y de otros, contribuyendo a dar simultánea repercusión a las quejas contra la carestía por parte de los consumidores y al reclamo de los productores para que se fije una política de precios más remuneradores. La actitud del Gobierno, interesado en servir a la generosidad dentro de las normas de justicia, ha sido y es la de proteger hasta lo posible los intereses de la masa consumidora, sin adoptar posiciones dogmáticas que puedan producir bancarrota en sectores de la producción. Hacemos énfasis en los programas de productividad, como una fórmula que permite obtener mayores beneficios sin subir los precios unitarios; y cuando es inevitable autorizar un alza, se hace con el mayor cuidado y esforzándose en que recaiga en la menor medida sobre los sectores populares. Los índices de aumento de precios en Venezuela se pueden comparar favorablemente con los de cualquier otro país: quienes han salido al Exterior dan testimonio de este aserto. El Gobierno seguirá manteniendo una posición firmemente inspirada en la justicia social.
La reforma administrativa
En cuanto al funcionamiento de la Administración Pública, tema de abundantes consideraciones en el campo de la opinión, si algún esfuerzo ha sido hecho con vistas al futuro, en forma científicamente planeada y con el convencimiento de que sus resultados sólo podrán sentirse de lleno en los venideros períodos, ha sido el de la Reforma Administrativa. Todos los documentos oficiales, desde años atrás, están llenos de afirmaciones sobre lo inaplazable de esta empresa: considero un alto honor el que me haya correspondido acometerla. Instrucciones presidenciales, disposiciones sobre el funcionamiento de la administración directa y medidas progresivamente dirigidas a la aplicación normal de la Ley de Carrera Administrativa, han sido objeto de elaboración cuidadosa y seria. Los cursos superiores en la Administración Pública, las iniciativas para elevar a alto nivel los temas de la Reforma Administrativa han ido calificando más y más este programa, no sólo en Venezuela sino en el Continente. Se prosiguieron los esfuerzos de coordinación, administración y control de los Institutos Autónomos, la mayoría de los cuales continuaron en franco proceso de recuperación y desarrollo. Esta misma preocupación se ha dirigido a las Empresas Estatales de Servicio Público, algunas de ellas obtuvieron utilidades mayores, entre un 10 y un 50%, a las logradas en el año anterior. Otras empresas, entre aquellas que por su naturaleza pueden producir utilidades, presentaron balance favorable. Lo cual desmiente la expandida creencia de que las empresas del sector público generan siempre pérdidas.
Ha llegado el momento en que los programas de Reforma Administrativa entren plenamente en vigor: tengo el firme optimismo de ver logrados los mejores entendimientos entre las ramas legislativa y ejecutiva para que la Reforma Administrativa avance, se conviertan en normas vigentes las recomendaciones ya estudiadas y la Administración pueda corresponder mejor a la inversión que supone y a los requerimientos que entraña dentro de la vida del país.
Una política internacional propia
El país entero ha podido apreciar que Venezuela tiene una política internacional orientada hacia la afirmación de su prestigio, la garantía de sus derechos, la amistad con todas las naciones y el acercamiento fraterno con los pueblos hermanos, animado por el deseo de hacer operante y eficaz la solidaridad latinoamericana y lograr la presencia más visible y actuante de América Latina en la comunidad internacional. Las conversaciones que a nivel técnico se han celebrado con la comunidad subregional de los países andinos y las francas conversaciones que hemos tenido con sus dirigentes permiten iniciar negociaciones que dejarán definitivamente establecido si Venezuela puede participar en el área mediante previsiones que contemplen las características especiales de su situación económica.
El acercamiento, cada vez más estrecho, con los países del Caribe, hizo posible el éxito obtenido por la iniciativa venezolana de reunir a sus representantes, para considerar aspectos específicos que su ubicación geográfica suscita.
Numerosas reuniones internacionales, especialmente de ámbito latinoamericano, de carácter oficial o privado, diplomático, económico, laboral o científico, se han celebrado aquí durante el año transcurrido; hemos recibido la visita de funcionarios de alto rango, de variados países y de organismos internacionales y nuestros representantes, a su vez, han ido a numerosos estados a estrechar vínculos para una más efectiva cooperación internacional. Debo, en forma especial, destacar la visita del señor Presidente de la República Federal Alemana, Dr. Gustav Heinemann, cuya democrática presencia nos dio oportunidad de recibir por primera vez en Venezuela a un Jefe de Estado alemán. Al inicio del presente año, con resultados altamente positivos, he mantenido conversaciones en Caracas con el señor Presidente de la Nación Argentina, Teniente General Alejandro Lanusse, y espero tener en breve constructivos encuentros con el señor Presidente de México, Licenciado Luis Echeverría, con el señor Presidente de la República Federativa del Brasil, General Emilio Garrastazu Medici, y con el señor Presidente de la hermana República de Colombia, doctor Misael Pastrana Borrero. Estos intercambios personales revisten gran utilidad, realzan la personalidad de Venezuela dentro del Bloque Latinoamericano y facilitan la exploración de vías comunes para la acción fecunda, dentro del principio de igualdad y de no intervención, que son irrenunciables en el acervo jurídico de la América Latina.
Aspectos especiales
Las negociaciones con Colombia sobre delimitación de áreas marinas y submarinas se llevan en plano de altura y de indestructible cordialidad, dentro de la clara defensa de las posiciones nacionales; al mismo tiempo entre los dos Gobiernos se fomenta un espíritu de confianza recíproca y mutua cooperación.
Los planteamientos de Venezuela en la Zona Esequiba están en pie, dentro de un clima que ha aliviado tensiones en el área y ha hecho más clara nuestra imagen en los países angloparlantes del Caribe, con los cuales hemos fomentado una amistad cada vez más cordial.
Con los Estados Unidos, país cuya importancia no desconocemos y con el cual ha mantenido Venezuela sólida amistad, desearíamos ver esa amistad robustecida por las normas de la justicia social internacional y la revisión de errores en la política hemisférica. En los aspectos económicos, esas relaciones han de basarse en el hecho de que si los Estados Unidos son nuestros mayores compradores de petróleo, nosotros somos para ellos –sin que nadie pueda demostrar lo contrario– proveedores seguros, tanto en tiempos normales como en situaciones de emergencia, y constituimos uno de sus más importantes compradores en el Hemisferio Occidental.
Mención muy especial quiero hacer del viaje que realicé en el año de 1971 a Curazao –la primera visita oficial que un Jefe de Estado venezolano ha hecho a la vecina Antilla– donde asistí a la conmemoración del sesquicentenario del fallecimiento del glorioso Almirante Luis Brión. Quise hacer sentir al pueblo antillano la disposición de Venezuela para una relación cada vez más estrecha. Al decirle en su propio dialecto: «somos hermanos, debemos marchar juntos», pude palpar la sincera emoción con que eran acogidas mis palabras como una manifestación legítima del alma venezolana.
Ciudadanos Senadores:
Ciudadanos Diputados:
La responsabilidad gubernativa que me ha confiado el pueblo se ejerce a través de una política coherente, inspirada por un vigoroso nacionalismo democrático.
Nacionalismo democrático
De ese nacionalismo democrático recibe el impulso y la convicción necesarios para ignorar fatigas y superar obstáculos. Nacionalismo, que es compenetración profunda con las raíces, realidad y destino de la patria, amor incontenible por sus fastos gloriosos, voluntad irrefrenable de mantener la independencia conquistada y ensanchar la base de la soberanía. Y adhesión decidida a la idea democrática. Lo que hayamos podido lograr y lo que lograremos en los próximos años tiene su asiento en la estabilidad institucional, en la concientización de nuestro pueblo, en el aseguramiento de la libertad y el respeto a la dignidad de la persona humana.
Puede haber quienes confundan todavía la autoridad con el ejercicio arbitrario del poder, con el gesto despótico, desplante o amenaza. Si alguna contribución queremos aportar a la formación de la conciencia democrática es la experiencia directa de cómo la autoridad se puede ejercer sin atropello, de cómo el respeto a los derechos de todos y a los privilegios de las otras ramas del poder califica, en vez de disminuir, la energía necesaria para hacer frente a las más delicadas situaciones.
No nos ha intimidado la gravedad de los problemas para afrontarlos ni nos ha arredrado el peso de aquellos a quienes puedan afectar nuestras decisiones. En un estado de derecho, la autoridad gubernamental se ha mantenido con inquebrantable firmeza.
Pero el signo distintivo de nuestro ejercicio democrático lo ha constituido el diálogo. Hemos abierto amplias vías al entendimiento con todas las instituciones representativas de la vida nacional. Con las que ejercen la función espiritual y social más elevada, comenzando por la Iglesia Católica, con la que sostenemos las más satisfactorias relaciones, lo mismo que con las demás Iglesias establecidas en el país, y con aquellas que representan la cultura, la ciencia, el trabajo, la economía y los demás aspectos de la existencia humana.
Democracia de participación
Nos hemos esforzado en alentar el acceso de los distintos sectores a la resolución de los asuntos colectivos, para que nos habituemos, a través de la defensa de los derechos de cada quien, a los modos de la democracia participativa. Puede haber momentos en que algunos confundan el derecho a opinar con la pretensión a imponer sus puntos de vista, a manera de criterio exclusivo; hay el peligro, a veces, de que el derecho a concurrir se pretenda ejercer con el afán de dominar y, en el campo de los procedimientos, se prefiera gritar a razonar, sin reparar en que cuando la democracia se mueve en ambiente de participación, son las razones y no las estridencias las que en definitiva alcanzan mayor virtualidad para inclinar la voluntad común.
Es satisfactorio verificar cómo cada grupo o sector ha buscado integrarse, presentar sus problemas, defender sus derechos, gestionar del modo mejor sus intereses. Pero la culminación de este proceso reclama algo sobre lo que quiero hacer énfasis en este significativo momento nacional: para consolidar la democracia de participación se requiere mantener presente ante cada uno la regla de que por encima de sus intereses sectoriales está el interés nacional, de que las aspiraciones diversas tienen que hallar puntos de convergencia en el bien de la comunidad y de que sería imposible el progreso si cada sector se limitara a tomar para sí la mayor ventaja posible y no estuviera dispuesto a dar su contingente para el mejoramiento general. El Gobierno está presto a oír siempre a cada grupo y a cada sector, a evaluar con espíritu de equidad sus argumentos y buscar las mejores soluciones; pero, para que el sistema funcione, es indispensable no olvidar que cada uno debe aportar su cuota de sacrificio, porque sin el sacrificio proporcional de cada uno no es posible asegurar el bien de todos.
La juventud y el destino nacional
Faltan todavía dos años más para vencerse el período constitucional. La obra está viéndose y será más patente cada día. Pero un quinquenio es sólo un episodio en la vida de un pueblo, aunque pueda dejar huella profunda e imprimirle velocidad y decisión para alcanzar las metas de una época. Al despegar hacia su desarrollo, Venezuela tiene un campo muy vasto para lograr sus grandes objetivos nacionales. El principal factor del éxito va a ser la voluntad y la capacidad de su gente. Un Estado moderno exige cada vez más una voluntad coherente para resolver los problemas y una capacitación mayor en los aspectos técnicos. No es, por este motivo, aventurado recordar que el destino del país está en su juventud. A la juventud se dirige en este momento crucial mi pensamiento. Yo la conozco. Sé de su gran facilidad para entender y de su disposición a entusiasmarse por las grandes tareas que le dan jerarquía al ser humano. Sé también de sus preocupaciones, de sus angustias, de las confusiones que se producen en su espíritu y que algunos fomentan con la intención mezquina de ganar objetivos parciales e inmediatos, sin reparar en el daño que causan a los objetivos históricos que han de hacer a Venezuela más digna cada día de su grandeza.
En muchos años de relación docente con variada y polícroma representación de la juventud venezolana, me convencí de que hay dos características que siempre acompañan al joven: cuando dejan de estar en él, pierde autenticidad y fuerza. Una de ellas es la sinceridad; otra, la pasión de justicia.
El joven se esfuerza en ser sincero; la hipocresía lo enerva; arrostra cualquier peligro con tal de desahogarse y es feliz cuando manifiesta lo que siente con rotunda franqueza. Por otra parte, tiene innata inclinación por la justicia: acepta las más duras calificaciones o sanciones cuando se convence de que no las ha inspirado la malevolencia sino una recta apreciación. En este momento deseo invocar a los jóvenes venezolanos estas dos virtudes, que los definen y los honran. Analicen sinceramente hasta el fondo la posición de mi Gobierno: comparen el alto tono de decoro con que se habla en nombre de Venezuela, la firmeza y el coraje con que se hace frente a cualquier tipo de presión o a cualquier amenaza sin retroceder en la afirmación y defensa de la soberanía nacional y díganse entonces a sí mismos si hay o no una firme actitud nacionalista que debe emocionarlos. Y en la defensa de las instituciones, nunca se ha cerrado a las inquietudes juveniles el derecho a pensar o la posibilidad de expresarse y jamás se les ha negado a los jóvenes el trato respetuoso y cordial a que tienen derecho en su condición de personas y depositarios del futuro. Reconocerlo así es deber de justicia. Si el Gobierno está abierto al diálogo con todos, debe estarlo en mayor grado con la juventud. Intensificaremos ese diálogo, pues de su resultado va a depender en gran medida el porvenir de Venezuela.
Ciudadanos Senadores:
Ciudadanos Diputados:
Los tres años cumplidos de un nuevo período constitucional en nuestra patria son tres años ganados en la diaria lucha que los pueblos de América Latina libran por el afianzamiento de sus derechos y por la institucionalidad democrática.
Invoquemos de nuevo la protección del Todopoderoso para que en los años venideros continúe Venezuela llenando el señero papel que le ha correspondido, podamos lograr, dentro del amplio goce de las libertades en una democracia pluralista, la ejecución de los planes relativos a esta nueva etapa y todos estemos a la altura del sagrado deber que nos corresponde para con nuestro pueblo.
Por cuanto respecta a la labor cumplida, nos atrevemos a decir que no creemos haya alguien que hubiera podido hacer más, en este tiempo y en esta circunstancia.